“¿A dónde van los desaparecidos?

Busca en el agua y en los matorrales

¿Y por qué es que desaparecen?

Porque no todos somos iguales

¿Y cuándo vuelve el desaparecido?

Cada vez que lo trae el pensamiento

¿Cómo se llama al desaparecido?

Una emoción apretando por dentro”

(“Desapariciones“, Los Fabulosos Cadillacs)

Norma Carrizo, Roxana Villalba, María Cash, Florencia Pennacchi, Natalia Acosta, Lito Gutiérrez, Miguel Bru, Iván Torres, Francisco Provenzano, Mario Golemba, Tehuel de la Torre.

Paula Perassi, Franco Casco, Bruno Gentiletti, Maxi Sosa

Los ausentes de este país son muchísimos más. Algunas de estas historias están contadas en "Desaparecidos y desaparecidos en la Argentina contemporánea" (Editorial Siglo XXI), por la periodista Ximena Tordini, quien busca reimprimir esos nombres agitados en carteles y titulares, esos rostros pixelados cargados de preguntas, para desentrañar los procesos que los enterraron en el “mundo de indeterminación”. En esa búsqueda, durante la cual se establece una constante conexión con la dictadura, la autora – es editora de la revista Crisis y directora de comunicación del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels)- establece los fenómenos que promueven las desapariciones de hoy y ubica al Estado como la máquina de hacer desaparecidos a fuerza de desidia y burocracia.

“Pensé que los ausentes me habían capturado”, escribió Tordini en su libro. Así resumió las incontables horas que pasa siguiendo los rastros de esos seres incorpóreos, de sus vidas detenidas y sumidas en la atmósfera del desconcierto. Este afán la conectó con sus familiares, las voces que, alzadas con mayor o menor volumen, logran retenerlos en el presente. Este libro también es un intento de entenderlos a ellos, a los que se quedaron de este lado.  “A veces habrá responsables, explicaciones, significados. Otras, no, y en ese camino habrá preguntas, porque eso que la desaparición instaura -la incertidumbre- persiste”, agrega la periodista en la introducción.

En el marco de actividades de apoyo al pedido de justicia por la desaparición forzada seguida de muerte de Franco Casco, este miércoles 20 de abril a las 18, en el Museo de la Memoria, se presentará el libro, con la presencia de la autora, de Paula Litvachky (Directora Ejecutiva del Cels) y Eugenia Cozzi y Marile Di Filippo por la Multisectorial contra la Violencia Institucional. En contacto con Rosario3, Tordini explicó la esencia de su trabajo: “La investigación parte de la pregunta sobre qué produce desapariciones en Argentina contemporánea. Nosotres sabemos que las desapariciones que se produjeron en los setenta y principios de los ochenta tuvieron que ver con un dispositivo represivo que tenía la desaparición como parte de su mecanismo de represión y generación de terror, entonces dado que eso ya no existe, ¿qué fenómenos están explicando la existencia de ausencias que se consolidan como desaparición? Hay personas que se ausentan de su grupo afectivo durante un tiempo y luego retornan, sin embargo, hay otras que se consolidan como desapariciones. Lo que busqué son las explicaciones a por qué está pasando esto”.

Según manifestó, pudo reconstruir algunos fenómenos a los que describió con más o menos profundidad. “Son: la desaparición de mujeres, en general de mujeres cis y trans, asociadas a la violencia machista, las desapariciones producidas por el funcionamiento de la burocracia de la gestión de la muerte y las asociadas a la violencia estatal de las fuerzas de seguridad. Hay otros fenómenos, como la desaparición de niños y niñas, que en general está asociada a la situación de violencia familiar que está mencionada pero que no investigué tanto”, precisó.

¿Quiénes son los desaparecidos de hoy? “Lo que podemos ver es que, mayoritariamente, las ausencias que persisten como desapariciones están asociadas no solamente a estos tres fenómenos que mencionaba, sino que coinciden con una muy mala respuesta estatal, del poder judicial para investigar esas ausencias y una crisis muy grande en las instituciones que gestionan los poderes ejecutivos. En general estas desapariciones son de personas que pertenecen a sectores populares y viven precarizadas. No son todas, hay excepciones, pero en general podemos ver que la mayoría son personas que viven vidas que ya fueron precarizadas por otras violencias y cuestiones sociales. Eso ocurre porque, en general, los déficits de investigación del poder judicial y de las fuerzas de seguridad también funcionan con un carácter discriminatorio en donde lo que les pasa a esas personas no es importante”, respondió.

