Este 24 de marzo se cumplen 46 años del último golpe de Estado cívico-militar que instaló en Argentina, una sangrienta dictadura de casi ocho años con el lamentable saldo de treinta mil personas desaparecidas a manos del Estado, apropiación de bebés y niños, robo de viviendas y políticas económicas que vulneraron los derechos de la clase trabajadora. ¿Cuál fue el accionar del movimiento de derechos humanos que se conformó en Rosario?, ¿qué particularidades tuvo ese movimiento en la ciudad, a diferencia de sus pares de Capital Federal? Éstos y otros interrogantes responde la docente e investigadora Marianella Scocco, en su libro “Una historia en movimiento. Las luchas por los derechos humanos en Rosario (1968-1985)”, de reciente aparición.

Por la vinculación entre sí, en vez de pensarlos como organismos individuales, los pensamos como «movimiento».

En el marco del “Mes de la Memoria”, Scocco invita a repasar, en diálogo con Rosario3, las particularidades locales, y de entrada plantea que al ser Rosario una ciudad más chica que la capital del país, todos los movimientos y organizaciones que surgieron a través de esos años tuvieron mucha vinculación entre sí y por eso es difícil diferenciarlos. “En consecuencia –explica– los hemos pensado como un movimiento y no como organismos individuales”.

“Una característica del movimiento de derechos humanos en Rosario (lo sigue siendo en la actualidad) es haber trabajado siempre de manera conjunta para llevar a cabo sus luchas y realizar las distintas intervenciones en el espacio público. En virtud de la cercanía que facilitaba el espacio geográfico –explica–, las organizaciones que lo integran, incluso han viajado juntas a participar de marchas y movilizaciones en la ciudad capital, aunque siempre manteniendo la autonomía que tenían en Rosario”.

Además, señala que “al no ser Rosario, capital del gobierno de la provincia, también se diferenció en cuanto al poder ante quien presentaba sus reclamos. Por eso, a diferencia de hoy, que las marchas comienzan en la Plaza San Martín, frente a la sede del gobierno provincial, en aquel entonces, las organizaciones se concentraban en la Plaza 25 de Mayo, frente a la Municipalidad. Por eso, es allí donde empiezan a rondar las Madres”.

El recorte temporal de la investigación

 

Si bien Scocco pensó al principio en estudiar el movimiento de derehcos humanos en la última dictadura militar (1976-1983), cuando comenzó la investigación, rápidamente se dio cuenta de que había antecedentes que era necesario reponer para comprender la conformación del movimiento de derechos humanos tal como lo conocemos hoy, y entender que éste no había nacido en un espacio vacío de experiencias, como muchas veces se lo presenta.

“Lo que noté es que en los años previos, durante la dictadura militar de Juan Carlos Onganía, empezaron a existir agrupaciones de abogados, familiares y militantes que reclamaban por la defensa y solidaridad con los presos políticos y gremiales de ese momento. Esas luchas tienen una continuidad a lo largo de los años, incluso del gobierno peronista, aunque se van diferenciando cuando comienza el plan sistemático de desaparición de personas. No era lo mismo reclamar por un preso que se encontraba de manera legal en una cárcel, donde sus familiares sabían que estaba y lo podían visitar, que reclamar por la desaparición sistemática de personas que presentaba un elevado grado de incertidumbre”, explicó.

“De esa manera –agregó– muchas y muchos de los integrantes de esas organizaciones que quizás no habían participado en luchas anteriores, empezaron a conocerse y a vincularse porque se dieron cuenta de que la lucha tenía que ser colectiva, ya que no se trataba de casos aislados, sino de un plan sistemático que se llevó a muchas personas”.

Era un momento de gran cercenamiento del espacio público; la dictadura prohibió hacer marchas. La prensa no difundía las actividades de las organizaciones; ni siquiera publicaba las solicitadas; recién comenzó a hacerlo en 1980. Los partidos políticos y los sindicatos habían sido prohibidos y muchos abogados que habían llevado adelante estas defensas fueron asesinados o habían tenido que exiliarse. En ese contexto, los familiares tuvieron que repensar su forma de organización.

