Reírse con los ojos. Mover la cabeza. Separar más los brazos del cuerpo y sobre todo levantar la voz. Comunicarse oralmente en estos días de pandemia por coronavirus recuerda a una escena de película muda. El uso del barbijo le ha robado gestualidad a la boca y ha bajado los decibeles de la voz. Todo esto potenciado por la distancia que es obligatorio mantener con el otro a quien no se puede ya ni tocar ni oler. Rosario3 consultó a una comunicadora social, a una cantante y a un psicólogo sobre el impacto del coronavirus en la forma en que hoy mantenemos un diálogo y las huellas que podrían quedar en ese intercambio con el paso del tiempo.
“Obviamente que existe una limitación expresiva al utilizar el tapabocas, ya que impide ver la gesticulación asociada entre los facial y la mirada y la distancia exigida nos obliga a mantenernos lejos de quienes elegimos para comunicarnos”, describió en principio el psicólogo legista Héctor Albornoz. “Son tiempos donde la comunicación se ve saboteada por bellas telas de colores, estampadas o con dibujos, sostenidas con elásticos. Por lo tanto a ése boicot debemos ofrecerle resistencia, poniendo énfasis en hacer saber lo que en realidad queremos hacer saber, sin entredichos ni malos entendidos”, señaló.
Para Araceli Colombo, licenciada en Comunicación Social, docente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y productora radial, en cambio, “el tapabocas que elegimos dice mucho de nosotros” y se preguntó: “¿Será el momento de poner en acción el lenguaje en toda su expresión?”. Lejos de asumir los métodos de prevención como una limitación, los ve como un desafío: “Creo que está es una muy buena oportunidad. Saber que alguien llegó por su aroma, entender en un juego de “dígalo con mímica” que quiero tal o cual cosa en el kiosco, decir con la mirada “te quiero” “cuidate” “eso no se hace”, expresar todo eso sin palabras. Habrá que agudizar el lenguaje con una mirada más amplia”, propuso.
Aunque la cantante y actriz, Vanesa Baccelliere, aseguró que es “incuestionable” la pérdida de expresividad generada por el cubreboca muy a pesar de las muecas que podamos hacer, advierte que “nuestra expresividad ya ha sido modificada por un montón de ideas y sentidos que creíamos tener más que encasillados” antes de la pandemia. “Yo creo que el tapabocas, en términos de economizar voz y energía nos convoca a una mayor eficacia de la palabra utilizada para ser comprendidaxs. La comprensión se ve modificada, más que nada, para quienes no nos conocen en lo cotidiano, porque de una u otra forma, estamos siendo otres”, explicó.
“¿Entendés?”
El latiguillo con el que suelen cerrarse las oraciones adquiere por estos días su máximo sentido. La posibilidad de no darse a entender y no comprender lo que se oye en un intercambio oral presencial es frecuente. “En estas nuevas formas aparecerán las confusiones y enredos, que nos permitirán quizás crear un nuevo lenguaje. Cómo no existe más un solo código para comunicarnos, hay tantos códigos como personas que se comunican, sin saberlo podemos estar construyendo nuevos lenguajes”, expuso Colombo al respecto.
Albornoz también integró el concepto de “confusión”: “La comprensión no sólo se dificulta sino que además se rigidiza, por lo tanto se limita y así surgen discursos poco claros y difusos”, manifestó y agregó: “Es uno de los fenómenos estresores más frecuentes, porque dentro de la casa y en familia, no se sienten los peligros. Es como que mágicamente los afectos neutralizan el riesgo de contagio. Pero afuera los códigos son diferentes y allí sí advertimos que entrañan riesgos, y no sólo por nosotros sino el temor de transformarnos en quienes le llevemos el virus a nuestros seres amados”.
Baccelliere, compositora y docente de canto, recogió la dualidad planteada entre el adentro y el afuera: “Es como si nos planteara una vida interior y otra exterior. Ahora esto no solo va de la mano del tapabocas si no del contacto físico también, porque en casa, quienes estamos acompañadxs, nos tocamos, nos abrazamos, hablamos de muchas formas. El afuera, no sólo nos hace modificar los gestos sino que además nos pone como adentro de un envase invisible de asepsia teñido de desconfianza hacia quién está afuera porque puede contagiarme y complicar mi adentro. O sea, junto con el tapabocas, cambia la mirada del afuera y el adentro, como si el adentro de mi casa fuese yo misma”, profundizó.
“El aislamiento y la falta de contacto con un otro, nos lleva indefectiblemente a introvertirnos (verter es volcar), y volcándonos hacia adentro podemos "vernos" y en esta introspección podemos llegar encontrarmos con nosotros mismos, y hasta tal vez, terminar naufragando en las aguas de la intolerancia ante los demás, como reacción porque no soportamos lo que encontramos en nosotros mismos. Obviamente que "todo lo que se resiste, persiste" y siempre vamos a encontrar el modo de hacer catarsis por otros medios, como en una filtración, el agua siempre encuentra la ranura para drenar”, completó el psicoterapeuta cognitivo, también especialista en trastornos de ansiedad y ataques de pánico.
Hansel y Gretel
“La ausencia de espacio público habitable, de abrazos y cercanía de cuerpos, la presencia de ojos aislados de una cara, las pocas opciones para tocar, la calle como una amenaza latente, un deseo reprimido, el alivio de la casa física que se concibe como hogar, la duración de esto que parece que nos desafía a la paciencia, las diferentes generaciones que han optado por vías de comunicación. En fin, aunque tengamos una tendencia repetida a volver al lugar conocido, nos encontramos frente a la posibilidad de perder las miguitas cuál Hansel y Gretel”, advirtió la voz cantante del proyecto Girda y los del Alba al trazar un pronóstico sobre el devenir del lenguaje o la forma de comunicación oral post pandemia.
El cambio parece inevitable. La cuestión es cómo apreciarlo: “Si el tapabocas se extiende estoy segura que aprenderemos a generar instantes de espontaneidad que pueden ser geniales y confío mucho en la mirada para este nuevo desafío. Me inspiro y recuerdo la película: “El secreto de sus ojos”. Toda una trama alrededor de una mirada”, concluyó Colombo.