En 2006 la vida de Daniel cambió por completo. Manejaba su auto cuando vio cómo asaltaban a una muchacha, cobradora de una conocida empresa láctea, y se bajó para ayudarla. El ladrón le disparó y lo dejó paralítico. A la muchacha no le pasó nada, de ella en realidad sabe poco y nada porque nunca volvió a verla. Con ese mismo arrojo, ahora Daniel enfrenta un nueva injusticia. El año pasado se compró una silla de ruedas que le permitirá pararse pero se la retuvieron en la Aduana en donde le exigen, además, el pago de un cifra imposible para sus bolsillos. Junta firmas acá para que se la devuelvan.
En contacto con Radiópolis, el programa que conduce Roberto Caferra, Daniel contó del interminable tramiterío que inició el año pasado cuando adquirió la silla. La compró en Chile porque allí le salía menos de la mitad. La pagó 1.300 dólares cuando en Argentina la ofrecían a unos 4 mil.
El problema surgió durante el envío. La silla llegó el 26 de octubre del año pasado y no se la entregaron porque la normativa de ese entonces sólo permitía compras de hasta mil dólares. Ese fue –señaló Daniel– el primer argumento que esgrimieron desde la Aduana para no dársela, sin considerar que se trataba de una adquisición por discapacidad. Después –advirtió– la consideraron peligrosa por el material de la batería.
Desde la Afip –contó Daniel– le aseguraron que podía ingresar la silla sin pagar por tratarse de una persona con discapacidad, pero desde la Aduana ahora le exigen 10 dólares por cada dia que estuvo retenida. A este martes, van 139 días; o sea 1.390 dólares, lo mismo que le salió en un primer momento.
“Tengo la jubilación mínima”, se quebró.