Un taxista ebrio protagonizó una situación escandalosa este viernes a la mañana en Balarce y Brown, cuando le hicieron el control de alcoholemia –al que en principio se resistió– y, ante los micrófonos de los medios, les preguntó a los inspectores si querían una coima.
El taxista no estaba manejando sino bebiendo en un minimarket. El auto estaba mal estacionado –en la esquina sobre línea amarilla y tapando la entrada de una cochera–. Por eso, los inspectores lo fueron a buscar y le notificaron la infracción.
Entonces, relató el perodista de Radio 2 Fernando Carrafielo, presente en el lugar, el chofer fue hacia el auto con la intención de correrlo. Fue imposible por el estado en el que estaba. Fue entonces que decidieron hacerle la alcoholemia y más móviles de la Guardia Urbana Municipal llegaron al lugar, mientras los amigos del taxista focejeaban con los inspectores.
El tachero, que decía ser titular, primero se negó a la alcoholemia: dijo que ya había terminado trabajar y que tenía derecho a tomar alcohol. Además, todos sus papeles estaban en orden.
Finalmente sopló y le dio 2.17 gramos del alcohol en sangre. Para cualquier automovilista común el máximo permitido es 0,5 y para un conductor de un servicio público cero.
Fue entonces cuando se produjo la situación más grotesca: “¿Querés plata? ¿Cuánto querés? Me parece que vos querés plata”, le dijo a un inspector.
El olor a alcohol se le sentía a metros de distancia. Pero él argumentaba que no tenía sentido que le hicieran la alcoholemia, pues no estaba manejando.
Consultado por los periodistas sobre cómo iba a regresar a la casa, dijo que se iba a tomar un taxi o un colectivo.
Finalmente, el taxi, un Fiat Siena, fue llevado al corralón y la caucionaron la chapa, mientras se determina si estaba o no en turno y los vecinos se quejaban de que siempre hay problemas por el consumo de alcohol en ese minimarket.