No solo el "qué comemos" nos afecta, sino también "a qué hora". Tal como lo explican las y los especialistas, las personas tenemos “relojes internos” que están relacionados con la función gastrointestinal
En un artículo publicado en el diario ABC, la profesora del Departamento de Nutrición de Ciencias de Alimentación en la Universidad de Barcelona, Laura Arranz, puntualiza que la función gastrointestinal empieza a activarse sobre las siete de la mañana.
Entonces, a esa hora “lo ideal es consumir hidratos de carbono, ya que es el combustible que necesitaremos para la actividad del día”.
Esto ocurre hasta media tarde. A partir de las 18 horas, la capacidad del organismo para quemar hidratos va descendiendo y de hecho, a la hora de la cena es tres veces menor que durante la mañana, reproduce el portal 20minutos.
Lo recomendado es consumir proteínas, triptófano, vitaminas del grupo B y magnesio para, entre otras funciones, fabricar la hormona del sueño (melatonina).
Pero, atención, según la especialista, “a las 22.30 la función gastrointestinal se detiene para favorecer un descanso sin pausas”. Por ese motivo, se sugiere no cenar tarde, porque “la digestión será muy lenta, la glucemia será tres veces más alta y todo ello afectará negativamente al sueño y a la salud gastrointestinal”.
Por las noches se deben evitar las grasas en exceso, los embutidos, las carnes rojas (ternera o cordero) o las hamburguesas.
También hay que evitar salsas o platos condimentados; hidratos de carbono refinados (pasta, pan blanco, cereales y azúcares); el alcohol, la teína y la cafeína.
¿Qué cenar entonces si tenemos el horario corrido? Siempre con moderación se pueden consumir legumbres, verduras, sopa o ensalada, cereales integrales, carnes blancas y frutas, como la banana.