Como al mundo le faltan guerras, se ha decidido sumar una más al tablero. El sábado el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, llamó a los reservistas a alistarse rápidamente al ejército. Además declaró: "Ciudadanos de Israel, estamos en guerra. No es una operación, no son rondas de combates, es una guerra". Y más tarde agregaba "y la ganaremos". Su retórica predice días de lucha.

Justo este sábado Israel estaba tranquilo y festivo. Era Sabbat sumado a Simjat Torah. Ésta se celebra al concluir Sucot, siendo una festividad en sí misma. Es el día en que se termina de leer en las sinagogas la última parte del Pentateuco en un rollo de la Torá. Aprovechando esta distracción, y saltando huecos sin control en la barrera fronteriza entre la Franja de Gaza e Israel, milicianos del grupo Hamás se prepararon para dar un gran ataque.

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Esta embestida es una muestra de debilidad para la presumida seguridad de Israel. Especialistas hablan de un fallo colosal de protección. No resultó ningún poderío militar, ni sistema electrónico de vigilancia o red de informadores sobre el terreno. Por lo que todo apunta, a la sofisticación y preparación del ataque de Hamás. Y lleva a recordar la guerra del Yom Kippur de hace cincuenta años, cuando también el pueblo de Israel, se encontraba distraído en celebraciones. 

Se vienen días muy duros. Solo observando la retórica de los líderes israelíes y palestinos, nos podemos dar cuenta de la gravedad de estos enfrentamientos. Netanyahu le ha advertido al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que ésta guerra será “contundente y prolongada”. En tanto, el presidente palestino, Mahmud Abás, enemistado con Hamás, expresó que su pueblo tiene el derecho de defenderse del "terror de colonos y tropas de ocupación" y la “necesidad de brindarle protección”.

El líder del brazo armado de Hamás, Mohammed Deif, ha afirmado que la operación es una respuesta a los “crímenes de la ocupación”, de la “desacración” de la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, que es un habitual foco de tensión, y del endurecimiento de la situación de los presos palestinos. Sin dudas hay que tener en cuenta que en lo que va del año, al menos 200 civiles palestinos murieron a manos de la milicia de Israel en tiroteos o enfrentamientos con piedras.

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Si nos damos una vuelta por el tablero de países y sus reacciones, nos vamos a encontrar con que tanto Estados Unidos como la Unión Europea, quienes consideran a Hamás como un grupo terrorista, y la OTAN, han condenado sin titubeos y con contundencia el ataque del brazo militar de Hamás a Israel. Lo mismo hizo Argentina. El presidente Alberto Fernández manifestó su repudio.

En tanto, en el vecindario, Egipto, uno de los mediadores tradicionales en este conflicto histórico, ha anunciado en un principio que mantiene “contactos intensos” para detener la escalada. Y más tarde, comunicó el comienzo de un proceso de mediación urgente acompañado de la Unión Europea para lograr un alto el fuego.

Por su parte, desde el Líbano se expresó Hezbolá, un actor de gran peso en la vida política libanesa. El grupo terrorista proiraní y enemigo jurado de Israel, felicitó a Hamás por su "operación heroica a gran escala", ante lo que califica de “continuos crímenes de la ocupación”. Por otro lado, autoridades iraníes, rivales también de Israel desde la revolución islámica de 1979, expresaron su apoyo y sus felicitaciones a las milicias palestinas por la "orgullosa" ofensiva.

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Mientras tanto, Arabia Saudita, que en estos momentos se encuentra en plenas negociaciones para establecer relaciones diplomáticas con Israel, se ha limitado a llamar al “cese inmediato de la violencia”. Aunque diversas versiones llaman a pensar que el posible blanco de Hamás podría haber sido el saboteo a este acercamiento diplomático que resulta histórico.

Lo que vendrá en estos días, será sin dudas, una reacción agresiva y sin precedentes de Israel sobre Gaza. La cual será aprovechada por Benjamín Netanyahu para mostrarse como un líder de unidad, fuerte y decidido. Características tan necesarias para estos momentos en que su gobierno se encuentra cuestionado, y su figura débil y con necesidad de legitimación. En tanto, la dirigencia de Hamás buscará fortalecerse políticamente usando como trofeo a los israelíes muertos. Cuantos más sean, mejor.