El libro “Burbujas de ocio”, editado por La Crujía focaliza en las nuevas formas de consumir cultura a partir de la transformación en la distribución de los tiempos de ocio, sobre todo, de las personas que habitan en las grandes ciudades. El ocio se distribuye y consume cada vez más en pequeñas dosis de fruición. La vida laboral y extralaboral se ha colmado de pequeñas pausas.

Las nuevas generaciones entremezclan las actividades de producción y de entretenimiento de manera muy diferente de las generaciones anteriores. Su mundo está repleto de micropausas que coinciden con el tiempo de ver un video en Internet o consultar un blog.

Según el autor, el ocio se ha vuelto “intersticial, se escurre entre bloques económicamente productivos, entre las tareas para el colegio, en los tiempos de espera, durante los cortos desplazamientos”. Con la aparición de estas “burbujas de tiempo”, los nuevos medios y los dispositivos móviles tienden a jugar un rol protagónico en la vida de las personas y en el consumo cultural. Son los que mejor se adaptan a estas nuevas formas de distribución de los tiempos de ocio. Más que ninguna otra, la recepción móvil favorece el empleo de estas burbujas para acceder e, incluso, producir y distribuir contenidos que, generalmente, son brevedades.

Esta sociedad del “ocio intersticial” representa un verdadero desafío para la cultura. Implica aceptar que los espacios perdidos otrora por falta de adaptación del soporte y del contenido pueden ser recuperados aprovechando que, como nunca antes, el soporte material (los dispositivos móviles) puede alinearse con las exigencias de la cotidaneidad.

“Solo hacen falta contenidos adecuados, que no por ser brevedades, son carentes de calidad. La brevedad no está condenada a ser efímera y volátil y, por ende, adjudicarle falta de valor es excesivamente prejuicioso y contraproducente”, escribe el auto. Así, si el contenido explota los nuevos géneros y formatos de modo talentoso e innovador, si se presenta en unidades que tienen sentido y el usuario reconoce su valor, si es personalizado y susceptible de ser consumido en un espacio-tiempo breve y de ser compartido en red, es probable que tenga consumidores.

“Con el contenido y el dispositivo mejor alineados a los ritmos de las actividades económicas y sociales actuales, la lectura multimediatizada se convierte en un (nuevo) hábito y en una forma asequible de consumir cultura para personas que desde hace mucho tiempo no eran usuarias, o lo son muy parcialmente, del sistema cultural-mediático, al menos durante una breve espera, un desplazamiento, una micropausa, el tiempo que dura una burbuja de ocio.”, define Igarza.