Telar de los sueños. O de la abundancia. Mandala o flor. En los últimos meses se habla mucho de un sistema que promete bastante más que buenas ganancias a cambio de una “inversión” accesible. Aunque en rigor no se trata de una inversión, sino de un regalo que volvería multiplicado a quien lo entregó. Y que además ofrece el ingreso a un círculo de sociabilización. ¿De qué se trata el telar de la abundancia? ¿Oportunidad o estafa?
“Es claramente una estafa”, aseveró el economista Federico Fiscella, al ser consultado por el programa Viceversa (El Tres). “Es un engaño”, coincidió la titular de la Oficina municipal de Defensa al Consumidor, María Julia Bonifacio.
Fiscella recordó que el sistema tiene más de 100 años –en 1903, el estafador italiano Carlo Ponzi, ideó un esquema similar– y que la propia Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) advirtió que se trata de una trampa. Para el economista, por la forma en la que está planteado el sistema hay “matemáticamente” dos opciones: estafar o ser estafado. Explicó que para que una persona cobre el dinero prometido, hay 14 que no recibe ni un peso (o dólar, hay mandalas que isan el billete norteamericano) y son necesarias 16 para que siga funcionando.
Bonifacio señaló que a la Oficina del Consumidor llega mucha gente descontenta con el sistema pero aclaró que la Oficina no puede hacer nada más que asesorar a las supuestas víctimas porque, en rigor, no se trata de una estafa: quien participa lo hace de forma voluntaria y el dinero que aporta, en realidad lo obsequia. No hay contratos ni intercambio de servicios o productos por eso Bonifacio recomendó dirigirse directamente al Ministerio Público de la Acusación.
Cómo es el mecanismo
El telar –mandala o flor de la abundancia–, promete multiplicar por ocho una inversión inicial, a la que no se le llama inversión sino “regalo”. Sin embargo, a diferencia del esquema Ponzi, en el que se prometen altos rendimientos a través de inversiones, en esta estructura piramidal no hay inversión en juego. El dinero se genera sólo en la medida en que nuevos integrantes ingresan a la red. Por eso aquellos que entran primero pueden obtener ganancias y generar un efecto de confianza en cascada.
La confianza es clave para que el mandala se mueva por eso cada telar tiene espacios de sociabilización y contención, en algunos casos, atravesados por discursos motivacionales.
Todo comienza con el “regalo” –varía entre 2.000 y 18.000 pesos– a quien está en centro de la flor, para luego ir escalando niveles hasta llegar a ser quien recibe el dinero de los nuevos participantes. La estructura consta de cuatro niveles: “agua”, que es el centro de la flor y quien recibe el dinero; “tierra”, que son los dos pétalos que rodean el centro; “aires”, que son los pétalos que rodean a las “tierras” y que tienen la tarea de conseguir cada una dos aportantes, que se convertirán en los ocho “fuegos”.
Cada telar completo está compuesto por 15 miembros: un “agua”, dos “tierra”, cuatro “aires” y ocho “fuegos”.
Cada vez que el centro de la flor (el agua) recibe el dinero de los ocho fuegos, se retira y el esquema se divide en dos nuevas estructuras (mandalas, telares o flores) donde cada uno de los “tierra” se convertirá en el centro de una nueva flor ocupando el lugar de “agua”.
Nadie recupera su inversión (o regalo) hasta que alcanza el centro. Por cada persona que gana, siete tienen que esperar para llegar a la posición central, en esta estructura que apela al discurso de la “economía solidaria” o “sagrada” para reclutar incautos. Para que ganen éstas deberían completarse otros 14 telares y participar 112 personas nuevas, y la estructura reproducirse ad infinitum para que todas ganen.