La izquierda francesa protagonizó un giro sorpresivo al lograr un inesperado triunfo en la segunda vuelta de las elecciones legislativas en Francia. Los resultados de los primeros sondeos representaban un revés para la líder ultraderechista Marine Le Pen, que no consiguió lograr la mayoría absoluta, un escenario que las proyecciones consideraban posible tras la primera vuelta celebrada el domingo pasado.
El Nuevo Frente Popular (NFP), que incluye a la ultraizquierdista Francia Insumisa y al tradicional Partido Socialista, consiguió el mayor porcentaje de votos en las elecciones, aunque esto no se traduce en una mayoría en el Parlamento. Teniendo en cuenta esta falta de una mayoría absoluta, quedaba un escenario en el que aumentaría la incertidumbre política en el país.
Según sondeos citados por el diario Le Figaró, detrás de la alianza de izquierda se ubica el oficialista Juntos por la República de Emmanuel Macron y luego la Agrupación Nacional de Le Pen.
El NFP recibió –según los primeros datos extraoficiales– una avalancha de votos con los que obtendría entre 172 y 192 bancas entre los 577 escaños de la Asamblea Nacional, seguida por la coalición de centro Juntos de Macron, con entre 150 y 170 diputados. El ultraderechista RN, que había triunfado en la primera vuelta de la semana pasada, cayó al tercer lugar con entre 132 y 152 legisladores. En tanto, la derecha de Los Republicanos (LR) alcanzaba las 57-67 bancas.
La tasa de participación rozaba el 60%, convirtiéndose en la más alta registrada en unas legislativas desde las de 1981 (61,4 %), que llevaron a la izquierda al poder, según cifras divulgadas por el Ministerio del Interior.
La semana pasada, RN, de Marine Le Pen, había obtenido el 33,4% de los votos, frente al 28,5% del NFP, de izquierda y ultraizquierda, y el 22,1 de Juntos, la alianza de centro del presidente Emmanuel Macron.
Los pactos implícitos entre el oficialismo y la coalición de izquierdas, consistentes en concentrar el voto en el candidato con más posibilidades de derrotar a RN en cada circunscripción, frustraron las proyecciones que vaticinaban un triunfo de la derecha radical. Así, en más de 200 distritos, hubo renuncias masivas de los candidatos con menor posibilidad de triunfo para polarizar la elección con la RN.
Pero los resultados suponen también un golpe para Macron, de 46 años, que pierde la mayoría simple que gozaba desde 2022 y deberá compartir el poder con un gobierno que no controlará. Su segundo mandato termina en 2027.
Artistas, futbolistas y asociaciones, entre otros, llamaron también a impedir la victoria de RN, en un movimiento similar al de 2002, cuando Jean-Marie Le Pen, padre de Marine, accedió por primera vez al balotaje de una elección presidencial y perdió.
"Más que nunca, hay que ir a votar. Es realmente urgente. No podemos dejar el país en las manos de esa gente", dijo el jueves el capitán de la selección francesa de fútbol, Kylian Mbappé, llamando a votar "del lado bueno".
Ante eventuales "desórdenes" y faltando menos de tres semanas para los Juegos Olímpicos de París, las autoridades desplegarían 30.000 policías y gendarmes el domingo por la noche.
Tras conocerse las primeras proyecciones que daban la victoria a la izquierda en las elecciones legislativas anticipadas, Macron pidió "prudencia" y aseguró que su alianza de centroderecha "sigue bien viva". "La cuestión es quién gobernará a partir de ahora y logrará una mayoría", agregó.
Por su parte, el líder izquierdista Jean-Luc Mélenchon celebró los resultados diciendo que los franceses rechazaron "el peor escenario posible".
"Nuestro pueblo ha rechazado claramente el peor escenario posible", declaró Mélenchon, para quien el NFP debe "gobernar". El líder del ala radical de la coalición rechazó "entablar negociaciones" con la alianza de centroderecha de Macron para alcanzar una mayoría y aseguró que el presidente "tiene el deber de llamar al Nuevo Frente Popular a gobernar".
El líder de Reunión Nacional, Jordan Bardella, criticó la "alianza de deshonor" que "priva a los franceses de una política de recuperación".
En tanto, La líder ultraderechista Marine Le Pen lamentó la derrota de su partido, pero recordó que han duplicado sus apoyos, por lo que consideró que "pone los cimientos de la victoria futura".
"Esto es una victoria en diferido", aseguró Le Pen, que no pidió la dimisión del presidente, Emmanuel Macron, pese a lo que consideró un "fracaso" del jefe del Estado.
Descontando posibilidades de alianzas, aseguró que su partido es "el primero de Francia" y señaló que en "decenas de circunscripciones" se quedaron a uno o dos puntos de la victoria, lo que le permitió augurar que el triunfo de la extrema derecha "llegará" en futuras legislativas.
Los resultados electorales de este domingo también provocaron que el primer ministro, Gabriel Attal, anunciara su renuncia, aunque se mostró dispuesto a dirigir el Ejecutivo de forma provisional ante la situación de bloqueo parlamentario.