El organismo humano cuenta con un mecanismo interno que detecta cuando estamos ganando peso, y avisa al cerebro para que disminuya el apetito. Así lo revelaron investigadores de la University of Gothenburg, en Suecia.
Estos sensores se encuentran en las extremidades inferiores, y cuando perciben que estamos comenzando a engordar, envían señales al cerebro para reducir nuestra ingesta de calorías, según consignó Quo.
A esta conclusión llegaron luego de un experimento con ratones. A la mitad de ellos los hicieron subir de peso de manera artificial, mientras que el resto se mantuvo estable. Sorprendentemente, al cabo de un tiempo todos habían vuelto a pesar lo mismo.
Los investigadores comprobaron que aquellos a los que se había engordado (colocándoles en su organismo una cápsula pesada) redujeron su nivel de grasa corporal achicando su ingesta de calorías.
Esto es posible a partir de los osteocitos, un conjunto de células que se encuentran en los huesos y que envían señales al cerebro para regular la producción de hormonas vinculadas con la sensación de apetito.
La pregunta del millón es por qué hay gente que igualmente sigue engordando. Los especialistas sospechan que cuando se pasa demasiado tiempo sentado, los osteocitos no funcionan como es debido. De esta forma, no podrían detectar el aumento de peso, ni enviar señales para disminuir la ingesta.