El Santo Sudario, la manta que la tradición cristiana indica que se envolvió el cuerpo de Jesús tras su crucifixión y sepultura, estuvo en contacto con sangre de una persona que fue sometida a tortura. Esta teoría, que alimenta las creencias sobre su origen místico, se desprende de una investigación de un grupo de científicos del Instituto de Materiales de Trieste y del Instituto de Cristalografía de Bari,que determinó que el tejido de la reliquia estuvo en contacto con sangre humana.
La fibra que se sometió al estudio pertenece a la huella dorsal de la sábana, correspondiente al pie. Según explicó Elvio Carlino, jefe de la investigación, los estudios fueron hechos con un novedoso sistema llamado "microscopía electrónica en transmisión de resolución atómica y difracción de rayos X con amplia angulación".
"El estudio –publicado en la revista científica norteamericana Plos One– demostró que en la fibra de lino hay creatinina, de dimensiones de entre 20 y 90 nanómetros, unida a pequeñas partículas de hidrato de hierro, de dimensiones de entre 2 y 6 nanómetros, típicas de la ferritina", indicó Carlino.
Giulio Fanti, profesor de la Universidad de Padua, agregó además que la amplia presencia de partículas de ceratinina unidas a las de hidrato de hierro son típicas de un organismo que estuvo sometido a torturas. Ese escenario representa "un fuerte trauma múltiple sufrido por el cuerpo envuelto en el lino". "El estudio indica que el hombre envuelto en el sudario fue víctima de duras torturas antes de una muerte cruel", confirmó Fanti en el paper al que accedió Infobae del que también participaron los profesores Liberato De Caro y Cinzia Giannini.
El Santo Sudario está resguardado en la Basílica de San Juan Bautista en Turín. Es una tela de lino de 460 centímetros de largo por 110 de ancho. La tradición siempre señaló que en ella se envolvió el cadáver de Jesucristo tras su traumática muerte en la cruz.
La Iglesia Católica nunca ha dicho oficialmente que se trate de la tela con la que se envolvió a Jesús. Comenzó a ser exhibida en 1357 en Lirey, Francia, pero nunca se supo con certeza cuál fue su origen. Desde entonces recorrió ciudades a lo largo de dos siglos, hasta llegar a su lugar actual en 1578, consignó el diario La Vanguardia. En 1958, el papa Pío XII autorizó su devoción.