Una llovizna de escombro cayó en pleno centro de Rosario el pasado sábado 22 de abril. El lugar común del pensamiento: ¿y si hubiese pasado alguna persona en ese instante? Afortunadamente, los cascotes desprendidos de una vivienda en San Luis al 500 solo afectaron a dos autos estacionados que resultaron bastante “salpicados” por el impacto de los trozos de mampostería.
La escena se volvió frecuente en el microcentro de Rosario, donde abundan las casas añejas. Los desprendimientos de loza, volados y perfiles, que caen despedazados sobre las veredas, obedecen a una multiplicidad de factores, pero, sobre todo, constituyen el reflejo de los cambios sociales y culturales de una población que, en general, ya no valora la conservación de inmuebles antiguos sino, por el contrario, los padece como una pesada herencia. Un cambio de cosmovisión que despedaza, desde hace algunos años, la fachada de una época.
Defensa Civil de la Municipalidad de Rosario es la primera área que interviene en estos casos. Su director, Gonzalo Ratner, explicó el procedimiento, en diálogo con Rosario3. “Vamos ante el llamado de la gente, hacemos un vallado, encintamos la zona para tratar de preservar el lugar si sigue cayendo material y por supuesto vemos si hay lesionados. También retiramos lo que está flojo para asegurar la fachada”, comenzó con su explicación.
En lo que va del año, Defensa Civil intervino 125 veces en situaciones de desprendimientos de mampostería en general. Según precisaron desde la repartición, 6 veces fueron localizados en edificios, 6 en balcones, 27 en viviendas de material, 5 en obras de construcción, 12 en paredes y 68 intervenciones están relacionadas a fenómenos climatológicos. El año pasado, el total fue de 398. “Ha habido un aumento importante de las acciones en general y, en consecuencia, también en lo que refiere a la caída de materiales desde altura, muchas veces relacionada con eventos climatológicos que debilitan, aún más, ciertas fachadas generando incidentes”, observó el funcionario.
“Se evidencia falta de mantenimiento en estructuras de antigüedad, hay casos excepcionales, pero en general, son casas muy antiguas cuyos bajo relieves, cornisas, molduras y demás detalles se desprenden. Tienen tantos años que sus materiales se caen”, indicó y confió que, aunque estas irregularidades se producen en toda la ciudad, la zona centro es donde más casos tienen lugar.
Ratner confió que una vez que terminan sus tareas, el procedimiento es continuado por Obras Particulares, encargada de hacer las “constataciones”. Carente de estadísticas sobre su accionar, desde el área municipal recalcaron que la responsabilidad de los desprendimientos de materiales es de los propietarios de los inmuebles.
“Los casos graves son los menos, generalmente, son cuestiones más puntuales sobre piezas livianas, y si hay una urgencia, la atiende rápidamente Defensa Civil y después, se sigue el resto de los mecanismos para el arreglo de lo dañado, de lo caído. Siempre se contacta al dueño, generalmente suelen dar respuesta rápida a las exigencias que se les hace desde la Municipalidad”, agregaron.
Falta de dinero, desplazamientos y desvalorización de lo antiguo, un centro a lo rosarino
El centro de Rosario muere y renace todos los días. A pesar del soplo de aire fresco que significa la reapertura de La Favorita y de iniciativas privadas y también municipales, por ejemplo, La Noche de las Peatonales, y el cuidado sobre gran cantidad de edificios históricos, se percibe un deterioro de muchas construcciones antiguas y en algunos casos, su abandono.
Representante de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) en la Comisión de Patrimonio de la Municipalidad, la arquitecta Carolina Rainero advirtió, en primer lugar, que la falta de mantenimiento edilicio no es exclusivo de inmuebles patrimoniales o viviendas antiguas, sino que alcanza a las construcciones nuevas también.
“A una casa que está hecha en mampostería, le hacen un edificio al lado y naturalmente tiene un montón de afectaciones, desde rajaduras, grietas, se empieza a meter el agua que es la primera causa de que se degraden, por ejemplo, los balcones o las cornisas, o sea fisuras”, describió la especialista en conservación del patrimonio, sobre el proceso de deterioro que sufren algunas edificaciones, del que aseguró, es visible y apreciable.
