Una particular muestra artística llamada “Calle y casa: nomadismo urbano” fue compuesta de manera colectiva por un grupo de jóvenes de entre 18 y 30 años que vive en situación de calle en la ciudad. Inauguró el pasado viernes en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Macro) junto a otras tres exposiciones en simultáneo en la Quincena del Arte, que se podrán visitar durante tres semanas, así como también en la Noche de los Museos Abiertos este 11 de octubre.
En el tercer piso del Macro se puede explorar esta apuesta sentida del colectivo "La calle no me define", de estos jóvenes que reflejan sus expresiones (creadas con juguetes de los containers donde cirujean), a través de la plástica, para que la ciudadanía los mire de frente, aunque más no sea por un rato. Así lo hizo saber Daniela Famea, quien junto a Mariana Mena coordinan el grupo Madre Teresa Señora de Lourdes, organización que los reúne y asiste y que está detrás de la muestra artística.
Pocas horas después de la inauguración, en una jornada única para sus participantes, Daniela Famea contó con emoción la experiencia en diálogo con Rosario3, y compartió cómo, entre las obras, se destacan unas burbujas transparentes en las que se observan juguetes adentro. Recordó que Coqui, uno de los jóvenes participantes, observaba que ellos viven como si fuera en esas burbujas para la sociedad: “Mirando de costado dentro de la burbuja el juguete se ve todo borroso, pero de frente se ve mejor, más entero. «Así es como nos ven» me dijo, porque en general, no se sienten mirados sino esquivados por la sociedad. Y en esta muestra sintieron que fueron observados por lo que pudieron crear”.
El grupo tiene unos 25 integrantes que habitan en la calle, aunque algunos duermen en refugios municipales. Viven de trabajos irregulares, y unos pocos son trapitos. Por las condiciones de vida callejera, muchos de ellos conviven con consumos problemáticos. Pero todos, en sus actividades con las chicas de Lourdes, buscan recomponer sus vidas a través de talleres de artes, terapia grupal, inserción escolar y laboral. Muchos perdieron el vínculo con sus familias y se alejaron de sus barrios. Cuando restituyen sus vidas de a poco, algunos se revinculan con sus padres o sus hijos. Este año, siete de ellos consiguieron trabajo estable, y tres volvieron a estudiar en la escuela.
Todos ubicaban el museo porque a veces van a pescar a esa zona. Pero esta vez fueron parte central del vernissage de artistas contemporáneos, gracias al interés de José Castagnino, bajo la curaduría de Roberto Echen, y a partir del programa anual Macro Irradiaciones.
“Desde hace tiempo nos venimos dando cuenta que hacer arte les resulta una forma efectiva de expresarse sin poner en palabras”, aseguró Daniela sobre esta exposición que ya fue abierta al público, y recordó sobre el proceso: “Fueron armando las obras de forma colaborativa, uno dio una idea, pero quizás otro fue el que intervino. Todos se sienten parte y van colaborando cada uno a su forma”.
La satisfacción de esta voluntaria fue absoluta al recordar “la alegría que tenían el viernes al ser consultados por las obras, al principio con timidez y después se soltaron a compartir sus experiencias con los asistentes”.
Esta muestra busca darle “una nueva oportunidad a elementos que les dieron las calles de Rosario con el cirujeo, al encontrarles la belleza en su reciclado”. Tal es el concepto que ella y Mariana les inculcan en lo cotidiano: pensar que “todos merecemos segundas oportunidades”. El propio Echen destacó en su curaduría que “la calle deviene un ámbito de tránsito que cotidianamente transitan mudándose y mutando en ese mismo acto”.
Luego de ser invitados, Famea les subrayó el valor del espacio artístico que ahora los jóvenes ostentan: “¿Se dan cuenta que tienen un piso para ustedes? Eso no le ocurre a mucha gente”, les dijo. Y sintió cómo iban cayendo las fichas, una nueva conciencia de que tienen algo valioso para dar a través del arte colectivo. “Ellos cirujean siempre los containers para buscar ropa, comida, lo que les sirva. Y cuando encuentran juguetes, siempre los traen, y fue así como formamos el que llamamos un poco en chiste El museo de la Lourdes. La galería Darkhaus nos suele regalar las cosas de sus muestras que no necesitan más y nos suma con mucho material también”, destacó.
Habían encontrado muchos billetes de cinco pesos, y otros de diez. Los usaron de fondo de un cuadro que hablaba de la suerte, y encontraron un busto de un conejo que lo pusieron en el centro, porque el conejo es de la suerte. Sobre esa obra en particular, Famea compartió: “Mientras lo construían charlábamos sobre qué es la suerte para cada uno, y me sorprendieron porque pensaba que me iban a decir que eso es encontrar plata. Pero me dijeron que suerte era encontrar ropa linda, o encontrar unos alfajores riquísimos, o encontrarse con algún vecino que les hable amablemente”. Esta muestra consiguió algo de todo eso, que los asistentes en la inauguración escuchen curiosos o se acercaran a preguntar por cada obra, con interés en sus propuestas.
