El candidato autollamado “libertario”, Javier Milei, logró seducir a siete millones de argentinos. El principal motivo de sus votantes encuentra eco en el hartazgo de las crisis económicas recurrentes y de una clase política que se ha quedado sin respuestas ante las crecientes demandas sociales. Para ello utiliza un discurso incendiario. Se define como anarcocapitalista, ultraderechista, minarquista y ultraliberal doctrinario.
A nivel internacional, la llegada a la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos en 2017 y dos años más tarde, Jair Bolsonaro en Brasil, lograron legitimar y aglutinar a los ciudadanos descontentos con el sistema. Y los dotó de algo que carecían: visibilidad. Pero, ¿Qué tienen en común estos tres políticos? ¿Es Milei comparable con los dos primeros? La respuesta es: si. Discursivamente si.
Estos líderes entran dentro de la categoría de "populistas de derecha". Los tres son caudillos, que intentan inyectar sentido de esperanza en sociedades que la perdieron. Son extremadamente personalistas, y en su discurso, siguiendo al lingüista Patrick Charaudeau, comparten cuatro características.
Primero, describen una situación social catastrófica de la que el pueblo es víctima. En el caso de Trump “hay que volver a hacer a América grande de nuevo” porque el país estaba en declive en todos los aspectos. Para Bolsonaro, Brasil estaba en decadencia principalmente debido a la corrupción. Y para Milei, el problema es la ineficiencia del Estado. Por eso propone reducirlo al máximo posible.
Segundo, hacen una denuncia de los culpables. El enemigo principal que identifican los tres mandatarios se encuentra en la política tradicional. Por ejemplo, Trump hablaba de “drenar el pantano” en relación a Washington, ciudad que fue construida sobre un pantano. Su propuesta se basaba en drenar la burocracia gobernante que vive allí.
Bolsonaro hizo foco en "los comunistas", que encarnaba un endemoniado Lula Da Silva. El ex presidente ha expresado: “Vine para fusilar a todos los petistas”. Estos eran los principales culpables de la corrupción y la inseguridad. Y para Milei, el enemigo principal son los políticos, de cualquier partido o inclinación. Es "la casta política parasitaria, chorra e inútil que hunde a este país”.
¿Es Milei comparable con Trump y Bolsonaro? La respuesta es: si. Discursivamente si
Tercero, se le suma la exaltación de determinados valores, que cada mandatario acomoda a la realidad de su país. Las tres figuras representan un sentimiento “anti status-quo” que plantean los límites del Estado para modelar la sociedad. Hace unos días, Jair Bolsonaro declaró sobre su relación con Milei: “Tenemos muchas cosas en común. Defendemos la familia, la propiedad privada, el libre mercado, la libertad de expresión, el legítimo derecho a la defensa y sí queremos ser grandes para nuestro territorio y nuestra población”.
Y por último, se presentan como los salvadores, como aquél hombre providencial, carismático y visionario que podrá cortar con el pasado y será el salvador de la sociedad. Trump hará grande a América de nuevo. Bolsonaro que en un bautismo evangelico en el río Jordán, se nombra “Mesías” y ante las críticas por su política anti-covid responde "soy Mesías pero no hago milagros". Y Milei, que predica que nos hará libres al grito de "Viva la libertad, carajo".
Estos personajes tienen un estilo de comunicación directo, sin filtros y espontáneo. Se corren de lo “políticamente correcto” que contrasta con la mesura, prudencia y, si se quiere, sensatez del discurso político tradicional. Quienes los votaron justifican: “él es así” o “se muestra tal cual es”.
No es una cuestión de ideología, de izquierda o derecha, sino que sus seguidores votan al personaje. Representan la típica fórmula populista donde en la relación líder-pueblo no media el partido, sino que hay un vínculo directo. No es un dato menor que los tres tengan fuertes presencias en las redes sociales. Es allí donde se comunican e interactúan directamente con sus votantes.
Para finalizar, una pequeña reflexión de la Argentina que insinúa Milei. A su propuesta la llaman “Plan Motosierra”. Éste pretende dolarizar la economía, bajar el gasto público en hasta 13 puntos del PBI, dinamitar el Banco Central e instaurar el libre mercado. Y apuntó con eliminar 11 carteras de las que conforman el gabinete actual. Entre los que se encuentran los Ministerios de Ciencia, Tecnología e Innovación, Cultura, Desarrollo Social, Educación, de las Mujeres, Géneros y Diversidad, Salud, Trabajo, Empleo y Seguridad Social, Transporte y Turismo y Deportes.
A diferencia de los otros dos populistas de derecha que analizamos, Milei carece de estructura partidaria. Trump logró cooptar a la histórica maquinaria del Partido Republicano y pudo canalizar la disrupción desde adentro. En tanto, Bolsonaro es militar y contó con un orgánico apoyo de las Fuerzas Armadas. Además llegó al poder con el Partido Social Liberal fundado en 1994. A esto se puede sumar que, en el camino, logró el aval del establishment empresarial y la importante bancada agraria.
En cambio, la base de apoyos de Milei carece de estructura. Fundó su propio partido “La Libertad Avanza” en julio de 2021. De consagrarse ganador, llegaría al poder sin contar con un aparato para gobernar. Según las proyecciones de las Paso tendría 40 bancas en la Cámara baja, 8 en el Senado y ni un solo gobernador. Será un gran desafío construir esta base. De lo contrario, le será muy difícil timonear. Ahora, ¿Pactará con la casta política parasitaria, chorra e inútil que hunde a este país? ¿O estaría traicionando a sus votantes?
En diciembre, Argentina cumplirá 40 años de democracia. Sin dudas, debería ser motivo de una gran celebración, después de los estragos que heredamos de las sucesivas dictaduras. Principalmente la última. Aunque las elecciones Paso del 13 de agosto dejaron un sabor muy amargo para quienes consideramos que, con todas sus fallas, es la política la mejor manera para cambiar la realidad. ¿Podrá la antipolítica sostener, sujetar, aguantar, mantener, soportar, cargar, equilibrar y/o reforzar la democracia?