Los interrogantes que surgieron junto con la pandemia de coronavirus aún no quedaron del todo resueltos, como por ejemplo las dudas en torno a su origen y la posibilidad de que haya salido de un laboratorio de Wuhan, la ciudad china en donde se reportaron los primeros contagios de covid-19.
De acuerdo con un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que respaldó la versión de las autoridades chinas, el sars-cov-2 habría salido de un mercado de mariscos en el que se vendían animales peligrosos para el consumo humano.
Sin embargo, aún no se sabe con exactitud qué animal fue el "huésped" de la enfermedad que desató la pandemia, más allá de las teorías que apuntan contra los murciélagos como los portadores del patógeno.
Estas dudas empujaron las teorías que plantean que el virus podría haber salido del Instituto de Virología de Wuhan, un laboratorio en el que se realizan experimentos con la mayor colección mundial de coronavirus de murciélago. Y esto se vio reforzado por una noticia que se conoció durante las últimas horas.
En el mismo laboratorio se llegaron a crear ocho virus similares al sars-cov-2 y al menos dos de ellos eran muy infecciosos para el ser humano, según publicó este lunes el diario español ABC.
Todo comenzó en 2015, cuando la respetada viróloga china Shi Zhengli, conocida como "doctora murciélago" por sus estudios sobre los coronavirus de estos animales, y Ralph Baric, otro virólogo mundialmente conocido de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, publicaron un estudio sobre la técnica de genética inversa que les había permitido dar vida a un virus a través de su ADN para luego manipularlo y crear un coronavirus artificial.
Tras crear un nuevo patógeno para el que utilizaron la "espina dorsal" del virus sars y la proteína espiga de otro coronavirus de murciélago, las pruebas de laboratorio con células humanas mostraron que tenía una gran capacidad infecciosa, según un análisis publicado por MIT Review, revista de la prestigiosa universidad estadounidense.
Si bien el estudio tenía el fin de encontrar posibles tratamientos o vacunas contra amenazas potenciales, causó alarma en parte de la comunidad científica, que alertó sobre el peligro de la creación de patógenos en laboratorio y su posible fuga.
Los experimentos de "ganancia de función", que consisten en potenciar un virus para hallar vacunas más eficaces, fueron paralizados temporalmente por una moratoria de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos. Pero la doctora Shi Zhengli siguió adelante con sus estudios en el Instituto de Virología de Wuhan, esta vez junto al zoólogo británico y presidente de EcoHealth Alliance Peter Daszak.
Al publicar los resultados de sus estudios, Shi Zhengli y Daszak confirmaron que en Wuhan crearon ocho clones del virus WIV1, un patógeno muy parecido al SARS-CoV-1, que causó de la pandemia que entre 2002 y 2003 que infectó a 8.000 personas.
A este virus los científicos le añadieron las espigas de nuevos coronavirus hallados en cuevas de murciélagos. Según sus propias conclusiones, al menos dos de estos nuevos patógenos resultantes "se reprodujeron muy bien en células humanas".
La diferencia entre este experimento y el que Shi Zhengli había realizado con Baric fue que, esta vez, los científicos utilizaron un laboratorio con seguridad BSL-2, es decir un nivel más bajo que el laboratorio anterior (BSL-3), para avanzar más rápido y con menos costos.
Ante las críticas de varios colegas, Shi Zhengli y Daszak negaron haber efectuado una "ganancia de función" e insistieron en que los laboratorios BSL-2 eran aptos para los experimentos porque el virus WIV1 que habían manipulado no había causado ninguna enfermedad.
Un detalle que no pasó desapercibido es que Daszak fue uno de los líderes del equipo de expertos de la OMS que investigó el origen del coronavirus en Wuhan, y fue el científico que descartó con más fuerza la teoría de la fuga de laboratorio del virus.