La Municipalidad envió este miércoles al Concejo un pedido de cambio de la fórmula de cálculo del precio del boleto de transporte urbano de pasajeros para poder subirlo con más contundencia y compensar la anunciada eliminación de los subsidios nacionales.
El intendente Pablo Javkin apuesta a conseguir los votos necesarios para que los ediles traten la modificación sobre tablas en la sesión de este jueves y aumentar el boleto en las próximas horas.
La fórmula actual de cálculo, ratificada en diciembre por el Concejo, le delegaba a la Municipalidad la facultad de aumentar el boleto de forma bimestral según el Índice de Precios al Consumidor (IPC) Nivel General de la Región Pampeana relevado por el Indec. Pero cuando el gobierno local impulsó esa fórmula no preveía un ajuste a nivel de shock en los subsidios nacionales al transporte como el ocurrido, y por eso ante el cambio de escenario pide una modificación.
La propuesta del Palacio de los Leones es volver a la bautizada "ordenanza Miatello” (porque fue propuesta por el ex concejal) que disponía la actualización en base al aumento del costo del boleto pero no más allá del 90%.
Y es que el aumento de los costos del transporte es mucho mayor al aumento del índice inflacionario general, y por eso –si los ediles aprueban la modificación– la Intendencia quedaría habilitada a subir el boleto más de lo previsto inicialmente.
En el Palacio de los Leones sostienen que necesitan esa atribución para hacer frente a la disparada del costo del boleto que, por la combinación de la inflación, la devaluación y el recorte total de subsidios nacionales, llegó a febrero a 1.343 pesos. Actualmente, un viaje en colectivo se paga 340 pesos.
En el resto del país, otras ciudades están subiendo el boleto en un rango que va de los 700 a los 1.200 pesos, y sobre esas bandas proyecta moverse Javkin.
Si bien la eliminación total de los subsidios al transporte (que representan casi 180 pesos por ticket) expone las urgencias financieras del sistema, el ajuste ocurre sobre un sistema de subsidios que ya estaba en profunda crisis.
Por caso, desde octubre el gobierno de Alberto Fernández había congelado el monto de los aportes nacionales, pese a que entre ese mes y noviembre el costo total subió 73 por ciento, lo que provocó un fuerte desfinanciamiento del sistema y tensó al máximo el estado financiero de las empresas transportistas. En concreto, el costo pasó de $427 en octubre del año pasado a $742 en diciembre. Y de diciembre a febrero saltó, como se dijo antes, a 1.343; esto es más de 3 veces en cuatro meses.
Es más, el precio del boleto en Rosario quedó tan retrasado (no solo frente a los costos), sino en términos comparativos con precios de otros bienes, que hasta se quebró la vieja equivalencia con un café en un bar, que hoy ya ronda los mil pesos.
Por otro lado, el ajuste nacional, en verdad, ya comenzó en enero porque el gobierno no realizó los envíos previstos. Incluso, tampoco destinó al fondo que subsidia el boleto de transporte lo correspondiente por el aumento del impuesto a los combustibles que aplicó este año.
La Intendencia argumenta el apuro del cambio de fórmula por la urgencia financiera de las empresas, públicas y privadas. No en vano, trascendió que este martes la firma Rosario Bus no tenía fondos para combustibles y se avecinaba un miércoles sin colectivos amarillos hasta que, casi sobre la hora, llegó un aporte adeudado nacional.
Un último dato suma a un panorama complicadísimo: la vuelta a clases y la salida del esquema de verano que requerirá incorporar más unidades, con el costo extra que supone para las empresas en este contexto.