El empresario japonés Senji Nakajima, de 61 años, llevaba una vida convencional junto a su mujer y sus dos hijos en la tranquila ciudad de Nagano. Pero un día decidió hacer un cambio rotundo: dejó a su familia, se instaló en Tokio y se puso de novio con una muñeca de silicona.
Nakajima contó al Daily Mail que la soledad en la capital japonesa se hacía insoportable por lo que decidió buscar compañía y se compró a Saori, una muñeca que luego convirtió en su pareja.
"Ella nunca me traiciona. Estaba cansado de los humanos que no tienen corazón. Para mí, ella es más que una muñeca, es la pareja perfecta con quien comparto momentos preciosos y enriquece mi vida", contó.
El empresario reconoció que al inicio sólo utilizaba su muñeca con fines sexuales pero que luego nació el amor y decidió formar una relación. Desde entonces, son inseparables. La cuida, la baña, miran televisión, la lleva a de paseo y hacen el amor.
Las muñecas de silicona o muñecas de amor son comunes en Japón y su costo ronda los cuatro mil dólares. Los fabricantes pretenden alcanzar el mayor grado de “realidad” con sus productos porque están convencidos que los hombre que los adquieran no querrán una novia verdad nunca más.
De película
Dicen que la realidad supera a la ficción pero en este caso llegó antes. La película "Lars and the Real Girl" (Lars y la chica real) contó en 2007 una historia similar. El film estadounidense-canadiense escrita por Nancy Oliver y dirigida por Craig Gillespie, fue protagonizada por Ryan Gosling (que ahora brilla en La La Land y ganó el Globo de Oro a mejor actor).