Para muchos periodistas, bichos de las redacciones de diarios, fue un maestro. Alguien que enseñó cómo hacer un buen título, las posibilidades del idioma, como convertir la tapa del diario en un elemento que sea preciso y atractivo a la vez. A los 72 murió Ricardo Casali.
El Nene, como le decía todo el mundo, nació en la ciudad de Gálvez, en el centro de la provincia de Santa Fe. Durante décadas de trabajo, llegó a ser secretario de Redacción del diario La Capital, adonde había ingresado como corrector. También se desempeñó en otros medios de Rosario y su última etapa profesional la desarrolló en El Ciudadano, al que llegó de la mano de otro gran periodista fallecido: Jorge Balbo.
En ambos lugares ayudó a formar a decenas de periodistas. Le gustaba transmitir lo que había aprendido en tanto tiempo de oficio, era absolutamente generoso con su saber. Y también muy cabrón, detestaba el error.
Periodista de los de antes, cuando cerraba la edición del diario del día siguiente estiraba la noche en bares, con charlas apasionadas sobre medios, política, fútbol (era hincha de Boca). En los 80, los 90, caminó la noche rosarina, canchero y siempre elegante: lo conocía todo el mundo y era un personaje muy querible y querido.
Su nombre no aparecía en letras de molde, pero fue autor intelectual de hitos periodísticos que muchos recuerdan. Aquí van dos: condujo la edición de La Capital del día de los indultos de Carlos Menem a los integrantes de las juntas militares, algo que marcó un cambio de enfoque absoluto del diario sobre el tema derechos humanos, y fue quien armó una tapa memorable del diario El Ciudadano luego del ataque terrorista que derribó las torres gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001. El título era: "El Imperio en llamas".
Buen viaje, Nene. Gracias por tanto.