¿Cómo puede la selva amazónica, uno de los lugares más húmedos del mundo, ser escenario de miles de incendios cada año? La respuesta es corta y seguramente no les llamará la atención: por la mano de hombre.
Según publicó BBC Mundo, el incremento de incendios en la cuenca amazónica no es nuevo, aunque su intensidad, sí.
A diferencia de los bosques europeos, la Amazonía goza de una barrera natural contra el fuego. Primero, porque el dosel que forman las copas de los árboles permite atrapar la humedad en la parte inferior, conocida como sotobosque. Este alto nivel de humedad dificulta que las llamas prendan o se extiendan.
Y, segundo, porque las posibilidades de incendios naturales en esta región son muy escasas, como explicó desde Brasil Jos Barlow, profesor de Ciencias de la Conservación de la Universidad de Lancaster.
Por lo tanto, la gran mayoría de incendios que se dan en esta región poco poblada son iniciados por los seres humanos.
"La ganadería involucra la quema de árboles y la tala hace que el bosque sea más inflamable", explicó Barlow. ¿Por qué? Porque se achica el sotobosque.
"Donde arde un bosque y la mortalidad de los árboles es alta, digamos que el 40% o 50% de los árboles mueren, estos se caen y dejan el techo más despejado. Esto hace que el sotobosque sea más seco y además añade combustible en forma de hojas y ramas, haciendo más probable que arda otra vez", advirtió.