Cada año, los 25 de noviembre las mujeres de todo el mundo salen a las calles para exigir el cese de la violencia machista, pero además para reclamar que los distintos gobiernos tomen medidas de prevención justamente para evitar cifras como las de Argentina: cada 37 horas se comete un femicidio. Interpelados, por esta fecha y estos números, surgió Privilegiados, un proyecto virtual de varones hetero cis que entendió que la prevención primero pasa por casa.

“¿Escuchate a algún amigo decir que la piba era una histérica o una loca porque no quiso tener sexo?”. “¿Te preguntaste cómo aparecen tus calzoncillos limpios en el cajón?”. “¿Cuestionaste tu masculinidad porque no te gusta el fútbol?”. Andrés Arbit, realizador de cine y publicidad; y Gustavo Gersberg, docente, guionista y director usan estos planteos como diparadores para pensar sus privilegios y obligaciones.

Desde Instagram –donde cuentan con más de 98 mil seguidores– o su canal de YouTube, empujan a “hacerse cargo, no victimizarse, reconocer y transformar, bancarse la crítica y no ponerse a la defensiva”.

Interpelados por el movimiento de mujeres que incansablemente levanta la bandera de “Ni una menos”, entendieron que su estatus de hombre bien merecía un mejor análisis. Que había una urgencia y una necesidad: replantearse “cómo estamos construidos culturalmente los hombres”.

Obedientes

 

Los códigos de la masculinidad hegemónica, hetero cis se imponen desde el nacimiento y muchas veces, se desarrollan en cimientos crueles y violentos, incluso para el propio hombre. Las frases “los hombres no lloran” o “eso es para maricones” están grabadas en la memoria de muchos y a medida que el varón avanza en edad, lejos de desaparecer, esos mensajes se disfrazan y se convierten en cargas. Los varones cis tienen que ser buenos asadores, analistas de fútbol agudos, seductores irresistibles; no pueden mostrar debilidad ni miedo, tampoco interesarse por “cosas de minita”, como el baile y la moda.

Los hombres han sido obedientes a ese mandato a cambio de un título de prestigio. Se les ha enseñado que ser hombre confiere una superioridad en la sociedad”, advierte la antropóloga argentina Rita Segato que acuñó la teoría de la masculinidad, que esclaviza a los varones y victimiza a las mujeres.

En el mismo sentido, pero en otro rincón del mundo, la feminista afroamericana bell hooks –ella misma decidió que su nombre se escriba en minúsculas– sostenía que la toma de conciencia feminista por parte del género masculino es tan esencial para el movimiento revolucionario, como los grupos de mujeres y lanzó una lúcida (y desafiante) aclaración: “No es cierto que los hombres no estén dispuestos a cambiar, tienen miedo de hacerlo”. Y de admitirlo, y por ende, de pensarse como parte del problema.

Conscientes

Privilegiados nació de esa opresión y de esa resistencia al cambio. Desde una mirada feminista, el proyecto que usa Instagram y Youtube como herramientas principales, busca generar un espacio de reflexión entre varones sobre sus privilegios y mandatos. Y a través de distintas piezas audiovisuales intentan generar conciencia.

“Ya veníamos trabajando con producciones a las que les cruzábamos el género como banda de análisis, pero sin un rumbo claro hasta que dimos con el sociólogo Jorge Elbaum que nos marcó la cancha diciéndonos «lo que necesitamos es hablar entre varones de nuestros privilegios»”, contaron los creadores a Rosario3.

El primer objetivo entonces fue armar una “lista de privilegios” que luego usarían como disparadores de contenido. Sin embargo, al pedirle ayuda a su amiga socióloga Lucía Rodríguez, se llevaron una sorpresa. “Nos devolvió una lista cuatro o cinco veces más larga y además un baldazo de realidad en todo lo que nos faltaba limpiar la lupa”, reconocieron.

Con la mirada ampliada, se dieron cuenta de otra cosa: no podían solos. “Somos como peces en el agua, no nos damos cuenta de que estamos mojados con nuestro machismo y como varones heteros cis solo podíamos hablarle a varones heteros cis. Es la única experiencia vital que conocemos, desde la cima hacia la cima de la pirámide de los privilegios”, señalaron.

Después de meses de preparación, en noviembre de 2018 lanzaron la primera publicación en su perfil de Instagram que decidieron llamar Privilegiados porque “era una forma de hacerse cargo, siempre en primera persona del plural. Sin señalar, sin hablar desde un pedestal. Porque no hay tal deconstrucción como un destino al que llegar, sino que se trata de un camino que debemos andar y desandar cuantas veces sea necesario”.

Además, aclararon que la palabra privilegiados no significa que tienen todo resuelto, sino que cuentan con acceso a ciertas oportunidades y ventajas que las mujeres o personas de la diversidad no tienen.

No más cómplices

Mediante videos en los que tratan, por ejemplo, desde la posibilidad de matar hasta la libertad para caminar tranquilos por la calle, buscan abrir debates. Con el mismo criterio, organizan charlas y talleres en sindicatos, empresas, escuelas y agrupaciones. El objetivo de Privilegiados es mostrar que hay una cultura patriarcal que otorga roles de género y que los varones muchas veces siguen un "guión de la masculinidad".

"Ese guión está repleto de prácticas, gustos y deseos con rasgos de la cultura patriarcal que alimentan a la idea del macho, o como decimos hoy, masculinidad hegemónica. Obviamente, va cambiando, surgen nuevas preguntas pero también nuevas resistencias”, observaron.

Sin embargo, se mostraron esperanzados porque “en todo tipo de organizaciones con varones de todas las edades a las que fuimos a hablar y debatir, siempre hay escucha. Hay un enorme reconocimiento a que estamos «desorientados» y el estado de desorientación, si se logra encarar con empatía, es una buena base para la transformación”.

Pero también son conscientes que “falta mucho porque las estadísticas de violencia continúan creciendo y hasta recrudeciendo”. Para que algunos varones dejen de acosar, abusar, golpear y matar a las mujeres, los fundadores de Privilegiados creen “que una de las claves está en cortar con las complicidades”: “¿Cuántos hemos escuchado a un amigo separado contarnos que no cumple con los compromisos con su familia y no hacemos nada? ¿O cuántos pedimos que se deje de mandar fotos íntimas de mujeres? ¿Qué hacemos cuando un amigo maltrata a su pareja?”. 

“Los golpeadores, los violadores, los femicidas no son monstruos. Son chabones criados en nuestra cultura, comparten nuestras calles, nuestros clubes y, posiblemente, nuestros grupos de amigos”, llamaron la atención.

Sobre cómo lidian ellos mismos con todos esos mandatos, el equipo apuesta a la escucha activa o empática. Es decir, prestarle atención a violencias que nunca vivieron ni van a vivir y trabajar colectivamente para transformar comportamientos masculinos que aportan a esas situaciones violentas. También mencionaron que es fundamental no creerse superhéroes “porque la masculinidad es jerárquica” y hacia ellos mismos.

Arbit, Gersberg, González y la reciente incorporación, Juan Pablo Ares, creen que victimizarse no es la salida y que ser "el ortiva del grupo" ayuda a que otros reconozcan patrones machistas y los modifiquen.

“Todo lo que se aprende se puede desaprender, hay que hacerse cargo de nuestras prácticas y transformarlas. Y animarnos también a habitar otras formas de ser varones, sin deslegitimar, juzgar, someter, ni pasar por encima del consentimiento de nadie”, concluyeron.