Revista Crisis

Y dio un ejemplo: “Vemos muchos casos en donde una mujer desaparece, se denuncia su desaparición y muchos años después y digo con esto 5, 10 o más años, aparece esa mujer muerta, encontrada de casualidad, es decir, no por fuerzas de seguridad sino por alguien que caminaba por ahí o que fue a pescar. En ese momento se puede determinar que esa mujer fue víctima de un femicidio y entonces vemos que esa desaparición es tanto producto del femicidio y de la mala calidad de investigación que no podido dar con el varón, porque en general son varones los que matan a sus parejas. Ahí coincide la violencia machista y la mala investigación”, destacó.

Tordini considera que existe otro factor que provoca las ausencias: la burocracia de la gestión de la muerte en Argentina. “Todas las fases de los estados municipal, provincial y nacional que tienen que administrar nuestros cuerpos cuando nos morimos son muy malas y producen mucha pérdida de información. Eso genera que a una persona la puede atropellar un tren, al ser recogida, no puede decir quién es y no tiene su documento, entonces puede pasar que vaya a un hospital, fallezca y se la cierre como NN sin que su familia que la estaba buscando tenga conocimiento de ese hecho. Vemos muchos casos, como el de Mariela Tasat que la pisó un tren y su familia estuvo 15 años buscándola, pensando que era víctima de una red de trata y Mariela estaba enterrada en el cementerio de Lanús a 15 cuadras de donde vivía. Esto tiene que ver con que el sistema de hospitales, morgues, registro civil, Registro Nacional de las personas, mantiene cruces de información con los organismos que buscan a las personas extremadamente deficientes. Esto produce que personas que son buscadas esperan dentro del Estado. No solo pasa con personas muertas, ha pasado con personas vivas que han estado internadas en un hospital neuropsiquiátrico. El otro día vi una noticia de un hombre internado en Buenos Aires y que están buscando a sus familiares sin su identidad hace años y eso es posible porque el sistema de identificación es extremadamente deficiente, porque ese señor, por ejemplo, tiene huellas digitales y en general las personas hicimos un documento en algún momento de nuestras vidas y están en el registro nacional de las personas. Esa falta de cruce de información produce desapariciones”.

Diario El Tribuno

Violencia institucional

En "Desaparecidos y desaparecidos en la Argentina contemporánea", la escritora le dedica un tramo del libro a las desapariciones relacionadas a las fuerzas de seguridad. “Ahí vemos un fenómeno masculinizado y racializado, en el sentido que la mayoría de estos desaparecidos son varones jóvenes y en general morochos de sectores populares. No hace mucho que en Argentina empezamos a usar esta categoría. La violencia policial extrema es una condición de que no está funcionando el estado de derecho, es una situación en que no median las instituciones, donde la fuerza que tiene el uso de la violencia que todos le concedemos para garantizar el orden es utilizada para asesinar a alguien. Eso no le pasa, en general, a cualquiera. Ocurre en algunas zonas de la ciudad, a algunas personas más que otras”, sostuvo y advirtió que a pesar de que estos casos han menguado, conforman un fenómeno persistente.

“La desaparición es el crimen extremo dentro de esa práctica de violencia letal que ocurre cuando las fuerzas de seguridad van más allá del asesinato y producen la incertidumbre. Esto sigue pasando, no con tanta frecuencia como en otras épocas, como en los noventa que hay una concentración de este tipo de prácticas y de casos muchos que condujeron a la condena del Estado argentino por sistema de protección de derechos y demás. Vemos que después con los años se va reduciendo, pero sigue pasando porque la desaparición de Luis Espinoza fue en 2020. Sigue pasando como práctica policial que coincide con la mala calidad de investigación judicial que también aquí opera. El caso Espinoza es interesante porque permite ver que cuando hay una buena investigación judicial la desaparición puede cesar. Luis Espinosa fue encontrado una semana después. Eso es muy importante, no le quita responsabilidad a los policías que decidieron desaparecerlo, pero si hay una investigación eficaz la desaparición de dilucida. Evita otros crímenes”, completó. 

