Las calles de Rufino, ciudad ubicada en el suroeste de la provincia, muestran en la mañana una tranquilidad propia de un lugar que se maneja a un ritmo distinto a una ciudad grande. A medida que el sol se asoma con más fuerza empiezan a verse a más personas en actividad. En la avenida Presidente Perón, uno de los principales accesos, la gente se saluda en la vereda como si fuese una gran familia. Sin embargo, lo que parece ser un lugar calmo esconde un problema. En el hospital local (Samco), las autoridades están preocupadas por la gravedad de los casos de adicciones que atienden. Al lugar ingresan adolescentes con ese problema desde los 12 años. La manera en que se drogan es otro aspecto que llama la atención, ya que sale de los consumos que generalmente más comunes como fumar marihuana o aspirar cocaína.
Dos integrantes del equipo interdisciplinario de Salud Mental del Samco recibieron a Rosario3.com: la directora, Paula Garófoli, y la psicóloga Noelia Bonino. Ambas describen que siguen caso por caso y que necesitan más recursos y más coordinación con otras instituciones del municipio. Sostienen que la cantidad de pacientes no es un problema, sino la gravedad que presentan algunos en sus adicciones.
El equipo se formó el año pasado, debido al incremento de consultas o asistencias que se hicieron en el hospital. En 2016 también colocaron cámaras de videovigilancia en los pasillos del lugar, ya que no cuentan con custodia de la Policía, salvo que la soliciten. De todas formas, sucedió en algunas situaciones que el único efectivo policial que se hace presente debe irse por pedido del comisario de la seccional 3ª, ya que es el único que está de turno para toda la localidad, que tiene unos 20 mil habitantes. "Hay pacientes que son violentos, que están fuera de sí, y uno tiene que pedir ayuda", afirmó Garófoli.
Mientras este cronista entrevistaba a las dos trabajadoras en un acogedor consultorio, irrumpió en la escena una empleada al grito de "se nos fue, se nos fue". Se trataba de un adolescente que fue internado contra su voluntad por adicción a las drogas y que se escapó. "Es algo de todos los días. Es complejo", manifestó esa mujer, llamada Mónica González, que respiró profundo y se sumó a la mesa.
La localidad del departamento General López está literalmente dividida. Según explicaron a este medio las empleadas del Samco, las vías del tren que atraviesan por toda la ciudad dejaron a un barrio de un nivel socioeconómico más alto por un lado, y por el otro al barrio Norte, donde se encuentran las familias que tienen mayor grado de vulnerabilidad económica.
Tipos de consumo
Según precisó la psicóloga Noelia Bonino, algunos tipos de consumo son llamativos. "Más allá de casos por consumo de marihuana o cocaína, a veces recibimos a chicos que muelen pastillas de clonazepam, paracetamol y comprimidos para la presión y después aspiran esa mezcla", comentó.
"Las pastillas las consiguen gratis acá porque se las recetan los médicos cuando vienen por otros problemas sus familiares o ellos mismos. Es complejo el panorama. El gas es otra manera de drogarse para algunos. Vienen y te manifiestan que inhalan gas butano de una garrafa", dijo.
"Hemos registrado a personas que vienen al hospital y directamente se tiran en los pasillos para que los vayamos a atender. Los asistimos, les hacemos el lavaje gástrico correspondiente y se van. Después vuelven a hacer lo mismo. A veces, mientras están internados vienen quienes les venden droga y los convencen para que se vayan. En otros casos les dejan estupefacientes en el baño cuando tienen abstinencia", describió por su parte Mónica González.
Otro tipo de casos que preocupa a las autoridades es la colocación del "cartón" o LSD en los ojos. Se trata de un mecanismo para que el efecto sea "más rápido y potente". Esto también hace que el paciente además tenga que recibir curaciones en su vista, ya que suelen ingresar con irritaciones importantes.
De acuerdo a la información brindada por una fuente judicial de Rufino, a finales del año pasado una joven de 18 años estuvo internada en el hospital unas dos semanas. Comentó a las autoridades haber consumido "una sustancia más fuerte que la cocaína". Hasta el momento no pudo establecerse qué ingirió.
Rufino está situada a unos 260 kilómetros de Rosario. Está atravesada por las rutas nacionales 7 y 33, que son consideradas por el Ministerio de Seguridad de la provincia como dos corredores "claves" en el tráfico de la droga que va a Buenos Aires y a Córdoba.
La ciudad del suroeste provincial no está caracterizada por generar empleo. Los trabajos suelen estar ligados a la actividad agropecuaria o bien a la planta que allí tiene La Serenísima. Sin embargo, el contexto económico de los últimos años favoreció la venta de drogas, ya que según entienden autoridades municipales es “plata fácil que no te la da otro trabajo”.
Rehabilitar, algo problemático y costoso
Algunos familiares de personas que presentan problemas de adicciones a las drogas comentaron a funcionarios judiciales que llevarlos a una "granja" donde se puedan rehabilitar puede costar entre 12 mil y 20 mil pesos. A ese valor se le agrega el costo que genera el transporte, ya que ese lugar está ubicado a varios kilómetros de la ciudad.
Desde la Secretaría de Desarrollo Social del municipio explicaron a Rosario3.com que a quienes desean rehabilitarse los integran a talleres de deporte y cultura. Además costean el traslado hasta el lugar donde hacen el tratamiento.
"Nos encontramos en muchas ocasiones con que el problema está presente en la casa, porque tienen familiares con el mismo problema de adicciones, ya sea por droga o por alcohol. En esos casos también se aborda a la familia y se da un seguimiento", señaló Sandra, trabajadora social e integrante del equipo interdisciplinario de Desarrollo Social.