El 1º de diciembre de 2013, Eugenio Guadagnoli, de 19 años, fue asesinado por un adolescente de 17 a la salida de un boliche. Al día siguiente Eugenio se iba a encontrar con su familia en Venado Tuerto para comer un asado y cuando lo encontraron todavía llevaba el dinero del pasaje que le había dado su papá, Jorge Guadagnoli. El crimen de su hijo cambió a este arquitecto por completo, quien a partir de entonces dedica parte de su tiempo a dar clases de albañilería para jóvenes sin oportunidades. El caso recuerda el reciente crimen de Juan Cruz Ibañez, cuyo principal sospechoso también es un adolescente y a partir del cual se reactivó el debate sobre cómo tratar a jóvenes que delinquen.
En contacto con los periodistas Ciro Seisas y Hernán Funes del programa A Diario (Radio 2), Guadgnoli recordó que el asesinato de su hijo lo había llenado de odio y que en su momento pidió para el culpable, la pena máxima. Pero luego, un consejo le abrió los ojos: “Alguien me dijo que por más cadena perpetua que pida, nadie me iba a devolver a Eugenio”.
El asesino de Eugenio es Mauro Quevertoque, hijo de un ex subjefe de la División Judiciales de la policía. Los testigos presenciales y las imágenes de las cámaras de seguridad de la cuadra fueron suficiente para que se lo acusase de "homicidio calificado por alevosía".
Sin embargo, Jorge logró superar el odio. O al menos lo intenta, de la manera que cree que mejor representa a Eugenio: ayudando a otros.
En marzo de 2014, tres meses después del asesinato de “Pacha”, como le decía de chiquito a su hijo, comenzó con "Misión Eugenio" donde enseña albañilería y construcción en seco, y Alejandra, su pareja, da clases de auxiliar de maestra jardinera.
Hasta 2015 funcionaban en la sede de la Organización Sociocultural Sopena (Oscus) –una asociación civil internacional sin fines de lucro creada en España– de Santiago al 5000 y a partir de entonces, en las instalaciones de Nuestra Señora de Itatí, en el corazón de barrio Las Flores.