Los familiares lograron algo maravilloso: transformar una tragedia individual en algo colectivo.

“Hay que destacar que también hubo otros militantes. Fue muy importante la «Liga Argentina por los derechos del hombre» para que los familiares contaran con canales que les permitieran darle curso a sus demandas”, dice Scocco y resalta que así, “en un contexto muy difícil, quizás el más difícil de nuestra historia, de mucha represión e incertidumbre, estos familiares lograron algo maravilloso: transformaron una tragedia individual en algo colectivo”.

Derechos humanos y partidos políticos

 

De acuerdo al análisis de la autora, la razón por la cual algunos partidos políticos apoyan más que otros al movimiento de derechos humanos en el país, redirecciona a la composición social de las personas que los conforman.

“Eso ha ido variando con los años, dependiendo de las coyunturas y de los partidos políticos. Lo que siempre resalto –sostiene Scocco– es que el movimiento de derechos humanos surge como oposición al Estado, y desde ese punto de vista, se plantea como apartidario, aunque muchos de sus participantes tuvieran identidades políticas y las sigan teniendo”.

“Esa idea de la prescindencia política se basa en que hay que reclamarle al Estado y ese Estado puede cambiar de Gobierno. Por eso, el Movimiento de Derechos Humanos no sólo se opuso a la dictadura, sino también a algunas medidas del gobierno de Raúl Alfonsín y de otros gobiernos posteriores, durante los años de democracia transcurridos desde 1983 hasta hoy. Hubo gobiernos que apoyaron más y otros que apoyaron menos a este movimiento, como la gestión de Carlos Menem que directame declaró la impunidad, incluso de aquellos protagonistas de la dictadura que ya habían sido juzgados. Luego, asumió un gobierno que tomó esas demandas de derechos humanos y las reivindicó –Néstor Kirchner y posteriormente, Cristina Fernández de Kirchner– pero fue seguido del gobierno de Mauricio Macri que, por el contrario, intentó retroceder frente el alcance de todas aquellas medidas relacionadas con memoria, verdad y justicia”.

La investigadora explica que esto ha sido así por diferentes motivos, entre ellos: la composición de clase que tienen los partidos políticos que llegan al gobierno. En algunos casos, se trata de clases que apoyaron la última dictadura militar, razón por la cual muchas veces se la denominó dictadura cívico-militar, ya que contó con el apoyo de empresarios y de un sector social que se vio beneficiado con las políticas económicas del gobierno militar que resultaron claramente regresivas para la clase trabajadora.

¿Derechos humanos de quiénes?

 

Frente a la discusión que suele generarse en la sociedad a raíz de hechos criminales que involucran a la población civil, en los que mueren personas inocentes, a manos de delincuentes, la investigadora hace una salvedad que ubica la expresión “derechos humanos” en el plano en el que es concebida por el movimiento que los reivindica.

“Siempre aclaramos que los organismos de derechos humanos y las agencias de derechos humanos del Estado se encargan de puntualizar los casos en que es el Estado quien viola los derechos humanos, a diferencia de los hechos de violencia, por ejemplo, entre civiles, que se dirimen ante la Justicia ordinaria. Cuando decimos «Estado», hablamos de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad”.

En otro orden –aclara– cuando hablamos de «violencia institucional» (o más precisamente, «violencia policial») hacemos referencia a la que se produce cuando la policía –que es quien debería cuidarnos– comete actos violentos y hasta asesinatos.

El libro “Una historia en movimiento. Las luchas por los derechos humanos en Rosario (1968-1985)” que contiene la investigación de Marianella Scocco, se presentó en el Museo de la Memoria, de Rosario, en el marco del Mes de la Memoria.