El viernes se despertó del coma Benjamín Biñale, el nene de 8 años baleado en la cabeza cuando estaba por jugar un partido de fútbol. Este domingo pasó de la terapia intensiva del hospital Vilela, a una sala común. Se acuerda de todo lo que pasó y tiene un hambre voraz. “Es un milagro”, dijo su papá, Javier.
En contacto con Radiópolis (Radio 2), Javier habló del nuevo desafío que le espera a su hijo: vivir con una bala en la cabeza. Los médicos prefirieron no extraerle el proyectil por el riesgo que suponía la cirugía. Quedó encapsulado, detrás de su oreja derecha y es probable que nunca se lo quiten.
Javier contó que Benjamín recuerda todo sobre aquel día. Mejor dicho, casi todo. No sabe todavía que el chichón que tiene en la cabeza fue por una bala perdida. El próximo paso, será contarle con la ayuda de psicólogos.
“Yo salgo con mi hijo caminando del hospital”, reiteró Javier. Y eso supondrá bastante trabajo también desde lo emocional.
Consultado sobre la persona que disparó, Javier aseguró que confía en la Justicia y que su única preocupación es la recuperación de su hijito, pero señaló que espera que quien haya sido se haya dado cuenta que pudo haber arruinado a una familia.
Con todo, Benjamín –contó Javier– se encuentra muy bien de ánimo –“acelerado”– y con ganas de comer todo el tiempo: “Me pide café con leche, ñoquis... es terrible”. E increíble. Hasta la semana pasada, Benjamín estaba en serio riesgo de vida.
Benjamín recibió en su cabeza un impacto de bala de origen incierto cuando se preparaba para jugar un partido de fútbol el pasado sábado 17 de agosto en el club Pablo VI. Sus padres, familiares y amigos se mantuvieron todos estos días en el Vilela orando y pidiendo por su recuperación.