El análisis de sangre revela parámetros sobre nuestro estado general de salud. Pero también hay otros indicadores que pueden ofrecer pistas a simple vista, como por ejemplo la orina o la materia fecal.
Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Newcastle (Reino Unido), revela que el color del pis debe ser amarillento: si es casi incoloro o muy oscuro es que o bebimos mucha agua o estamos deshidratados.
La lógica de la observación también funciona con la materia fecal. Un artículo publicado por la revista muy interesante señala que “las gamas de color normales en nuestras heces van del amarillo claro al marrón oscuro. Nuestra caca puede ponerse de color verde después de consumir alimentos y bebidas que contengan colorante azul o verde o si los alimentos se desplazan demasiado rápido a través del intestino y, por tanto, es posible que un poco de bilis esté todavía presente”
Ahora –y siempre según el artículo del citado medio– la caca es de color amarillo y huele bastante mal “es una señal de mala absorción de alimentos”.
Si este color viene asociado con pérdida de peso en un adulto o un crecimiento deficiente en un niño, se debe consultar a especialista es salud “para descartar infecciones intestinales o condiciones médicas como la enfermedad celíaca”.
En el caso de una deposición de un color muy pálido, esto “puede estar relacionado con la ingesta de medicamentos antidiarreicos o cuando los problemas digestivos afectan al hígado, al intestino, al páncreas o a la vesícula biliar”.
Y si el color es muy oscuro, podría tratarse de un sangrado interno o por la ingesta de suplementos con hierro.
Si alguno de estos cambios de coloración en la caca persisten, la recomendación es siempre consular a un médico o médica.