“Con todo respeto señor Jota, ¿me puede dar un saludito para mi hija Dulce?” La voz llega apagada por los recovecos del pasillo que absorben el sonido. Es mediodía en Rosario y la insistencia del sol obliga a los vecinos de la barriada de Tablada, a permanecer en sus casas a pesar de que allí, también el aire es sofocante. Muchos otros, carentes de algún techo bajo el cual guarecerse, deambulan expuestos a su calor abrasivo. La villa en verano es un infiernito, una escueta pero contundente manifestación de las distantes estadísticas de pobreza.
Julio Darío Intorbida, alias Jota o Freej0ta, accede amablemente al pedido. La sonrisa plena exhala orgullo por el reconocimiento de los suyos, los vecinos de su rincón natal. El hombre saca un celular del bolsillo y se lo da al que sabe de estas cosas. “Dulce acá Freej0ta te deja un saludo, mirá mis videos. Espero que estés muy bien, te quiero mucho”, le dice a la camarita, grabando el mensaje para su seguidora.
Freej0ta tiene más de 55 mil seguidores en Instagram, más de diez mil suscriptores en su canal de Youtube y casi 35 mil seguidores en Tik Tok con contenidos viralizados. Su fama en ascenso no se debe tanto a su costado de cantante de Rkt y trap –géneros en los que incursionó mientras estuvo detenido por homicidio y robo–sino por su “motovlog”, el trabajo que realiza hace un par de meses y, que consiste en registrar con su celular, desde su XR 150 en marcha, la escena más incómoda de la ciudad, la miserable existencia de muchos vecinos sin filtros.
“Nadie puede decir de que yo digo algo que no vivo. Toda la vida fui de calle, siempre fui real. Yo estoy queriendo concretar un sueño y no agarro una pistola. Agarrar el camino malo es fácil. Pero el camino difícil, el de cambiar, no lo agarra cualquiera”, sostuvo el músico, hoy de 36 años y según remarca, alejado totalmente del mundo delictivo.
El primer motovlog del país
En Tablada, Jota juega de local. En el sur rosarino, atravesó su infancia y juventud, se enamoró, maduró como delincuente, fue escondido y protegido cuando lo buscaba la Policía. Cayó preso entre 2016 y 2021 y ahora, años después, a pesar de que vive con su familia en la otra punta de la ciudad, es recibido como un hijo más, al punto que los habitantes del pasillo de Dean Funes al 200 bis le dan la llave de los portones de ingreso y egreso que ellos mismos colocaron para ponerle coto a los que no se “rescatan”. Los cerramientos a los pasillos, también conforman una alternativa a la que apela el Estado para tratar de pacificar una zona y, contrariamente, los narcos, en su afán de territorializar su negocio.
Las casitas de material se apilan, hacen fuerza para meterse todas en un puñado de metros. El control de acceso y egreso les brinda a sus habitantes algo de paz. “Acá estamos re piola, pero al otro lado no vamos, no se puede”, advirtió un vecino señalando con la mirada, todo lo que hay detrás del portón. Hacia allá va Jota, con su moto y su particular cámara – pegó su celular al casco con cinta aisladora y le agregó un aro de luz—desafiando cualquier límite o barrera de los más “kapangas”. Una vez que cierra la puerta deja atrás ese tramo del pasillo, y lo retoma cuesta arriba hasta alcanzar el puente del bajo Ayolas que conduce a bulevar Segui.
Todo lo que sucede queda registrado en su teléfono, incluso el paso de Rosario3 por la desvencijada y herrumbrada estructura suspendida en el tiempo. El motor ruge y Julio a su paso, recoge escenas de la barriada adormilada aun. Una señora se asoma de una vivienda precaria y gris, totalmente desprovista. Por allá sale a torear un cusquito, pero enseguida mueve la cola. Lo sigue un pitbull que se queda bien en el molde, olfateando la vecindad del motociclista.
