Bianca es de Brasil y hace seis años que vive en Rosario, ciudad en la que se instaló para estudiar ingeniería civil. Para pagar el alquiler y los impuestos, comenzó a trabajar como moza en un bar donde se cruzó con un cliente que, según denunció, comenzó a acosarla. Por miedo y ausencia de respuesta de las autoridades, expuso en redes sociales su situación. Fue por su publicación que otra víctima del mismo acosador, identificado como N.A., le escribió y contó que lleva más de dos años sufriendo acoso y amenazas. Entre las dos suman 24 denuncias contra el hombre.
El primer contacto que Bianca tuvo con este hombre fue en su lugar de trabajo cuando ella se acercó a preguntar qué iba a consumir y según detalló a Rosario3, en un ida y vuelta amable la joven le dijo cómo se llamaba. Desde entonces comenzó a seguirla en redes sociales y comentarle cada historia que ella subía.
Días después la estudiante de ingeniería civil se sumó a un grupo de WhatsApp de inquilinos y propietarios porque estaba en la búsqueda de un departamento para alquilar. Allí estaba N.A. que le escribió por privado ocultando su identidad a pesar de no tener ninguna propiedad para ofrecer.
Desde entonces, comenzó a ir todos los días al bar donde trabajaba Bianca. Ese fue el principio de alarma. Algo no estaba bien. La joven decidió hablar con los dueños del local y cuando él llegaba, ella no atendía esa mesa. Pero la situación empeoró. “Me seguía en la calle, yo entraba a un kiosco y él estaba atrás y me saludaba como si fuera casualidad”, contó una de las víctimas a este medio.
Una de las cuatro veces que la frenó en la calle para “declararse” le tocó el rostro sin su consentimiento y Bianca acudió a la comisaría y denunció los reiterados hechos de acoso de una persona a la que no conocía. Desde entonces, empezó a verlo todos los días en el local que está enfrente de la parada de colectivos que ella usaba e incluso este año se inscribió a la Universidad Tecnológica Nacional donde Bianca estudia a pesar de tener una restricción de acercamiento.
La joven estudiante envió una carta a la casa de estudios pidiendo ayuda. Archivó junto al escrito las nueve denuncias que realizó en contra de N.A. pero no tuvo respuesta favorable. “Me dijeron que busque abogados y que ellos no podían hacer nada porque el acoso no es en la facultad”, apuntó Bianca.
Además, el denunciado realiza contradenuncias y la acusa a ella en redes sociales y en los grupos de estudiantes. Por parte de la Justicia, tampoco hubo medidas eficaces, incluso fue notificada recientemente que la causa sería archivada “por no presentar pruebas en donde comprometa mi seguridad”.
“Desde hace un año tengo miedo. No salgo sola a la calle y empecé a tomar medicamentos por ataques de pánico”, contó muy angustiada la joven que incluso este año dejó de estudiar para no cruzarlo y viajó a ver a su familia que desde el país vecino vive con mucha preocupación por su hija.
Luego de exponer su infierno en las redes sociales, Bianca recibió un mensaje de S., otra mujer que lleva más de dos años siendo acosada y amenazada por N.A., con quien nunca había cruzado palabra.
S. no quiso exponer su identidad porque vive aterrorizada. Sin embargo le contó a Rosario3 que está “hecha plomo”, cansada de denunciar y que el acosador viva la libertad que ella y Bianca perdieron.
“Me acosa, me hostiga, me persigue, me amenaza, me quiere violar, me quiere eliminar y me quiere exponer en una vitrina. Pero las locas somos nosotras. Rompe la perimetral el mismo día que lo notifican, me espera abajo de mi casa o se hace presente en mi lugar de trabajo. Mi cara circula en todas sus redes sociales, exponiendo mi dirección, mi lugar de trabajo, mis datos personales, pero las locas somos nosotras”, escribió en el texto que compartió para denunciar públicamente la situación.
La respuesta de la Justicia fue dictaminar una prohibición de acercamiento de 200 metros ya que nunca tuvo "vínculo afectivo ni nada con él”, de acuerdo a lo manifestado por S.. Medida que es violada, según denuncia, desde 2021.