Hay un cuadro que son bolitas de Navidad, que las miraban y lo que interpretaban es “Navidad es familia”. Y los artistas Pool y Marianela (que abrieron su muestra en el cuarto piso ese mismo día) les recomendaron ponerle un marco. Entonces uno de ellos encontró unos rastis, y dijo: “De chico yo jugaba con esto a hacer casitas. Y como la Navidad es familia iba bien y le pusieron rastis para enmarcarlo”.
Un cuadro fue realizado en agradecimiento a “los Malvinas” como ellos llaman a los excombatientes que reparten viandas cada noche: “Pusieron un encendedor de las Malvinas y armaron un marco alrededor. Escribieron el fondo con la palabra «Gracias», para agradecerles a los que dan un plato de comida a todo el que se lo pida”.
Una puerta que es la noche
Daniela señaló que la soledad es algo habitual para quienes residen en la calle, por lo que trabajan mucho para evitar que esa sensación se arraigue. Suelen relacionar aquella primera noche en la que durmieron a la intemperie con la muerte, con "una soledad que te envuelve". A pesar de que aseguran que se terminan habituando, "la idea es que no se sientan que están solos”. Una de las obras que exponen es una puerta con un cielo negro rayado con estrellas, representando ese primer sueño desamparado.
“Estas puertas las habíamos trabajado con la Fundación de José Castagnino, quien los visita. Toman mates y charlan mucho. Él le cuenta a todo el mundo de nuestro espacio y siempre nos busca actividades de artes", aseguró.
Fue así que José los conectó con el director del Macro, Roberto Echen, que fue a conocerlos y pegó onda en seguida con los chicos. Les propuso "pensar una muestra que se mezcle con las de artistas plásticos, y la gente no sepa cuál es cuál”.
Las "Santa Teresa"
Daniela es abogada, y Mariana es ingeniera en sistemas, pero ambas se conocieron del activismo solidario años atrás. “En plena cuarentena, el 25 de marzo del 2020, Mariana me dijo que la Iglesia Nuestra Señora de Lourdes ponía el espacio a disposición para que trabajemos con chicos en situación de calle ante el encierro, y nosotras comenzamos y de ahí no paramos. En pleno encierro llevábamos viandas de comida de lunes a lunes, y si faltaba en algún barrio, lo llevábamos también. Llegamos a tener 120 personas que alimentar. Y nos fuimos enfocando en hombres jóvenes, que eran mayoría de ese sector y no tienen muchos espacios para ir”.
Por su labor, a ambas el padre Fabián Belay las bautizó “las Santa Teresa de la Lourdes”, aunque la iglesia en la pospandemia comenzó a sumar sus propias actividades, por lo que trasladaron su acción social al centro de acopio de los cartoneros, ubicado en Ricchieri y Montevideo, donde conviven “muy bien hasta hoy en día”.
Se organizaron como asociación civil, y el objetivo es la promoción integral de la persona en situación de calle. Famea describió entonces: “Ellos vienen cada día y antes que nada, se bañan. Tienen comida, talleres y psicólogo, y vienen trabajadoras sociales a veces a dar prácticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), y también asistentes de un espacio terapéutico que trabaja consumos problemáticos”.
Se realizan talleres de lecturas, de historia y de arteterapia. Visitan los museos públicos, ya que “tienen una sensibilidad al arte que les permite expresarse sin tener que usar las palabras”.
Sobre esta muestra que realizan, para la cual se autopercibieron como un grupo con la frase “La calle no me define”, explicó: "Ellos no son un plato de comida o una donación de ropa, sino que son personas con un potencial para llegar a ser otra cosa, con la contención adecuada para avanzar”.
De esta forma, todos se hacen revisaciones periódicas en el sistema de salud y se vacunan. Y este año siete chicos consiguieron trabajo estable y pasaron a una pensión. Dos comenzaron el secundario, y “Marcia comenzó la primaria, que tenía el sueño de aprender a leer y escribir”, destacó Daniela con orgullo sobre una de las chicas.
Daniela destacó que la asociación recibe donaciones de artículos de hogar, ropa de cama, de higiene, de cocina, colchones o ropa en buen estado. Todo lo que se recibe, se utiliza. Abre de lunes a viernes de 8.30 a 13.30 en Montevideo 2880, en el centro de acopio de cartoneros. Se puede coordinar la anetrga con ella, llamando al 3416 43-6677.