Brad Pitt, que hace tan solo semanas anunció que pronto se retirará de la actuación, admitió que cree que sufre de prosopagnosia o ceguera facial, un raro trastorno que se caracteriza por la incapacidad de reconocer el rostro de las personas. El reconocido actor de 58 años dijo durante una entrevista con la revista GQ que le preocupa que su trastorno haya llevado a que las personas lo vean como "distante, inaccesible".
"¡Nadie me cree!", dijo el ganador del Oscar por "Érase una vez en Hollywood", al recordar que esto también es un obstáculo en entornos sociales, sobre todo en fiestas. Esta no es la primera vez que Pitt insiste con que tiene prosopagnosia.
"Muchas personas me odian porque piensan que les estoy faltando el respeto", le dijo a Esquire en 2013. "De vez en cuando, alguien me da contexto y digo: «Gracias por ayudarme». Pero hay gente que me odia porque piensan que les estoy faltando el respeto", aseguró.
"Hubo un año en el que simplemente dije, este año voy a afrontarlo y preguntarle a la gente dónde nos conocimos, pero todo empeoró. Las personas todavía se ofendían más e interpretaban mi problema como un gesto de vanidad o egolatría. Pero es un misterio para mí, simplemente no puedo recordar un rostro", relató Pitt.
Qué es la prosopagnosia
Se trata de una enfermedad neurológica llamada prosopagnosia, también conocida como "la ceguera de rostros", y se define como una forma de agnosia (incapacidad de procesar información sensorial) visual. Este trastorno no solo se caracteriza por provocar la incapacidad de reconocer caras de familiares o personas conocidas, sino incluso el rostro de uno mismo. Su singularidad radica en que aunque la persona que lo padece puede reconocer las diferentes partes de un rostro, no puede unificar esa información y procesarla como un conjunto. Alguien con este padecimiento puede no reconocerse a sí mismo, incluso aunque esté viéndose en el espejo o en una fotografía. Actualmente, se sabe que existen dos tipos de prosopagnosia: la congénita y la adquirida. La congénita (o del desarrollo) viene desde el nacimiento, y se debe a una interrupción en la comunicación entre diferentes partes del cerebro, por lo que el individuo no desarrolla adecuadamente la capacidad de reconocer rostros. Es padecida por el 2,5% de la población. La adquirida, en tanto, se debe al daño en el lóbulo temporal occipital provocado por accidentes cerebrovasculares, hemorragias o tumores, entre otras causas. Se encuentra con mayor frecuencia en adultos. Aunque no existe ninguna cura para esta afección, mucha gente que la padece tiende a enfocarse en características particulares de la persona para poder reconocerla, como una cicatriz, la forma de vestir o el tono de la voz.