“Las personas no quieren morir sino dejar de sufrir” es la idea que sintetiza la campaña lanzada por la Municipalidad de Rosario este martes 10 de septiembre, en el Día Mundial para la prevención del suicidio. La problemática que, históricamente, ha sido silenciada en los medios de comunicación masiva por considerarse que tenía un efecto de contagio en la sociedad, es hoy sacada a la luz por parte del Ejecutivo local que trabaja en la puesta en funcionamiento de una línea de atención telefónica destinada precisamente a las personas afectadas que analizan esta salida al sufrimiento mental.
En Santa Fe, se registraron 371 suicidios en 2022 y un año después, fueron 382 las personas que se quitaron la vida en la provincia. Con este panorama, la Municipalidad de Rosario decidió poner la problemática sobre la mesa y dejar atrás el tabú que la envuelve. Este martes, la secretaria de Salud, Soledad Rodríguez y el concejal Lucas Raspall convocaron a periodistas a una charla para romper el hielo.
En diálogo con Radiópolis (Radio 2), Raspall, quien es psiquiatra, explicó el sentido de la iniciativa: desmitificar algunas proclamas como que no hablar de ello previene ésta problemática. “La deconstrucción de ideas rígidas ya nos permiten ver las cosas de otra manera”, señaló y consideró que la raíz del velo que se ha soltado sobre quitarse la vida, proviene de un mito alimentado por la lectura de una obra cuyo protagonista se suicidaba. La sucesión de hechos similares fueron relacionados a esa lectura. Se trata del libro Las penas del joven Werther, de Johann W. Goethe, publicado en en 1774.
“Entiendo la buena intención, pero era otra época en la que los problemas se callaban, no se hablaban las cosas, lo que pasaba en casa era el territorio privado y ahora eso cambió”, continuó y planteó abordar las dudas “sin vergüenza”. En ese sentido, propuso “que nos empecemos a preguntar si es verdad que hay un efecto contagio”, a lo que respondió: “No, no es verdad, no hay científicamente evidencia de contagio, en cambio sí opera la referencia”.
Al respecto, profundizó con un ejemplo: “Si un chico en una secundaria se quita la vida, va a haber otros chicos que ante un malestar empiecen a tener esta idea. No es contagio, sino la fuerza de la referencia”, señaló.
Para el especialista, es necesario saber que “si estás sufriendo siempre hay una ayuda que se puede buscar y saber que ese malestar es transitorio, necesitás a alguien que te ayude a transitarlo”. De acuerdo a lo que adelantó, la Municipalidad prepara la puesta en funcionamiento de una “línea especializada en salud mental con contención y sensibilidad en nuestro campo”. Es decir, se trabaja en una atención telefónica de asistencia al suicida.
Por el momento, la ciudad cuenta con 53 centros de salud y guardias de hospitales municipales y provinciales en los que se puede recibir asistencia. También ante una urgencia se puede llamar al 107.
El concejal explicó que las personas que intentan o concretan un suicidio buscan frenar un sufrimiento, no la muerte. “Creen que es el camino más sencillo o el único porque la vista puede nublarse mucho. Por eso, hay que estar y escuchar, no tanto decir”, indicó sobre lo que una persona puede hacer para ayudar a alguien con este padecimiento. “Preguntar cómo estás, consultar cómo ayudar, no minimizar el dolor del otro, no compararse con el otro. La gente tiende a hacer comparaciones que son dañinas”, observó e invitó a no prejuzgar ni considerar que un malestar puede justificarse y otro no o bien, creer que una persona por determinadas características o circunstancias no puede padecer.
Con relación a los familiares que han sufrido la pérdida de un ser querido por suicidio, Raspall, mencionó: “Muchos creen que deberían haber podido haver más o se preguntan cómo no se dieron cuenta. Lo cierto es que no siempre podemos, esos familiares se quedan con eso atorado, un dolor y una pena tan hondas y no siempre pueden ver tan claro esas señales de las que se hablan, incluso a veces, esas señales no están, esos pedidos de ayuda pueden ser explícitos y otras no”.