El director del Centro de Medicina Tropical y Enfermedades Infecciosas Emergentes de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario, Antonio Montero afirmó que “la gran patología tropical argentina es el chagas, por la picadura de la vinchuca. Hasta el año 2001, con educación, buenas medidas sanitarias y fumigación, se había logrado erradicar la transmisión vectorial. Pero del 2001 hasta ahora no se hizo nada y Argentina tiene nuevamente transmisión de chagas”.
En una entrevista con InfoUniversidades el especialista destacó que la “medicina tropical” surgió alrededor de 1870, cuando un médico militar francés advirtió que las tropas coloniales tenían más bajas de soldados por las enfermedades de los trópicos que por las balas de los enemigos. “Después se fue profundizando el concepto, pero siempre tuvo sentido peyorativo por referirse a enfermedades relacionadas con las condiciones sanitarias de países dependientes. Eran patologías que tenían en común provenir de un entorno cálido, de países empobrecidos y ser muy contagiosas, transmitidas por vectores y que constituían una gran amenaza para la salud pública del mundo desarrollado”, señaló.
Montero destacó, además, que la reemergencia del dengue habla claramente de que en el país hay factores geográficos, económicos y ecológicos que permiten explicar su persistencia. “En nuestro país, el dengue se introduce como rareza en Salta en 1997. Después hubo una epidemia en Paraguay y luego otra vez en Salta. Hace dos años hubo un número importante de casos y este año se diseminó por todo el territorio”, puntualizó.
”Creo que hay una falta de coordinación central, porque se fumiga hasta el límite del municipio y el mosquito no entiende de fronteras. Además, las políticas neoliberales en América Latina crearon una nueva clase social que está excluida del sistema y que se instala en las periferias de las grandes ciudades, en condiciones de vida dignas de la Edad Media, con viviendas precarias, sin sistema de manejo de efluentes de agua servida, sin agua potable, y ese es el entorno perfecto para criar mosquitos”, dijo el especialista.
Y recalcó: “A esto se suman, por un lado, las migraciones internas dentro del país y, por el otro, el mayor flujo de pasajeros, por razones turísticas y comerciales, que fomentan el movimiento de cepas virales. Un tercer factor es el deterioro ambiental (basurales a cielo abierto, proliferación de envases descartables y bolsas de plástico) y la sojización.
Hay dos vectores para el dengue: el “aedes aegypti”, que es el vector urbano que vive en las ciudades, y uno silvestre, que es el “aedes albopictus”, que vive en la jungla. Al haber cambiado la geografía argentina con un monocultivo como la soja, ésta favorece la colonización del mosquito. Es decir que hay factores económicos y ecológicos, y considero que la epidemia de dengue en Argentina no está superada”.
Para controlarlo, Montero señaló que en la ciudad de Buenos Aires como en Rosario hay una oficina de control de vectores. “Puede contarse la densidad de mosquitos por el porcentaje de huevos en trampas ovíparas que se colocan, o puede cazárselos en vuelo y calcular por unidad de volumen; incluso puede contarse el porcentaje de infestación de “Aedes” con otras especies”, advirtió. “La lucha contra el dengue, el chagas y la tuberculosis puede organizarse con agencias nacionales que tengan injerencias en todo el territorio. El mejor ejemplo es el Senasa, con la erradicación de la aftosa”, concluyó.
Fuente: Infouniversidades
En una entrevista con InfoUniversidades el especialista destacó que la “medicina tropical” surgió alrededor de 1870, cuando un médico militar francés advirtió que las tropas coloniales tenían más bajas de soldados por las enfermedades de los trópicos que por las balas de los enemigos. “Después se fue profundizando el concepto, pero siempre tuvo sentido peyorativo por referirse a enfermedades relacionadas con las condiciones sanitarias de países dependientes. Eran patologías que tenían en común provenir de un entorno cálido, de países empobrecidos y ser muy contagiosas, transmitidas por vectores y que constituían una gran amenaza para la salud pública del mundo desarrollado”, señaló.
Montero destacó, además, que la reemergencia del dengue habla claramente de que en el país hay factores geográficos, económicos y ecológicos que permiten explicar su persistencia. “En nuestro país, el dengue se introduce como rareza en Salta en 1997. Después hubo una epidemia en Paraguay y luego otra vez en Salta. Hace dos años hubo un número importante de casos y este año se diseminó por todo el territorio”, puntualizó.
”Creo que hay una falta de coordinación central, porque se fumiga hasta el límite del municipio y el mosquito no entiende de fronteras. Además, las políticas neoliberales en América Latina crearon una nueva clase social que está excluida del sistema y que se instala en las periferias de las grandes ciudades, en condiciones de vida dignas de la Edad Media, con viviendas precarias, sin sistema de manejo de efluentes de agua servida, sin agua potable, y ese es el entorno perfecto para criar mosquitos”, dijo el especialista.
Y recalcó: “A esto se suman, por un lado, las migraciones internas dentro del país y, por el otro, el mayor flujo de pasajeros, por razones turísticas y comerciales, que fomentan el movimiento de cepas virales. Un tercer factor es el deterioro ambiental (basurales a cielo abierto, proliferación de envases descartables y bolsas de plástico) y la sojización.
Hay dos vectores para el dengue: el “aedes aegypti”, que es el vector urbano que vive en las ciudades, y uno silvestre, que es el “aedes albopictus”, que vive en la jungla. Al haber cambiado la geografía argentina con un monocultivo como la soja, ésta favorece la colonización del mosquito. Es decir que hay factores económicos y ecológicos, y considero que la epidemia de dengue en Argentina no está superada”.
Para controlarlo, Montero señaló que en la ciudad de Buenos Aires como en Rosario hay una oficina de control de vectores. “Puede contarse la densidad de mosquitos por el porcentaje de huevos en trampas ovíparas que se colocan, o puede cazárselos en vuelo y calcular por unidad de volumen; incluso puede contarse el porcentaje de infestación de “Aedes” con otras especies”, advirtió. “La lucha contra el dengue, el chagas y la tuberculosis puede organizarse con agencias nacionales que tengan injerencias en todo el territorio. El mejor ejemplo es el Senasa, con la erradicación de la aftosa”, concluyó.
Fuente: Infouniversidades