No es justo esperar todo un año para festejar y que en tu día especial aparezca un virus del lejano oriente que te robe el protagonismo. En 2020, el sindicato de capricornianos y acuarianos le lleva una inédita ventaja al resto: es que los cumpleañeros de verano tuvieron sus fiestas, pero los celebrantes otoñales se las deben ingeniar para que su natalicio no sea un día más en un calendario donde todas las jornadas se parecen demasiado.
Le tocó incluso a Alberto Fernández, que a pocos días de haber anunciado el aislamiento social, preventivo y obligatorio festejó su primer cumpleaños presidencial recluido en Olivos. Ante esta pandemia, no valen el poder, la fama ni el dinero. Cada cumpleañero hace lo que puede con lo que tiene a mano y con los compañeros de encierro que le hayan tocado (o en soledad). Difícil anticipar cómo va a continuar el calendario de fiestas el resto del año; ni Ludovica se atreve a tanto.
A medida que avanzan los días de cuarentena, se adaptan costumbres y hábitos. No fue lo mismo cumplir años apenas anunciado el aislamiento que hacerlo en estos días: algunas normativas se fueron flexibilizando y la gente comenzó además a desarrollar estrategias para sobrevivir (y también para celebrar).
Una familia, tres cumpleaños
La familia de Patricia, que vive en Alberdi, es un claro ejemplo de cómo han ido cambiando las cosas. Cuando ella cumplió años, el 26 de marzo, recién se empezaba a entender el impacto del encierro permanente y aún no se sabía cómo funcionaban las videoconferencias. Cuando fue el turno de su hijo Benjamín, el primero de abril, ya estaban más entrenados en saludos virtuales pero se festejó con lo que había en la heladera. En el reciente cumple de su hija Delfina, se organizaron mejor: hubo un sistema de entregas para regalos y delivery para comida especial.
“No tuve problemas en tener un cumple aislado, estuve con mi familia, que le puso mucha onda. Fue diferente y la pasé bien”, asegura Patricia. A escasos seis días de que se hubiera impuesto el aislamiento, se sintió raro celebrar algo pero al menos recibió un regalo. “Un Baileys, comprado en el súper por mi familia”, recuerda. Fue muy disfrutada la botella: se sabe que el alcohol cotiza alto en el ranking de herramientas para sobrellevar el encierro. “Aún no era tan popular el Zoom pero pusimos un horario y cada uno estuvo como pudo, nadie sabía bien cómo funcionaban los encuentros virtuales, pero pusimos horario y cada uno estuvo desde donde y como pudo”, explica.
El problema vino en días siguientes. “Mi hijo cumplía 9 y lo empezó a sufrir por anticipado. Venía diciendo que quería festejar muchas veces, con la familia y con todos sus grupos de amigos. No se pudo”, lamenta. “Lo bueno es que llegamos a comprarle algo, porque fuimos a un shopping cerca de casa antes de que cerraran. En una de las librerías ya no atendían, la otra estaba bajando persianas. En esa le rogamos al encargado que nos dejara comprar un libro para que el nene no se quedara sin regalo y accedió”, se alegra. El día del cumple abundaron las videollamadas. “Fueron tantas que se terminó aburriendo, lo acosaban virtualmente”, ríe. “Se emocionó al recibir su libro, tuvo encuentros de Play con amigos, hubo chocotorta. La pasó bien dentro de lo posible, pero sigue enojado con los chinos y con el virus, me lo dice cada mañana”, remarca.
El 11 de abril llegó el tercer cumple familiar. Su hija celebró 18 años. No hubo previa ni boliche, algo que suele funcionar en cumpleaños adolescentes. Pero al menos hubo algunas cosas más que en los cumples previos. “Ya se movía más Mercado Libre y le pudimos comprar una luz con forma de luna. Hicimos una cena especial, elegante, con mantel, platos y cubiertos especiales. Hicimos su comida preferida, pedimos helado, hice brownie”, rememora.