Soy yo, Jota
Con este material nutre su motovlog, un proyecto que gestó en su infancia mientras pateaba los barrios con el anhelo de hacerse músico pero, concretamente, surgió el 15 de julio pasado: “Decidí lanzar un tema llamado "Rosario Tour" y empiezo el proyecto de hacer motovlog recorriendo los barrios y villas de Rosario, mostrando las diferentes realidades de la ciudad. Creo que a Rosario le faltaba un creador de contenido, una persona que se pudiera meter a los barrios y mostrarlo en su naturalidad para que la gente conozca sus problemas y la carencia que sufre la gente de los barrios marginales”, explicó y añadió en ese sentido: “Mi objetivo es mostrar a la gente buena de los barrios estigmatizados, son personas normales que muchas veces son discriminados por donde viven”.
Los recorridos en moto son intercalados con otros videos de pura acción. “Empecé a hacer videos de corridas –secuencias de persecución por pasillos– que creaban controversia entre la gente que comentaba. Entonces, le puse intensidad y me volví actor. Tranquilamente, puede ser una escena cinematográfica y bueno –destacó— el fin es que alguien vea el trabajo que hacemos y nos llamen de Buenos Aires, sería un sueño cumplido”, dijo y reconoció que sus materiales son monetizados y le permiten tener un ingreso económico módico. “No soy millonario”, aclaró y agregó risueño: “Todavía”.
En los videos participan vecinos y vecinas de los barrios que visita. Freej0ta convoca a todos, sin mirar apellidos ni prontuarios, porque el propósito, según remarcó, es promover la inclusión, pero sobre todo, de los más pibes. “Muchos chicos están en el barrio con otra mentalidad, con cosas que no son estas, y cuando yo llego les puedo sacar una sonrisa o alejarlos por un rato de la realidad que viven. Les puedo dar un sueño porque si ven que yo puedo, ellos pueden también”, resaltó.
Luego, aseguró que una vez que publica estos contenidos en sus redes tras la edición de Yerimen, “los pibes se quedan mirando por días los videos, se re copan y les abre nuevas puertas porque la idea es esa, que todos podamos tener una salida salida laboral, esto sería lo genial”, se entusiasmó. “Le doy la oportunidad a la gente que a que se exprese, muchos mandan saludos, incluso hay muchos que ha encontrado a personas a través de mis videos”, resaltó y recordó a un chico que en uno de sus recorridos en moto compartió ante su cámara el consejo de buscar el buen camino. “Ese video tiene como mil likes, es un pibe diciéndole a otros pibes que es posible hacer las cosas bien”.
Pero no siempre ha sido bienvenido. Según contó y respaldó con un video que se hizo viral, la tercera vez que ingresó al barrio Municipal para grabar, unos muchachos, también en moto, lo encararon con un arma. “Me asusté, aceleré a más no poder y los perdí. Pude haberlo perdido todo, pero dio el boom. Me emocioné cuando me di cuenta que funcionaba y que yo era el primero en crear un contenido así, corte que se sepa que el primero que hice motovlog acá en Rosario fui yo”, subrayó. En esa oportunidad, decidió pixelar los rostros de sus agresores. “Yo voy a los barrios buscando a la gente buena para filmar y así ayudar a los que quieren y permiten que los ayude. Después, con la gente que no me tengo que meter no me meto. Yo tengo videos crudos que se ven muchas cosas, pero yo no lo saco en Youtube. Trato de no herir a nadie, solo subir lo que vale la pena".
“Fui a los barrios más populares y reconocidos de Rosario como barrio San Francisquito, Bolatti, Las Flores, La Granada, Empalme, Ludueña, Tío Rolo y La Lata, entre otros, pero todavía me faltan por recorrer muchos más”, repasó y brindó la clave de acceso a zonas que para otros son intransitables. “Acá entro y salgo porque yo me crié en Tablada, pero ando por un montón de lugares, a algunos recién los estoy conociendo. ¿Sabés cómo lo logro? Con respeto, siendo verdadero, real. Siempre fui real. A mí, lo único que me manchó fue haber sido delincuente, haber tenido problemas con las drogas, pero no de esas cosas que no podés cambiar en la vida”, expresó y apuntó: “Cuando caí preso, cambiaron mucho los códigos de la calle. A mí me encerraron y no me afectaron todos esos cambios. Entonces, cuando salí, salí con los códigos viejos con ese respeto intacto”.
