Los castigos suelen relacionarse con los sentimientos que experimenta el adulto en esa situación. Se debe privilegiar al niño y determinar si es una situación perjudicial o no para él. El método que elijamos para educar debe dejarle una enseñanza superadora.
En un primer momento el castigo parece eficaz pero a largo plazo no lo es ya que genera sentimientos de rebeldía, rechazo o culpa en el pequeño. Es necesario evaluar ante una situación conflictiva qué es lo que se quiere lograr: que deje de hacer lo que está haciendo, que coopere, que respete una indicación y con ello aprenda a respetar a los adultos, que entienda quién es la autoridad, evitar el ridículo o que valore el sacrificio que está haciendo el adulto.
Los castigos no suelen repercutir positivamente en los niños, sus consecuencias suelen ser negativas en la etapa de crecimiento y de mayor aprendizaje de los pequeños. Si no logra comprender lo que se le pide, retarlo puede resultarle confuso, generarle culpa por su accionar, baja autoestima, un sentimiento de inferioridad ante el adulto, limitando su criterio a la hora de tomar decisiones propias.
Los niños están en una etapa de desarrollo. Es importante que se les ayude a interpretar lo que sienten y qué deben hacer con ello. Las situaciones conflictivas pueden deberse a cuestiones de la edad como la adquisición de nuevas habilidades o la necesidad de mayor independencia; según sus gustos como la vestimenta que quieren llevar, la comida, o los juegos; o en relación a sus necesidades, ya sea que tengan hambre, sueño, estén aburridos, nerviosos o sobrepasados por alguna situación que les tocó vivir.
Antes de castigar y buscar la solución más fácil, se puede aprovechar la situación para enseñar algo que le sirva para la próxima vez y toda la vida. ¿Qué se puede hacer entonces?
1) Controlar las emociones. Propias y las del niños. Identificarlas. Saber qué originó la situación conflictiva. Anticiparse.
2) Acercarse a ellos con cariño, redirigir la furia, con amabilidad y sin darle un sermón. Bajar el tono de voz. Explicarles lo qué puede ocurrir y cómo actuar.
3) Empatizar: hacerle saber que se comprende lo que él quiere pero que es algo que no se puede, que hay otra opción, que es peligroso.
4) Buscar opciones para otro momento, que sean limitadas y concretas.
5) Si no quiere hablar, puede que quiera estar solo. Hay que respetarlo y hacerle saber que cuando quiera retomar la conversación ahí vas a estar porque lo amas y querés buscar una solución al problema.
6) Sin castigos y sin premios: Dar opciones. Es frecuente que para no caer en el castigo, se opte por brindar premios. Si se los premia para obtener ese aprendizaje responsable que se busca, se les enseña que deben hacer las cosas para obtener la aprobación, de modo así que su comportamiento comienza a depender de si hay o no un premio.
Educar no es fácil. El ejemplo es la base de la imagen que los niños se hacen de los adultos y los imitan. Se debe tomar el tiempo para educar desde el respeto, con firmeza y cariño al mismo tiempo.
*Asesoró: Dra. Nora Zonis, Pediatra, Swiss Medical Center (MN 117.822)