Concursos por videollamada
12 de abril. Nahir cumplió 26 años fuera de Rosario, la ciudad donde hace años está instalada. Es que, en la previa al aviso de aislamiento, se refugió en la casa familiar de Pergamino. “Un sábado de febrero, cuando el coronavirus todavía era una palabra lejana, improvisé una lista de invitados. En un papel arrugado puse a todos mis invitados, era mi primer cumple después de varios años difíciles y quería que estuvieran todos los que me acompañaron. Caía domingo así que tenía la posibilidad de hacerlo el sábado y el día del cumple festejar con mi familia. Pero no pasó”, resume.
Sin embargo, dio batalla. El sábado previo a su día especial citó a sus amigos a las 23.45 en Zoom. “Muchos no se conocían entre sí, otros sí pero no demasiado, más de quince personas que me quieren y me acompañan se sumaron a ese cumpleaños virtual que se parecía muy poco al plan original. A las doce me cantaron el feliz cumpleaños y mi hermana, que pasa la cuarentena conmigo, me mostró un video que mis amigos habían armado para mí: compañeros de trabajo, del taller de escritura, amigos de la vida. Emocionante”, admite. “Fue todo muy improvisado, encontramos cotillón y cosas viejas en mi casa y las sumamos al festejo. Hice un concurso en la videollamada, iba tirando prendas, consignas y tenían que cumplirlas e iban sumando puntos”, acota.
A Nahir le cuesta hacer un balance. “Fue un cumpleaños raro. Ni el mejor ni el peor, pero sí diferente y creo que eso lo va a hacer memorable. Disfruté con mi familia, que pasa la cuarentena conmigo, y todo el amor virtual que me dieron. Seas o no amigo de la tecnología y las videollamadas, es inevitable usarla en estos momentos para sentirse cerca de quienes querés”, analiza.
Salida en casa
13 de abril. Cristina, docente jubilada, cumplió 75 años. Hace cinco años hubo fiesta sorpresa con los 70. Media década más tarde, la celebración es mínima y casera junto a su marido, lejos del resto de su familia y sus amigos. “Fue un cumpleaños lindo, un casi día de cumpleaños feliz. Hice un Zoom con mis hijas y nietos cuando dieron las doce, me cantaron el Feliz Cumpleaños en los primeros minutos de mi día”, cuenta.
“Me tocó un día lluvioso así que el ánimo un poco decayó pero después uno piensa que es un año más, piensa en positivo, el año que viene la vamos a pensar mejor”, anticipa. Sus nietos le mandaron un video con una obrita de teatro hecha con personajes de Playmobil y también canciones, regalos creativos personalizados que la emocionaron. Tuvo algunos problemas de conectividad que afectaron videollamadas pactadas, pero recibió varios deliveries. Le mandaron helado, torta y sus sandwiches preferidos. A la noche, pidieron la cena a un restaurante del barrio “para sentir que era una salida”, confiesa.
Con hamburguesas y todo
14 de abril. Fue el turno de Sabrina, docente y catequista. El festejo de sus 38 fue tranquilo, en el departamento que comparte con su hija Lourdes. “Trabajé de manera virtual hasta el mediodía, después ella no me dejó trabajar más. Me dijo que era mi día y tenía que disfrutarlo. Hicimos videollamadas, me mandaron una torta y otros dulces, fue una linda sorpresa en la que mi hija estuvo de cómplice. Nos dimos el lujo de pedir hamburguesas, queríamos festejar con comida chatarra que nunca comemos, estaban riquísimas”, rememora.
Sabrina se obligó a hacer una pausa en la rutina. Estar encerrado afecta a todos, pero puede afectarte un poco más si es tu cumpleaños. “Para relajarme y también mimarme llené la bañera de agua tibia y por sugerencia de una amiga le sumé unas gotitas de aceite”, detalla. Funcionó.
