Cada 8 de junio se conmemora el Día Mundial de los Océanos. La fecha fue instaurada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con el objetivo de recordar, informar y concientizar sobre la importancia del papel que tienen los ecosistemas marinos en la vida cotidiana.
Los océanos, también llamados como "los pulmones de la Tierra", representan una fuente primordial de oxígeno y albergan una extraordinaria diversidad de vida. Tanto así que son la casa de la mayoría de la biodiversidad terrestre.
Sin embargo, los ecosistemas marinos están bajo amenaza: entre la contaminación, el cambio climático y la sobrepesca.
La contaminación en las corrientes marinas se manifiesta con la llegada al mar de alrededor de 8 millones de toneladas de plástico al año, lo que equivale al peso de 800 Torres Eiffel, según el último estudio de National Geographic España.
No obstante, el calentamiento global es otro de los fenómenos que afecta y altera de manera a las corrientes marinas. Un reciente estudio publicado en la revista Science Advances revela que el efecto de calentamiento de la superficie del mar, provocado por el cambio climático antropogénico, acelera las corrientes oceánicas superiores en el 77% del océano global.
Estas corrientes, que son movimientos horizontales del océano con rutas concretas, son impulsadas por el viento, por las diferencias de densidad en el agua en función de la temperatura y salinidad de las regiones oceánicas, y por las mareas.
"Es importante recordar que, al igual que sucede con los residuos, el calor también va a parar a los océanos. Absorben alrededor del 90 % del exceso de calor que produce el mundo y el 25% de la contaminación por carbono, lo que explica que la temperatura del mar haya batido su récord en abril de 2023, con 21,1ºC de media", explica Constanza Vacas de National Geographic España.
Qué dice el Tratado Global de los Océanos y cómo influye en el mar argentino
El 5 de marzo de este año, los estados miembros de la de la ONU llegaron a un acuerdo para proteger el 30% de las aguas internacionales —que hasta ahora no se encontraban bajo ninguna normativa— para 2030.
El tratado busca conservar la biodiversidad marina y regular el acceso y uso de los recursos genéticos marinos, el material biológico de los organismos acuáticos que puede ser utilizados con fines científicos o comerciales.
Este acuerdo permitiría que el Agujero Azul, a 500 kilómetros de la costa argentina y fuera de la zona económica exclusiva, pueda ser potencialmente protegida y ya no esté desregulada.
El Agujero Azul se caracteriza por ser una región de alta producción de fitoplancton que son microalgas que hacen fotosíntesis, son productores de materia orgánica y abastecen toda la cadena alimenticia del océano. Su productividad luego se esparce hacia otros organismos de mayor tamaño, incluyendo a aquellas especies comerciales como el calamar, la merluza o las vieiras, y también a las especies de interés para la conservación, como son las aves y mamíferos marinos.
Greenpeace Argentina advirtió que el Agujero Azul hoy está siendo explotado por industrias destructivas, como la pesca indiscriminada. Según la organización ambientalista, los barcos pesqueros cuyos principales objetivos son el calamar, la merluza y la merluza negra aprovechan la falta de regulación en aguas internacionales para saquear esta zona.