Pausa, encuentro, charla, silencio. El café da para todo. Como decía Giuseppe Verdi, “es un bálsamo para el corazón y el espíritu”. Y este domingo el mundo celebró su día, el Día internacional del Café, así dispuesto desde 2015 por la Organización Internacional del Café (OIC).
La OIC, establecida en 1963 con el apoyo de Naciones Unidas, estableció esta fecha celebratorioa para visibilizar a toda la cadena industrial: productores, cosechadores, y trabajadores de la molienda, artífices del energizante brebaje negro, una de las bebidas más consumidas en el planeta. Se calcula que todos los días se toman 1.400 millones de tazas en todo el mundo.
He aquí pues, una canción, un documental, una historia y una “verdad” resumida en el título de un libro.
Una canción. The coffee song (La canción del café), de Frank Sinatra. “La voz” era un gran amante del café y esta canción es una oda con tono de humor sobre la abundancia de este elixir en Brasil.
Un documental. The coffee man (El hombre del café), de 2016 retrata la pasión y dedicación del barista Campeón Mundial en 2015, Sasa Sestic; pero también “desgrana” esta industria de especialidad.
Una historia. El "cafè sospeso", la tradición italiana que Rosario adoptó como “café pendiente”. Nació en Nápoles en el siglo XVII y se extendió por el mundo. Quien se toma un café deja otro pagado para alguien más, un desconocido que lo necesite. “Cuando alguien es feliz en Nápoles, en lugar de pagarse una taza de café para sí mismo, simplemente paga una para alguien más; es como ofrecerle una taza de café al resto del mundo”, resumió el escritor, director y actor napolitano Luciano De Crescenzo, autor del libro "Il caffè sospeso".
Una verdad, dicha en el título de un libro. La gente feliz lee y toma café, de Agnès Martin-Lugand. Trata sobre el duelo de una mujer que perdió a su marido e hija.