Télam

Una mochila eterna

Los que quedan en este mundo sufren un cambio rotundo al tener que convivir con la ausencia de un ser querido. Sin embargo, Tordini aclara que cada uno atraviesa esta experiencia de forma particular y es por eso que, alejada de estereotipos, se acercó a muchos de ellos para escucharlos. “Es por eso que me interesó volcar varios testimonios como el de Rosa Bru (madre de Miguel Bru) que ya lleva varias décadas en una búsqueda. Hay algo que todos comparten que es esto terrible de vivir con la incertidumbre y que eso que por más que pasen los años es algo que no se puede cerrar. El otro día escuché una entrevista a Marco Somigliana del Equipo de Antropología Forense y contaba que había madres que esperaban todavía que sus hijos que habían ido a la guerra volvieran. Y uno piensa que eso no es racional, podemos suponer que todos los soldados que fueron y no volvieron de Malvinas murieron y él decía que el duelo no se hace con racionalidad. Si pensamos que las madres de los que fueron a Malvinas, como no tienen la certeza de la muerte porque no pueden identificar un cuerpo todavía tienen la duda, imaginémonos los padres y madres, hermanos y parejas de personas que simplemente un día se fueron de sus casas y nunca más se supo de ellos. Uno puede presuponer la muerte, pero es una racionalidad que no es compatible que lo que pasa cuando perdemos a alguien. Es como un antes y un después, Rosa Bru usa la imagen de una mochila que no te sacás nunca, eso de convivir con un desaparecido que no es lo mismo que convivir con un muerto. Después hay diferencias, hay personas que tienen mucha bronca y enojo y hay otras que tienen mucha paz. No todas las personas piden lo mismo. Rosa Bru dice que no le importa que los acusados estén presos porque no le sirve de nada porque lo que quiere es encontrar a su hijo. Aparecen muchas cosas por fuera del cliché, que todos los familiares tienen las mismas demandas, son formas de vida diferentes con un elemento común”, indicó.

“El caso de la mamá de Mariela Tasat que buscaba a su hija que estaba en el cementerio, dejó de trabajar en casas particulares. ‘Nadie te da el día para buscar a tu hija’ decía. Hay algo diferente, parece menor pero expresa la diferencia entre la muerte y la desaparición: la muerte es parte de la vida y tal es así que hay un montón de convenciones sociales y te dan días en el trabajo para tomarte por el fallecimiento de un familiar, pero uno no tiene días por la desaparición de un familiar” observó y profundizó al respecto: “Es un fenómeno totalmente específico, que en nuestro país rememora la desaparición de los años 70’. Es como irremediable que una desaparición actual, aunque no tiene que ver con el fenómeno que la produce, el efecto que tiene es similar a la construcción del desaparecido que en nuestro país es tan relevante”.

A quién le importa

Para Ximena Tordini, la desaparición de personas es una problemática que logra conmover a la sociedad en su conjunto, pero admite que algunos casos calan más hondo que otros. “En Estados Unidos opera lo que llaman el síndrome de la mujer desaparecida blanca. Se refiere a cuándo una desaparición logra perforar la naturalidad con la que convivimos con muchos desastres. El nivel de pobreza debería ser escandaloso, las condiciones de trabajo de las mayorías, y muchas injusticias más. Algunas, de vez en cuando, perforan ese límite y las sociedades reaccionan. Muchas veces se convive con eso y otras veces se desata una solidaridad social que logra conmover en un momento”, analizó.

“Sí hay una capacidad comunitaria de conmoverse con una desaparición -afirmó-, ahora bien, no es con todas. Los medios de comunicación influyen y tienen mucha responsabilidad en el tipo de sentimientos que promueven y en no sostener”. Finalmente, consideró que “lo que tendría que haber es una demanda unificada por una respuesta estatal. No llegamos a eso pero creo que ya vamos a llegar”, confió.

Su libro es un grito.