El primer caso de un caracat fue accidental. Ocurrió en 1998, cuando un gato doméstico se cruzó con un caracal, también llamado "lince africano", en el zoológico de Moscú.

Ahora, sin embargo, se los cría en cautiverio para satisfacer la demanda del mercado de mascotas exóticas.

De hecho, según informa el diario español Abc, es uno de los híbridos más solicitados, sobre todo en Rusia y Estados Unidos. 

Pero hay un problema. Al parecer es muy difícil conseguir que un caracal se cruce con una gata doméstica. Por lo general prefieren comérsela.


De hecho, muchos gatos comunes son matados por estos felinos salvajes en el proceso.

Sin embargo, los interesados suelen intentarlo varias veces hasta que lo consiguen, para hacerse con una camada de, máximo, cuatro crías, entre las que unas muerte prematura es lo habitual.

El caracal es un felino de tamaño medio que vive en las sabanas y las zonas semidesérticas. Y si bien se lo conoce como “lince africano”, no está evolutivamente emparentado con esta especie.

Son mayoritariamente nocturnos, solitarios excepto en épocas de reproducción y su caza favorita son las aves.

De hecho, una de sus características más distintivas es lo alto que pueden saltar (más de 3 metros) para agarrar los pájaros en pleno vuelo.

La alimentación del caracat y el caracal es similar: comen desde codornices, pollos y otros animales hasta hierba.

Carole Baskin, CEO de Cat Rescue, dijo al portal Gizmodo que estos gatos híbridos suelen necesitar cirugía y dietas especiales al no poder digerir correctamente su alimento. Su dolencia más común es la enfermedad inflamatoria intestinal.

Otro problema suele aparecer a las cuatro o cinco generaciones, cuando aflora su personalidad salvaje, hasta convertirse en un rasgo dominante. Eso lleva a muchas familias a abandonarlos.