La increíble historia de Fede Coria en el aeropuerto de Barcelona: le robaron y se metió en el edificio del presunto ladrón

"Nos robaron, nos chorearon, nos timaron. Sí, es verdad, no es joda", dijo Federico Coria luego del padecimiento que vivió junto a su novia en el aeropuerto de Barcelona, donde le robaron las cuatro valijas que llevaban con buena parte de la documentación.  

"Llegamos a Barcelona, alquilamos un auto. Estábamos en el parking cargando unas cosas, Flor (la novia) me estaba ayudando a bajar los asientos para que entren las cuatro valijas, las raquetas y un bolso naranja donde guardo mi compu. Yo estaba metido dentro del auto y ella sintió algo raro, salió del auto y vio que alguien salió corriendo", describió Coria.

El hermano del Mago, que venía de jugar Roland Garros, contó que su pareja los quiso perseguir, pero no pudo alcanzarlos: "Se llevaron la mochila de ella, había bastante tecnología y el anillo de compromiso, el pasaporte de ella, el celular, que nos avisaba por donde iban".

Luego, sumó que fueron a hacer la denuncia primero a la casa en la que alquilaron el auto y expresó la llamativa respuesta que le ofrecieron: "Te avisamos que acá robaban". 

"Veníamos de París, que nos contaron que está peligroso, fuimos a Disney y también tomamos precauciones, pero acá en un aeropuerto con tantas cámaras no pensamos que era tan común", deslizó Coria.  

Luego recordó un momento en el que asume comenzó esta triste historia: "Cuando me dieron la llave, vi que había tres flacos, que estaban antes que nosotros y nunca los llamaron. Creemos que fueron ellos los que nos marcaron. Se meten entre los autos y operan así". 

"Mi idea de hacer el video es alertar, si puedo, aunque sea a una persona, para que no le pase lo mismo", aseguró. 

Finalmente, contó con pesar: "Te da un poco de tristeza que tengan todas las cámaras del mundo y no pueden hacer nada sin autorización de un juez, ellos mismos te dicen que los delincuentes tienen más derechos que la víctima". 

Pero faltaba la parte de la aventura: "Fuimos a donde nos marcaba el gps, era un edificio al lado de una barbería, Flor habló con una mujer que salió de ahí y nos dijo que en el cuarto piso vivía gente que se dedicaba a eso; pero bueno, uno tampoco se va a arriesgar a entrar así. Hay cosas más importantes que lo material. Busqué a dos guardias y me dijeron que no podían hacer nada, que solo podían actuar con una orden judicial".