Lilian Cipollone es docente rural. Rosarina de cuna, hace 30 años que vive en Las Bandurrias, donde dirige la escuela Florentino Ameghino. El mes pasado cobró 29 mil pesos por su cargo de directora y sus horas cátedra. Pero el trabajo de Lilian no se restringe a la escuela –que, según el estado del camino, le queda a 11 o 51 kilómetros–; a su casa se lleva la tarea y las pruebas para corregir y hasta prepara ella misma las hojas de caligrafía para sus alumnos. Atravesada por el conflicto docente –reconoció que el sueldo no es el que necesitaría–, Cipollone se manifestó en contra de los paros y pidió que la lucha se haga con los chicos en las aulas.
“El que no tiene vocación no tiene estar en este lugar, porque la escuela no es un quiosco, la escuela es un lugar público donde se da el encuentro, donde se crean las primeras relaciones, los primeros afectos, donde es lindo extrañarse”, advirtió Cipollone en contacto con A diario, el programa que conduce Alberto Lotuf.
Aunque está afiliada a Amsafé, Cipollone se manifestó en contra de los paros como forma de protesta. Dijo que es “mísero” dejar a los niños sin clases “sabiendo en este momento que un chico en la calle corre peligro”.
“La lucha es en el aula, con los chicos y trabajando”, afirmó.
“Pienso que el maestro tiene que estar al instante, mañana es tarde para un chico. Hay que estar todos los días y en cada momento –reflexionó–. Hay mucha gente que no está en esto por vocación. La docencia son 24 horas, aunque no se tenga el guardapolvo puesto, porque se enseña con el ejemplo, con la forma de tratar a los demás”.
Y en tal sentido alertó que hoy en día, a las generaciones de docentes más jóvenes sólo les importa el sueldo.