Entomólogos de la Universidad de California, Riverside, durante sus trabajos de laboratorio con la mosca de la fruta, han descubierto un nuevo tipo de compuesto que podría abrir las puertas hacia un repelente seguro y barato contra los mosquitos, y que serviría para combatir la propagación del virus del Nilo Occidental y la de otras enfermedades tropicales mortales.
Cuando las moscas de la fruta sufren de estrés, emiten dióxido de carbono (CO2), que sirve como advertencia a sus congéneres de la presencia de algún depredador u otro peligro. La mosca de la fruta es capaz de detectar el CO2 y escapar, porque sus antenas están dotadas con neuronas especializadas, sensibles a este gas.
Pero las frutas y otras fuentes importantes de alimento para estas moscas también emiten CO2 como resultado de la respiración o la maduración. Si la respuesta innata de la mosca de la fruta es evitar el CO2, ¿cómo encuentra entonces el camino hacia esos alimentos? Anandasankar Ray, profesor del departamento de entomología de la citada universidad, y Stephanie Turner, han hallado una respuesta a esta paradoja al identificar un nuevo tipo de compuestos químicos presentes en la fruta madura, que evitan el funcionamiento de las neuronas sensibles de las antenas ante el CO2. Específicamente, dos de estas sustancias olorosas, el hexanol y la 2,3-butanodiona, son fuertes inhibidores de las neuronas sensibles al CO2 en la mosca de la fruta.
Esta investigación tiene una gran importancia para el control de enfermedades mortales transmitidas por el mosquito Culex, tales como el virus del Nilo Occidental y la filariasis linfática, una enfermedad infecciosa tropical que afecta el sistema linfático. La amenaza del virus del Nilo Occidental queda bien reflejada por su incidencia internacional; por ejemplo, sólo en Estados Unidos, casi 29.000 personas han padecido la enfermedad desde 1999. En cuanto a la filariasis linfática, ha afectado a más de 120 millones de personas en el mundo.
El CO2 emitido por la respiración humana es la señal más delatadora para que el mosquito Culex detecte y encuentre a las personas, de modo que dicho gas está ayudando a la transmisión de esas enfermedades mortales.
En los nuevos experimentos, los investigadores identificaron al hexanol, y a otra sustancia olorosa relacionada, como fuertes inhibidores de las neuronas sensibles al CO2 en el mosquito Culex. Estos compuestos pueden emplearse para guiar el desarrollo de repelentes y compuestos para camuflaje que sean económicos y seguros para el medio ambiente. Con los productos de camuflaje se lograría bloquear la habilidad del mosquito para detectar el CO2 en nuestro aliento, lo cual reduciría significativamente el contacto de los mosquitos con los seres humanos.
Fuente: Universidad de California
Cuando las moscas de la fruta sufren de estrés, emiten dióxido de carbono (CO2), que sirve como advertencia a sus congéneres de la presencia de algún depredador u otro peligro. La mosca de la fruta es capaz de detectar el CO2 y escapar, porque sus antenas están dotadas con neuronas especializadas, sensibles a este gas.
Pero las frutas y otras fuentes importantes de alimento para estas moscas también emiten CO2 como resultado de la respiración o la maduración. Si la respuesta innata de la mosca de la fruta es evitar el CO2, ¿cómo encuentra entonces el camino hacia esos alimentos? Anandasankar Ray, profesor del departamento de entomología de la citada universidad, y Stephanie Turner, han hallado una respuesta a esta paradoja al identificar un nuevo tipo de compuestos químicos presentes en la fruta madura, que evitan el funcionamiento de las neuronas sensibles de las antenas ante el CO2. Específicamente, dos de estas sustancias olorosas, el hexanol y la 2,3-butanodiona, son fuertes inhibidores de las neuronas sensibles al CO2 en la mosca de la fruta.
Esta investigación tiene una gran importancia para el control de enfermedades mortales transmitidas por el mosquito Culex, tales como el virus del Nilo Occidental y la filariasis linfática, una enfermedad infecciosa tropical que afecta el sistema linfático. La amenaza del virus del Nilo Occidental queda bien reflejada por su incidencia internacional; por ejemplo, sólo en Estados Unidos, casi 29.000 personas han padecido la enfermedad desde 1999. En cuanto a la filariasis linfática, ha afectado a más de 120 millones de personas en el mundo.
El CO2 emitido por la respiración humana es la señal más delatadora para que el mosquito Culex detecte y encuentre a las personas, de modo que dicho gas está ayudando a la transmisión de esas enfermedades mortales.
En los nuevos experimentos, los investigadores identificaron al hexanol, y a otra sustancia olorosa relacionada, como fuertes inhibidores de las neuronas sensibles al CO2 en el mosquito Culex. Estos compuestos pueden emplearse para guiar el desarrollo de repelentes y compuestos para camuflaje que sean económicos y seguros para el medio ambiente. Con los productos de camuflaje se lograría bloquear la habilidad del mosquito para detectar el CO2 en nuestro aliento, lo cual reduciría significativamente el contacto de los mosquitos con los seres humanos.
Fuente: Universidad de California