Gobiernos de todo el plantea cifran sus esperanzas en un aumento de las pruebas diagnósticas, el uso de la tecnología y un enfoque coordinado para empezar a relajar las férreas restricciones a los movimientos adoptadas por la pandemia de coronavirus, que ayudaron a desacelerar el brote pero paralizaron casi por completo la economía mundial.
Mientras la Unión Europea (UE) comenzó a estudiar la posibilidad de crear una aplicación para celulares que permita el rastreo y el seguimiento de los casos de coronavirus dentro de todo el bloque, Estados Unidos debatía el anuncio hecho ayer por nueve gobernadores que prometieron coordinar acciones para poner fin al confinamiento de millones de personas sin provocar una nueva ola de contagios.
El presidente Donald Trump, que respondió que el cese de las restricciones es potestad suya y prorrogó por tiempo indefinido la prohibición de que lleguen a Estados Unidos personas procedentes de Europa, creó un consejo de funcionarios y asesores para que le aconseje cuál es el momento indicado para reanudar cada actividad.
Con el país encaminado a una muy probable recesión antes de las elecciones de noviembre, Trump ansía un resurgimiento económico que ayude a estabilizar los mercados y a recuperar algunos de los 16 millones de empleos que ya se perdieron en Estados Unidos por la pandemia.
En el Reino Unido, la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR, en inglés; es un organismo de análisis independiente avalado por el gobierno) vaticinó hoy que en los próximos meses el producto bruto interno caerá 35% y la pérdida de más de dos millones de puestos de trabajo aumentará al menos 10% el desempleo como consecuencia de la paralización de actividades por la pandemia.
Al mismo tiempo que se planean estrategias para una cautelosa y escalonada salida de la cuarentena, muchos países, incluyendo a la Argentina, optaron por extender las restricciones hasta estar convencidos de que pasaron el pico de contagio.
En India, el gobierno estiró hoy hasta el 3 de mayo la más amplia cuarentena de la historia, que abarca a los más de 1.300 millones de habitantes del país.
China, que este mes levantó una prolongada cuarentena en la provincia central donde se originó la pandemia en diciembre pasado, informó hoy de un rebrote a lo largo de su remota frontera norte con Rusia. Autoridades cerraron el límite y unidades médicas fueron enviadas a la zona para evitar que viajeros regresen con el virus.
El ritmo de contagios se desaceleró en una importante parte de Asia y Europa, incluyendo a países muy afectados, como Italia, España, Francia y Alemania.
Incluso en el estado estadounidense de Nueva York, donde las muertes superaron ayer las 10.000, el gobernador Andrew Cuomo declaró que la curva de contagios “empieza a aplanarse”.
Sin una vacuna contra la enfermedad ni extendidos tests de anticuerpos para determinar cuántas personas son inmunes al virus, muchos gobiernos temen nuevos brotes.
El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Heiko Maas, llamó hoy a la UE a implementar en todo el bloque una única aplicación para celulares de rastreo y seguimiento de casos de coronavirus.
“Es importante que no terminemos con una mezcolanza de 27 corona apps y 27 regímenes de protección de datos, sino que nos coordinemos lo mejor posible”, dijo Maas al diario alemán Funke Mediengruppe.
En tanto, Lothar Wieler, director del Instituto Robert Koch, el centro de control de enfermedades de Alemania, sostuvo que la coordinación y el intercambio constante de información entre los países e instituciones sobre las mejores prácticas, las investigaciones sobre vacunas y la protección de la población vulnerable son clave para gestionar la crisis y poder empezar a volver a la normalidad. De hecho, el virus ya forzó a compañías competidoras a trabajar juntas.
Dos de las empresas farmacéuticas más grandes del mundo, la francesa Sanofi Pasteur y la británica GSK, anunciaron hoy que sumarán fuerzas para trabajar en el desarrollo de una vacuna contra el coronavirus.
La semana pasada, Google y Apple anunciaron un esfuerzo común para ayudar a las autoridades sanitarias de todo el mundo a usar la tecnología inalámbrica Bluetooth para rastrear los contactos que hayan tenido personas infectadas.
China, donde los nuevos casos disminuyeron de manera muy significativa, implementó un sistema de símbolos que se ve en las pantallas de los teléfonos celulares y que dice si el portador está libre de síntomas y puede tomar cierto medio de transporte, registrarse en un hotel o entrar en Wuhan, la ciudad de 11 millones de habitantes donde se originó el brote.
Corea del Sur e Israel también han usado datos recabados a través de celulares.
Pero epidemiólogos dicen que el rastreo de contactos de infectados debe combinarse con un aumento de la capacidad para hacer pruebas de diagnóstico de coronavirus, algo que se reclama mucho en Estados Unidos y el Reino Unido, entre otros países.
Mientras tanto, el mundo estaba esta tarde a punto de tocar la barrera de los dos millones de casos confirmados de coronavirus después de que, por error, la universidad estadounidense Johns Hopkins informara anoche que esa marca ya había sido superada, y acumulaba más de 125.000 muertos por la enfermedad.
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