Argentina supo convertirse en una referencia en educación en contextos de encierro en otras épocas. Hoy, educadores y estudiantes en instancias de encierro afirman que para los reclusos la única forma de salir de la delincuencia es acceder a programas formativos, pero el problema es que la situación actual que atraviesa el país en esta materia deriva en que los programas son cada vez más escasos y además no son la mayoría de los internos los que acceden a estudiar. Más de la mitad no cursa ningún tipo de educación.
Según un informe del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución Penal, publicado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, el 54% de los presos de todo el país no participan de ningún programa educativo dentro de las cárceles.
El acceso a la educación en las cárceles de Santa Fe también es escaso en relación a la población penal que es mucha y creciente. En el mejor de los casos, en las cárceles existen 400 plazas para la escuela en una unidad de 1.800 internos. En la provincia de Santa Fe hay 7.546 presos en el servicio penitenciario; de esos 4.681 son condenados y 1.062 son reincidentes.
La pregunta es por qué el preso suele estudiar o para qué y lo que respondieron los internos que fueron consultados para realizar este informe de Telenoche (El Tres) es que lo hacen por impulso propio, o para salir un rato de la rutina del pabellón o hasta para pasar el rato.
Después de 10 años, Mauricio Oliva salió de prisión tras cumplir su condena. Estuvo detenido en la Unidad 3 de la ciudad de Rosario e hizo mención de lo dificil que es estudiar en la cárcel.
Oliva conoce de lo que habla: esta estudiando actualmente trabajo social pero transitó prácticamente todos sus estudios en contextos de encierro. Se enamoró de la filosofía dentro de la cárcel y fue una escapatoria y una forma de "sentirse alguien". Él dice que sentía que al estudiar ya no era " el interno", sino que era un alumno que estudiaba y buscaba ser alguien.
Dentro de las cárceles, segun lo manifestado por los docentes entrevistados, casi todos comienzan a estudiar por fines utilitarios: salir del pabellón, evitar los traslados, tener un mejor concepto ante las autoridades del Servicio Penitenciario y charlar con gente de afuera del penal.
La educación y la reincidencia
Un estudio realizado por la Universidad Nacional de Buenos Aires que revela datos nacionales sobre la educación en contextos de encierro postula que un 84% de los presos que realizó sus estudios en la cárcel no volvió a ser encontrado de cometer nuevos ilícitos. Es decir que 8 de cada 10 graduados no volvieron a ser condenados.
Según la educadora Cristina Gómez, en general se habla de enseñarles oficios, pero a nadie le importa cuál va a ser su proyecto o el objetivo para el cual es importante que lo haga o si realmente esa persona esta apta para ser reincertada en la sociedad.
El docente Luciano Palacios, director de la Escuela Primaria de la Cárcel de Piñero, hizo alusión a la forma en la que se distingue a los internos que estudian. Para ellos son alumnos y "eligen la escuela como una alternativa diferente, por ser un espacio donde se les brinda un lugar, una escucha, un acompañamiento y un trato diferente".
Pablo Astún, también docente en Piñero, añadió: "Ellos vienen acá con un autoestima muy baja y diciendo que no pueden. Lo importante es que sepamos todos que acá no es cuestión de crear más cárceles, es cuestión de crear más escuelas, más oficios".
La legislación
El juez penal Mariano Aliau explicó la importancia de la reinserción social y la relación directa que tiene con la reincidencia. La educación para todas las personas es uno de los principios que establece la Constitución Nacional, pero también existe una normativa específica para los contextos de encierro. Es la llamada Ley de Estímulo Educativo, que fue sancionada en 2011.
Esta normativa establece un mecanismo de estímulo educativo que consiste fundamentalmente en la reducción de distintos períodos de tiempo, hasta un máximo acumulativo de veinte meses.