A los variados problemas ambientales que afectan a islas y humedales frente a la ciudad de Rosario, se suma, cada vez que se registra una bajante pronunciada del río Paraná, un aluvión de vehículos particulares. La falta de ordenamiento y el descontrol son la característica de los fines de semana.
Si bien la bajante de las aguas producida durante las últimas semanas de septiembre está asociada a los ciclos naturales del río y no se diferencia demasiado de la registrada durante años anteriores, desde el Grupo Autoconvocado “El Paraná no se toca” advierten el impacto ambiental ocasiona para la vida silvestre, la fauna ictícola y la vida de los isleños.
“Hay lugares frente a Rosario donde la bajante favorece el acceso de autos a la isla, y el hecho de que bajen con coches particulares para ir a casas o paradores de la isla forma parte de otro tema bastante más complejo: la ocupación urbana frente a Rosario, en una zona de isla bastante extensa que pertecene a la Municipalidad de Victoria”, explicó, en diálogo con Rosario3 Jorge Bártoli, integrante de “El Paraná no se toca”.
“El hecho que se pueda acceder con los autos se agrega a otros inconvenientes ya existentes como el desmonte, la presencia de ganado que invade predios, las ocupaciones irregulares, la acumulación de sedimento, las fiestas electrónicas, la inseguridad y hasta la presencia de un matón del barrio que es considerado el «peso pesado del Paraná viejo» y que tiene a maltraer a todo el mundo”, señala Bártoli, y atribuye el caos reinante a la “falta de ordenamiento territorial en ese sector”.
“Esto –remarca– es consecuencia de la falta de presencia del Estado, en concreto, de la Municipalidad de Victoria, falta de ordenamiento territorial y falta de autoridades. La gente no tiene ante quién quejarse. Lo que tendrían que hacer los vecinos es empezar a juntarse, organizarse y tratar ellos sus propios problemas. Hay mucha gente que no quiere que les invadan la isla con autos. Nos vienen a contar a nosotros porque no tienen a quién recurrir”, afirma.
“Este panorama –sostiene Bártoli– es fruto del absoluto desmadre que tiene la empresa concesionaria del puente Rosario-Victoria –Puentes del Litoral SA– a lo largo de los 60 kilómetros de la traza vial, donde se evidencia falta de seguridad personal y vial, además de atropellamiento de fauna silvestre,sin ningún tipo de control. Tanto la empresa como Gendarmería son los encargados de poner orden y queda claro que no lo están haciendo como corresponde”.