Existen personas que no logran enamorarse ni entablar vínculos amorosos. Existen otras que tuvieron una sola compañía y la mantienen contra viento y marea. Pero también existen los que siempre están en pareja y, sí sufren una ruptura amorosa, automáticamente buscan nueva compañía. En psicología, esta forma de vincularse en continuado, sin pausa oxigenante, es conocida como “relación liana”.
“En estos casos, lo que falta es un proceso de duelo, un proceso que consta de diferentes etapas que debe atravesar una persona”, advierte la licenciada en psicología Eliana Álvarez (M.N. 68.245), según publica TN.
Este tiempo interno puede durar un año, aunque no quiere decir que una persona no pueda empezar otra relación de “manera saludable” antes, porque los tiempos son “muy relativos en psicología” y cada persona es diferente.
Álvarez indica que tiene que haber un momento de reconstrucción de esa ruptura o de esa pérdida. Hacer de cuenta que no pasó nada no es lo conveniente, ya que faltaría una elaboración, una conclusión a esa etapa.
No darle ese cierre, puede tener consecuencias en un futuro próximo o lejano. “De alguna manera, al no poder procesar esa parte de su vida, hace que la persona quede desconectada”, asegura.
En su consultorio, Álvarez ve casos de personas que el viernes terminan con una pareja y el sábado comienzan con otra.
La personalidad dependiente es otro factor posible, y, en ese caso, “habrá que ver qué relación tuvo con sus padres, para determinar si está siguiendo algún patrón de conducta que lo traspasa a la vida amorosa”.