“En el grupo de Whatsapp familiar ya hubo un cumpleaños, estuvo el mío y ahora le toca a mi primo. A medida que pasan los cumples le vamos cambiando el nombre al grupo, ahora es FelizCumpleSabri, cada vez que llega un mensaje siento que me siguen saludando, sirve para extender la celebración un poco más aunque sea virtual”, ríe. Además, relata que por su trabajo de catequista recibió saludos especiales. “El padre Pablo, de la parroquia Nuestra Señora de la Guardia, celebra la misa online y me puso en las intenciones de la mesa también. Y el padre Ezequiel de Perpetuo Socorro me dijo que había rezado por mí”, se emociona.
Cualquie cosa menos Zoom
15 de abril. "La previa del cumple fue mucho más densa que el día del festejo”, evalúa Virginia, periodista rosarina, sobre el cumple de su hijo Mateo, que llegó a los 9 años en medio del encierro. “Parecía que no iba a poder disfrutarlo, pero con la cercanía de la fecha y la extensión del aislamiento la aceptación fue ganando. Lo que no quiso fue hacerlo por Zoom. Es coherente porque me ve trabajar por Zoom, al padre lo ve dar clases y él toma sus clases de inglés por la app”, aclara. “Eligió videollamadas, mensajes, audios. Desde la medianoche que los dos amigos más noctámbulos lo llamaron empezaron los festejos y se extendieron con un juego en línea del que es fan: Roblox”, precisa.
A Mateo no le gustan los peloteros pero la torta es sagrada, siempre con un personaje. En esta oportunidad fue Roblox. “¿Qué comprar en cuarentena? Ni muñeco teníamos para ponerle arriba y para remontarla le ofrecí dibujar. La noche anterior dibujamos y pintamos cada personaje, los clavamos en paletitas de helado que fueron enterradas en la torta. ¡Toda una aventura!”, resume Virginia. Le fue tan bien que varios amigos fans ya le encargaron la de su cumple con mismo motivo.
Hubo cadeterías con regalos: los libros, primeros en el ránking las librerías que el día anterior habían abierto envíos, pero también algunas cosas de papelería (hojas, témperas, plastilinas) y hasta helado. “Las risas, las voces, las corridas de él mostrando por video llamadas su gata, los regalos, los rincones de su cuarto retumbaron en toda la casa. Quedé rendida como si acaso hubiera habido una gran fiesta. Concluimos que el amor puede llegar de mil formas (videos, fotos y de la mano de un cadete) y que este cumpleaños será muy díficil de olvidar", resume.
Solo, pero con asado
16 de abril. Martín, director artístico de Radio Universidad y docente universitario, llegó a los 42. Lo festejó con una foto en Instagram en donde mostraba el “festejo con amigos”: estaba él solo junto a un gran grupo de muñequitos de colección. “Raro, obviamente, lo de festejar en cuarentena. Uno venía viendo otros festejos, la gente desviviéndose por hacer cosas locas y originales. No hice nada de eso”, aclara. “Por lo general, veo poca gente en mis cumples. Pero se extrañó fuerte juntarme con mi familia, que es lo que siempre hago. Y también el festejo de finde con amigos en casa, que tampoco voy a tener”, reflexiona.
El sobrino de Martín le organizó, sin embargo, un cumple virtual e invitó al resto de la familia. “Estuvimos un rato a la tarde, un quilombo porque cada nene tenía un celular, todos gritando y haciendo boludeces. A la noche hice lo mismo pero con mis amigos tomando cerveza y hablando boludeces”, comenta. La madre le mandó por Pedidos Ya asado, plato que extrañaba comer, y también torta. “Una grande siempre mi vieja”, aplaude.
“Lo que sucedió es superador a lo que hubiese sucedido un jueves con mis amigos, al estar todos trabajando hubiéramos esperado el fin de semana para festejar. Pero para el año que viene me pienso desquitar con una súper fiesta. El año pasado me tocó justo el día que voy a dar clases a Rafaela y no vi a familia ni amigos, me la pasé nueve horas en un colectivo. El año que viene hago una superfiesta... o que al menos la situación sea superadora en cuanto a catástrofe”, ironiza.