“Cada determinada cantidad de tiempo uno tiene que hacer una valoración del estado de esa envolvente y ver qué hay que hacer, si hay que hidro lavar, sellar rajaduras o micro fisuras, lo que sea. Pero, tiene que haber un compromiso de mantenimiento para que no suceda lo que está sucediendo ahora y que no solamente se da en el centro”, apuntó y destacó: “Lo que sucede es que en el centro se visibiliza más porque está casi todo construido sobre la línea de edificación”, con lo cual las fachadas están expuestas.
La también docente universitaria analizó las causas de la falta de obras de mantenimiento e incluso, del abandono de propiedades en la ciudad. La crisis económica, en principio, obliga a las personas a priorizar otros gastos, por lo tanto, los dueños de estos tipos de viviendas no alcanzan a preservarlas como es debido. “Creo que el problema fundamental es económico, pero tiene que haber una decisión política de revertir esto que sucede”, indicó.
Para la profesional, lo indicado sería fomentar “la conservación preventiva” de viviendas a fin de evitar la restauración que es mucho más costosa y trabajosa. “Debería ser tomado como una política clara, asegurar un mantenimiento por lo menos de las fachadas, que están en el espacio público”, propuso y añadió: “El Estado tiene la responsabilidad social, la ciudad tiene que ser segura para los habitantes”.
Una idea que compartió con Rosario3, a modo de alternativa, es la instrumentación con la facultad, a través de convenios, de la realización de relevamientos de fachadas, a fin de poder intervenir preventivamente ante desperfectos y evitar así trabajos futuros, más complejos y caros.
Además de la falta de dinero, Rainiero mencionó la transformación del área central producida por los desplazamientos internos -la inseguridad ha tenido mucho que ver, al igual que el surgimiento de nuevas edificaciones de cara al río- que ha dejado muchas viviendas vacías y con ello, desvalorizadas. Hoy, vivir en el centro no está de moda ni es un signo de ascenso o bienestar socioeconómico.
“La ciudad es un organismo vivo, y siempre ha habido y habrá gente que va y viene, pero el Estado tiene que intervenir, incentivar a la gente a que vaya a esos lugares”, manifestó y mencionó a modo de ejemplo la ciudad de Barcelona, España, donde se pusieron en valor edificios y parques públicos, revitalizando distintas zonas de la localidad. “No es una cosa que se va a dar sola, tiene que haber una política detrás oriente las gestiones”, insistió y reforzó: “El Estado puede intervenir, puede generar esa situación que hace que la gente empiece a mirar las casas viejas como antiguas con futuro”.
Por último, la especialista integró al análisis un factor especial: “Hay una absoluta, una completa desvalorización de lo que es lo antiguo. Hoy, la mayoría quiere departamentos minimalistas, o sea creo que están de moda. Y es como que ven a lo otro como un poco obsoleto”, expresó.
“Acá parece que todo lo tenés que demoler, y también está instaurado el hecho de que a las casas viejas las compran las empresas constructoras, lamentablemente es así, no valen nada”, expresó y planteó: “También tiene algo que ver la facultad, que salvo muy pocas cátedras proyectuales abordan el tema de la preexistencia, o sea, de lo que existe y trabajar sobre lo que hay, como en otras universidades del mundo”.
“Con la manera de pensar del rosarino, Roma no existiría, París no existiría. Y no es porque tienen dos mil años de historia, sino que no los hubiesen conseguido tener nunca si no hubieran pensado en algún momento que, así como se transforma la ciudad, una casa se transforma también”, continuó y concluyó: “En el imaginario del rosarino, lo antiguo es viejo e inservible, no le ven esa segunda oportunidad”.
Vuelta de rosca
Por su parte, la concejala María Fernanda Gigliani, de Iniciativa Popular confió a Rosario3: “La situación económica hace que muchos particulares no puedan afrontar el arreglo de fachadas, no solo las del catálogo patrimonial”, sostuvo y recordó que hace 3 años presentó un proyecto para que estudiantes universitarios relevasen los inmuebles antiguos, pero no prosperó.
Al frente de la comisión de Planeamiento y Urbanismo del Concejo, la edila cree que “deberían usarse fondos estatales para la conservación de los inmuebles cuyos dueños demuestren que no pueden hacerse cargo”. Actualmente, le están “dando una vuelta de rosca” a esta idea para volver a presentar el proyecto renovado.
Según adelantó, la idea incluye convenios con colegios profesionales que puedan ejecutar los arreglos a costos no tan elevados.
“Hay una responsabilidad del dueño, pero hay una correspondencia de la Municipalidad”, observó y terminó: “Todas las partes debemos poner algo”.