De acuerdo con los resultados de las pericias forenses, Anahí Benítez no murió por estrangulamiento, sino que la habían asesinado antes y luego la enterraron en el predio Santa Catalina, en Lomas de Zamora.
Tras la declaración indagatoria de Marcos Esteban Benítez, el único detenido en la causa, en la que les dijo a las fiscales del caso que no había visto jamás a Anahí, su abogado, Lucio De la Rosa, declaró a los medios que la víctima fue hallada con "tierra en la boca".
Pero fuentes con acceso al expediente aclararon que la autopsia desmiente al defensor del detenido: no había tierra en sus pulmones ni rastros en sus uñas que pudieran evidenciar signos de defensa. "La enterraron fallecida", indicaron.
Los análisis determinaron que Anahí pudo haber sufrido un golpe que la dejó inconsciente y que una vez en ese estado su asesino le tapó la nariz o la boca y la mató por asfixia.
"El golpe pudo haber generado un estado de obnubilación o inconciencia que haya facilitado la sofocación, pero no estrangulamiento", aclararon fuentes del caso, quienes de todos modos aclararon que siempre existe la chance de que las pericias complementarias pongan en duda ciertas hipótesis y haya que cotejar los datos o volver a hacer exámenes.
La autopsia detalló que el cadáver de Anahí no presentaba lesiones en cuello y el resto del cuerpo, ni signos de abuso sexual. Tenía un corte en la mejilla izquierda, y lesiones contusas en párpado. Sobre la data de la muerte, se estimó entre 24 y 36 después de haber comido por última vez.