Se instaló una gran polémica en torneo a la actividad que se realiza en el Hipódromo de Rosario, en el Parque de la Independencia, a partir de un hecho que sucedió el pasado 3 de noviembre, cuando un caballo que estaba compitiendo se quebró las dos patas delanteras y debió ser sacrificado. Uno de los cuidadores más antiguos del lugar confió que este fue un episodio del que "no hay antecedentes" en Rosario y comentó que "lamentablemente cuando sucede esto al animal no se lo puede salvar". A raíz de este suceso, una concejala elevó un pedido de informes sobre la actividad que se desarrolla en el Hipódromo, mientras que organizaciones protectoras de animales fueron un poco más allá y comenzaron a empujar un proyecto para cerrar el Hipódromo como tal y "reconvertirlo en otra cosa".
"Una industria sin chimeneas"
Leonardo Mansilla, histórico cuidador de caballos en el Hipódromo de Rosario con más de 45 años en la actividad, habló este viernes en el programa El Contestador, de Radio 2. "Desde adentro de la actividad, para nosotros también significa un dolor, porque detrás de cada caballo hay una familia que viene al Hipódromo. Pero no hay registros de un caso así, que se haya quebrado las dos patas delanteras", expresó sobre el incidente con el caballo que debió ser sacrificado.
Mansilla describió cómo es el protocolo para sacrificar al animal en estos casos extremos: "El procedimiento es que viene el veterinario oficial del Hipódromo y lo pone a dormir", dijo. "Para nosotros también fue un episodio muy triste. Nos fuimos llorando del Hipódromo", agregó.
Luego indicó que "para curar a un caballo que se quebró las dos patas delanteras, hay que tener un quirófano especial, que acá no tenemos. Además, hay que tener un arnés especial para tener colgado al caballo dos o tres meses, porque el animal no se puede apoyar".
También advirtió que se trata de "fracturas expuestas y se rompen las venas. Si no se sacrifica, el animal muere desangrado a los pocos minutos". También comentó que "en este caso fue dramático porque el caballo se quebró a pocos metros del disco, con toda la gente viendo la competencia".
Mansilla describió el trastorno que significaría cerrar el Hipódromo, como piden las protectoras: "En la actividad nuestra están tabulados unos 360 caballos. Cada uno de esos caballos le da trabajo directo o indirecto a más de diez personas: herreros, talabarteros, veterinarios, peones. Es una industria sin chimeneas el Hipódromo".
"Además no se debe dejar de lado que el predio del Hipódromo fue donado en su momento únicamente para el fomento de la actividad hípica. Entonces si se cierra el Hipódromo, se cae automáticamente la donación del predio", recordó.
"Nosotros invitamos a los concejales y a las protectoras para que vengan al Hipódromo a ver cómo trabajamos con los animales, cómo los tratamos. Así se despejan todas las dudas", apuntó Mansilla. Y cerró: "Nosotros nos preparamos para esta actividad, somos muy profesionales y responsables. ¿Qué vamos a hacer si se cierra el Hipódromo?".
Concejales y proteccionistas
A partir del mismo hecho antes señalado, proteccionistas de Rosario presentaron en el Concejo municipal un proyecto para prohibir las carreras de caballos en la ciudad y refuncionalizar el Hipódromo. Al mismo tiempo, la concejala justicialista María Fernanda Rey presentó un pedido de informes para recabar datos sobre los pormenores de la actividad que se desarrolla en el interior del Hipódromo de la ciudad.
Según sostienen, “las carreras de caballos contradicen los principios de convivencia y bienestar animal promovidos en la ciudad, siendo necesario prohibirlas para asegurar la coherencia entre los valores locales y las prácticas recreativas”.
“Debemos prohibir las carreras de caballos porque ya no somos la sociedad que explota y descarta, sino una que valora y protege. El relincho en la pista, antes símbolo de gloria, ahora suena a dolor. En cada carrera, un ser noble se rompe y cae por un entretenimiento, lucro e interés económico. Algo que, como sociedad ya no lo necesitamos. Los tiempos han cambiado, y en la quietud del respeto podemos encontrar una nueva forma de grandeza: aquella que nace del cuidado y no de la explotación”, advirtieron.
Ante esto, además de pedir la prohibición de la actividad, la propuesta apunta a reconvertir el Hipódromo en un “espacio recreativo de uso público, orientado a actividades que no involucren animales”.
Con respecto a los trabajadores municipales que cumplen funciones en el Hipódromo, la propuesta es que sean reubicados por el municipio en distintas dependencias, sin modificar salarios y antigüedad de cada trabajador.
El proyecto ingresó a la comisión de Ecología y Ambiente y deberá contar también con la aprobación de Gobierno antes de que pueda discutirse en el recinto.