“Los que tienen pulsera azul para la derecha, los de la pulsera fucsia a la izquierda, por favor vayan avanzando y respetando el distanciamiento”, vocifera un hombre calvo con una pechera naranja en el ingreso a la ex Rural. Son las 9 de la mañana y el movimiento es intenso, el predio se divide en tres salas y en todas ya hay gente esperando su turno para recibir una dosis contra el coronavirus.
Pero la vida en el vacunatorio más grande que tiene la provincia de Santa Fe, empieza mucho antes. Desde las 7 de la mañana, personal de seguridad toma la temperatura y le da la bienvenida a los más de 300 trabajadores que llevan adelante el operativo. Tras tantos meses de trabajo, todos ya saben muy bien qué hacer, pasan el control sanitario, dan el presente, toman sus elementos y se dirigen a sus puestos.
“Yo soy muy ansiosa, a las 7 ya estoy acá y empiezo a ordenar todo”, contó a Rosario3 una de las vacunadoras, mientras repasa minuciosamente con un algodón la mesa y la bandeja con la que luego recorrerá cada una de las sillas aplicando las dosis a los ciudadanos que la esperan también con ansiedad y, antes de que el vacunatorio abra sus puertas, ya empiezan a amontonarse en el ingreso.
En total, son 40 módulos de vacunación, cada uno de ellos está integrado por tres personas, un vacunador, un asistente y un encargado de subir en tiempo real los datos al sistema federal. “Generalmente aplicaba unas 70 dosis diarias, pero ahora que se aceleró todo, estoy llegando a 100 por día”, destaca la mujer que hace 18 años trabaja en distintos efectores de salud.
La previa a recibir a los pacientes se vive con una vorágine disímil, están quienes ya tienen todo preparado en su puesto y esperan, otros limpian hasta último minuto y están los que aprovechan para desayunar algo rápido antes de que den ingreso a los voluntarios para vacunarse.
“Yo creo que nosotros acá adentro aún no dimensionamos lo que estamos haciendo, pero la gente que viene a vacunarse sí”, analizó el coordinador de Dispositivos Territoriales del Ministerio de Salud, Sebastián Torres. “Muchos vienen vestidos con su mejor ropa y te dicen que es el día más importante de su vida, tenemos que entenderlo así”, remarcó.
Se acercan las 8.30, de a poco empieza a entrar la gente y el mecanismo empieza a funcionar, una joven con la pechera de la Provincia los va acomodando en las distintas filas de asientos, en simultáneo, los asistentes de cada puesto pasan pidiendo los documentos para cargar al sistema. “Perdoná, ¿qué vacuna es la que me van a poner?” pregunta una mujer de unos 40 años. Ante la respuesta, elige retirarse sin ser vacunada, esperaba la de otro laboratorio.
“Esto pasa todo el tiempo, muchos vienen y como no les gusta la vacuna que les toca, prefieren irse y pierden el turno”, explicó a este medio la joven acomodadora, mientras seguía avanzando por el salón y ubicando a los voluntarios a inmunizarse contra el coronavirus.
La mujer que se negó a recibir la dosis, intenta gestionar una reprogramación del turno, algo que no es posible y menos por los motivos que ella esgrime. “Muchos se van y no vuelven, otros empiezan a venir todos los días hasta que esté la vacuna que buscan, ahora el furor es la Sputnik V”, relató otro de los trabajadores del predio.
Según reveló el joven, existe una suerte de gris en el sistema que no muchos saben pero que otros aprovechan. “Una vez que tenés el turno, vos ya tenés una vacuna asignada, si no venís el día que te corresponde, podés venir al siguiente o unas semanas después, eso está pensado por si estás transitando la enfermedad cuando te convocan o por si te vacunaste contra la gripe”, explicó.
Lo que algunos hacen es distorsionar el sentido de esa permisibilidad y acercarse al vacunatorio todos los días hasta que estén aplicando las dosis que quieren. “Ingresan con el turno ya asignado, llegan hasta el puesto, preguntan qué vacuna hay y deciden si quedarse o no”, añadió. Si se van, al no ser inmunizados no quedan cargados en el sistema y por ende siguen figurando con turno asignado pero sin dosis aplicada.
“Acá todas las vacunas que tenemos son buenas, se dicen muchas cosas y la gente tiene miedo, pero tratamos de explicarles que son seguras y que los efectos adversos son similares a los de cualquier otra vacuna”, sostiene otra de las enfermeras mientras espera que sus compañeros terminen de corroborar que todos los que están sentados, cuenten con el turno y los requisitos para ser inmunizados.
En simultáneo, en el puesto de al lado un joven vestido de ambo morado se posiciona frente a las 10 personas que acaba de inocular y comienza a gesticular para responder las dudas más frecuentes que le fueron haciendo desde el inicio de la campaña de inoculación contra el coronavirus.
“Tener una dosis no quiere decir que ya pueden hacer lo que quieran, hay que seguir con los cuidados. No tienen que volver a anotarse para recibir la segunda dosis, esperen que les va a llegar el turno. Los que se preguntan por la pastilla azul (viagra), si su médico los autorizó, pueden seguir usándola sin problemas”, vocifera entre las risas de su público cautivo.
Dentro de su discurso, el joven enfermero sumó también una explicación sobre la seguridad de las vacunas, cuáles son los efectos secundarios más comunes y cómo actuar en cada caso. “La idea es llevarles tranquilidad y también contestar cosas que muchos no se animan a preguntar pero que tienen dudas”, explicó mientras se preparaba para vacunar al siguiente lote de diez personas que ya lo esperaban sentadas.
El reloj se apronta a marcar las 10 de la mañana, el vacunatorio está en su hora pico y es un hormiguero de gente con protocolos. En las sillas, hay una población heterogénea de personas, algunos no esconden su emoción y le agradecen a los trabajadores del operativo, otros simplemente esperan ser inoculados para continuar con su rutina.
“Perdoná, ¿no me sacarías una foto con el carnet?”, pregunta una mujer sonriente a otro de los voluntarios. “Es que me dieron la segunda dosis y quiero compartirlo, ahora ya estoy más tranquila, me siento segura”, señaló mientras mostraba el doble tilde que confirmaba que completó su esquema de inmunización. Más informaciónAlberto Fernández fue a recibir a Ezeiza otras 934.200 vacunas de AstraZeneca
Sukerman, luego de ser interpelado por diputados: "Ya hay una persona separada de su cargo y vamos a seguir investigando"
Vacunarse o no vacunarse: el dilema de los voluntarios que participaron de ensayos clínicos
Llegaron las primeras 811 mil vacunas de AstraZeneca fabricadas en Argentina y México