El sol ya está clavado bien arriba desparramando sombras abajo. Como si fuese una entidad viva, la basura, en sus múltiples formas, se acomoda en cualquier rincón vacío, a fermentarse. Destila un aroma dulce que se impregna inexorable. A Julio no le es indiferente, tampoco la indigencia que lo rodea, sentado en uno de las escalinatas que cruzan su querida cuna. Nota la carencia a su alrededor y culpa a los “políticos que no se rescatan”. “La situación de estos barrios actualmente es de extrema pobreza, no hay trabajo, ni educación, esto lleva a los menores a delinquir o volcarse a la droga, y los que tienen que hacer algo para darle solución miran para otro lado”, opinó.
Tocar fondo y rasparse
Julio terminó el secundario el año pasado. Mientras estudiaba, nunca abandonó la música, que es su verdadera pasión. “Una persona como yo tocó fondo y lo raspó, hoy tiene otras oportunidades”, comentó como si pensara en voz alta, mientras avanzaba con la moto al costado, saludando a sus antiguos vecinos y vecinas. Una de ellas, es la mamá de un amigo suyo que falleció, según se rumorea, a manos de la Policía. A metros de su casita enrejada –en los asentamientos también sufren la inseguridad- su nombre escrito a mano cruza las grietas de un paredón. Jota acaricia las letras que él mismo pintó tantos años atrás. Es un tiempo pasado que intenta dejar atrás, pero que regresa constantemente a través del recuerdo.
“Estuve en (la cárcel de) Coronda y en todas las comisarías de Rosario y gloria a Dios, porque pude conocer muchas cosas y a mucha gente. Muchos me preguntan si no tengo miedo de meterme en los barrios y yo estuve con los peores de los barrios, sé cómo tratarlos. Y me respetan porque ¿cómo no van a respetar el avance de un pibe de barrio que quiere cambiar?”, cuestionó. “Yo estoy queriendo concretar un sueño. Y me di cuenta que no era un camino para transitar solo, porque aunque el cambio es principalmente de uno, no hay que ser egoísta y hay que tratar de compartirlo”, consideró. Y sumó al respecto: “Yo puedo mostrarle a los pibes del barrio que hay otras oportunidades. Solo hay que levantarse temprano y salir a buscarlas”.
Freej0ta da cuenta de esta posibilidad. “Muchas veces decidí mal. Pensé que consiguiendo bienes ajenos iba a ser más listo. Y me di cuenta que terminé perdiendo todo cuando fui detenido, aunque pude ver una banda de realidades”, se sinceró. “Lo que pasó con mi hermano –Jota fue preso por su asesinato en medio de una discusión entre ambos– me afligió mucho tiempo, sufrí encerrado pensando en lo que había hecho, porque aunque haya sido una pelea por un arma, que se terminó activando, fui partícipe de eso que sucedió”, subrayó.
Fue durante su estadía intramuros, que experimentó la necesidad de una modificación. “Me tengo que querer, no estoy tan mal, pero ¿cómo hago para cambiar todo lo malo que hice?”, recuerda que pensó por entonces. Jota contó que la música fue su salvoconducto: “Cuando empecé a sentir lo lindo que es conseguir logros, fue como un juego en el que cada día que lograba algo recibía una medallita. Nunca pensé que iba a llegar a esto con los videos que estoy haciendo y es lindo cuando uno empieza a sentir que logra cosas, la gente ya te mira diferente, me dice «vos sos un gran ejemplo» y me hace sentir orgulloso”.
Jota se despidió de Rosario3, rumbo al norte. Su día seguía adelante con tareas pendientes y obligaciones familiares por cumplir. Subido a la XR, todo su cuerpo tatuado se inclinó para darle marcha. Una vez más, arrancando.