Astrónomos de la Universidad de Florida, Estados Unidos, descubrieron que un tercio de los planetas que orbitan alrededor de estrellas enanas rojas podrían ser habitables, dado que podrían contener agua líquida en su superficie, lo que los convierte en candidatos idóneos para albergar vida.
La conclusión surgió de una nueva investigación publicada en la revista Procedimientos de la academia nacional de ciencias. Mediante el estudio, se encontró que los sistemas estelares con múltiples planetas son más propensos a tener órbitas circulares, permitiéndoles retener agua líquida, y con ello, vida.
La profesora de astronomía de la UF Sarah Ballard y la estudiante de doctorado Sheila Sagear publicaron sus hallazgos la semana del 29 de mayo en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias. Ballard y Sagear estudian desde hace mucho tiempo los exoplanetas, esos mundos que orbitan estrellas distintas al sol.
"Creo que este resultado es realmente importante para la próxima década de investigación de exoplanetas, porque los ojos se están desplazando hacia esta población de estrellas", dijo Sagear. "Estas estrellas son excelentes objetivos para buscar pequeños planetas en una órbita en la que es concebible que el agua sea líquida y, por lo tanto, el planeta sea habitable".
Sagear y Ballard midieron la excentricidad de una muestra de más de 150 planetas alrededor de estas estrellas enanas M, que tienen aproximadamente el tamaño de Júpiter. Cuanto más ovalada es una órbita, más excéntrica es. Si un planeta orbita lo suficientemente cerca de su estrella, aproximadamente a la distancia que Mercurio orbita alrededor del sol, una órbita excéntrica puede someterlo a un proceso conocido como calentamiento por marea. A medida que el planeta se estira y se deforma por las fuerzas gravitatorias cambiantes en su órbita irregular, la fricción lo calienta. En el extremo extremo, esto podría hornear el planeta, eliminando toda posibilidad de agua líquida, según publicó el portal científico Phys.org.
Los datos provienen del telescopio Kepler de la Nasa, que captura información sobre exoplanetas a medida que se mueven frente a sus estrellas anfitrionas. Para medir las órbitas de los planetas, Ballard y Sagear se centraron especialmente en cuánto tiempo tardaban los planetas en moverse por la cara de las estrellas. Su estudio también se basó en nuevos datos del telescopio Gaia, que midió la distancia a miles de millones de estrellas en la galaxia.