El gobierno provincial lanzó un plan para "prevenir adicciones y pacificar territorios" con impronta evangélica. De esta manera, se oficializa la intervención religiosa de la que el gobernador Maximiliano Pullaro ha dado cuenta en reiteradas oportunidades. Desde la iglesia Redil de Cristo explicaron el trabajo que realizan y aseguraron que su intervención permite cambiar a las personas sumidas en el delito y el consumo problemático de sustancias.
David Sensini, uno de los pastores que integra dicha comunidad, hijo del también religioso Oscar Jesús Sensini, explicó en Radiópolis (Radio 2) los alcances de la iniciativa de la Agencia de Prevención de Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones (Aprecod) del gobierno de Santa Fe y la intervención del evangelismo en la recuperación de personas ligadas al delito y a las drogas.
“Nuestro proyecto es de transformación, hemos evangelizado muchos lugares que han sido olvidados, nos metíamos en la jaula de los leones, en los más difíciles de abordar. Nos hemos logrado meter donde las personas estaban pobres de espíritu, es muy fuerte”, comenzó y diagnosticó: “Las personas pobres de espíritu se terminan volcando a las adicciones, caen presas, pierden a la familia”.
Sobre el alcance de la acción que llevan adelante, observó: “A veces llegamos como bomberos a apagar el incendio, lamentablemente, ese punto lo hemos visto muchas veces, pero también hemos llegado temprano. Lo que hace (el diputado de Uno) Walter Ghione a través de Aprecod están llegando a chicos y adolescentes. Las familias vienen a pedir por favor que los ayudemos porque ya no saben qué hacer con ellos”.
Tras las rejas
Consultado acerca de la mediación que practican intramuros, Sensini precisó: “La reinserción viene cuando la persona recupera la voluntad. La Palabra habla del arrepentimiento, el cambio de decisión, todo se trata de un cambio personal y es ahí cuando la persona dice «qué puedo hacer» y a donde consigue trabajo y a alguien que lo apoya, esa persona es más agradecida que las demás”.
Para el religioso, la persona “recuperada” vuelve a disponer del poder de decidir y en cuanto al abordaje evangélico en las cárceles, señaló: “En nuestros pabellones se le enseña un estilo de vida distinto, entonces ellos mismos cambian el ambiente pero no es que la pasan mejor porque nosotros no tenemos ningún tipo de ingerencia en aliviar la pena o el día. Eso no lo puede hacer nadie, ellos están pagando una condena y lo tienen que hacer. Entonces, estás tocando fondo, estás encerrardo, entonces, tu espíritu solo puede buscar a Dios, empezás a pensar distinto, el que roba no roba más y el que el que golpea no lo hace más”.
“La persona que llega a la cárcel lo hace con mucha violencia, se cortan las venas, se prenden fuego y se cosen la boca. Es la desesperación humana, se quieren colgar y no tiene con qué, entonces llegamos a la voluntad de la persona con la palabra de Dios”, completó.
Los más chicos
El pastor también se refirió a la tarea que desarrollan en zonas muy humildes y necesitadas. Allí, destacó, se enfrentan con la problemática del consumo de drogas en chicos. “Vemos niños con esta situación a partir de los 12 años, pero también bebés con abstiencia por el consumo de sus madres. Es terrible. Consumen paco, crack, hemos visto todo. Es mucha la desesperación de los padres cuando ven que sus hijos ya no duermen, rompen y venden sus cosas y terminan solos”, sostuvo.
“Hemos visto cosas terroríficas, la iglesia termina adoptándolos con un ambiente de familia, terminamos siendo padres y hermanos. La gente dejó de creer en Dios y termina sola y consumiendo para ocupar el vacío”, expresó.