La pandemia lo cambió todo. El impacto se evidenció rápidamente con la irreparable pérdida de vidas humanas. Pero hay otras consecuencias que se irán manifestando a lo largo del tiempo. Una de ellas tiene que ver con un reseteo de nuestras prioridades a nivel laboral, toda vez que la pandemia nos obligó a replantearlas de manera irrevocable.

Así aparecen historias diversas. Veamos un par de la Argentina. Una empleada que se va vivir a México, donde recorrerá distintos lugares y planea trabajar de manera remota en hostels frente al mar. Tómalo o déjalo era la propuesta para su empleador, donde la alternativa incluía una renuncia. El empleador aceptó. Otro empleado se va a vivir al sur y plantea una propuesta similar. Luego de un tiempo termina renunciando y creando un emprendimiento propio. Solo dos ejemplos de historias que, con variaciones, todos hemos escuchado.

Cuando hoy grandes espacios destinados a oficinas se debaten entre el reciclado o quedar vacíos por tiempo indefinido, no son solo los espacios físicos los que se han alterado. Los espacios mentales también han mostrado una renovación, un replanteo derivado de la pregunta “¿disfruto de mi trabajo?”, “¿qué pasaría si mañana todo cambiara de manera abrupta?”. Algo que parecía impensado años atrás (si bien ya sabíamos que la cultura de jubilarse en la misma empresa era algo que desaparecía a pasos agigantados), este nuevo “mindset” (nuestros pensamientos y creencias) comenzó a esparcirse ante la realidad concreta de una existencia que se altera de manera total e inesperada de un momento para otro.

Una encuesta para pensar

Un 44 % de los argentinos cambiaría de trabajo para encontrar un mejor bienestar laboral. Este dato que surge de una encuesta realizada por Grupo Gestión, compañía dedicada a la búsqueda, selección y gestión de capital humano, demostró que la falta de motivación laboral es uno de los factores más relevantes al momento de decidir cambiar de empleo.

“Este dato muestra un incremento importante en el número de personas dispuestas a hacer un cambio por este motivo, respecto de un relevamiento similar realizado en 2021, cuando ese número era del 20%”, señala Fernando Dante Ciarmatori, Gerente de Desarrollo Comercial y Selección de Grupo Gestión.

Los más de 900 profesionales encuestados señalaron que deciden cambiar de empleo cuando ya no se sienten motivados en su trabajo actual. Un claro ejemplo de la importancia de mantener un ambiente laboral estimulante y gratificante para retener el talento dentro de las organizaciones

Ciarmatori agregó que, cuando los empleados se sienten valorados, inspirados y apoyados, no sólo prosperan individualmente, sino que también contribuyen de manera significativa al éxito organizacional.

Otros factores para el cambio de empleo incluyeron ofertas más atractivas en el mercado laboral (26 %), motivos personales (16 %) y evolución de metas profesionales (15 %).

Prestar atención a las necesidades de los empleados representa un beneficio para empresa y asalariados por igual

¿Qué hace a un empleo interesante?

Lo anterior se deriva de un sector de la población laboral (profesionales registrados en el sistema). Charlamos con la economista Agustina Barman para que nos diera su mirada sobre los resultados de la encuesta más otras cuestiones derivadas de este tema.

¿Cómo han ido variando las posibilidades para desarrollarse en un empleo?

De alguna manera, los datos de la encuesta hablan por sí solos. Sí se está observando, en los últimos años, una tendencia a que los beneficios de las empresas estén orientados a cuestiones más cualitativas que cuantitativas. Obviamente, cuando se llega a un cierto piso salarial que garantiza una comodidad económica para los trabajadores sí se empieza a ver, sobre todo en empresas relacionadas con los servicios, que los beneficios están enfocados a cuestiones que exceden meramente lo salarial. Por ejemplo, días de trabajo en casa, vacaciones por encima de lo que establece la ley de contrato de trabajo, mayor flexibilidad en los horarios. Se ve que hay una mayor valoración de los trabajadores a ese tipo de beneficios.

Es importante destacar que en los últimos años también se viene generando una mayor heterogeneidad en el mercado de trabajo. Lo decías en los datos de la encuesta, se encuestaron a 900 profesionales. Lo que se ve es que hay cada vez mayor disparidad entre aquellos trabajos que siguen dentro de la formalidad y están relacionados con los trabajos profesionales, y aquellos trabajos más precarizados, más informales. Recordemos que 4 de cada 10 trabajadores está en la informalidad por lo cual es interesante pensar que esta encuesta releva esta población que está dentro de la formalidad, que no es necesariamente lo representativo de todo el mundo del trabajo con su complejidad y heterogeneidad.

Sobre la extensión de la jornada laboral

Creo que esta discusión está un poco contaminada y no creo que ello vaya a, necesariamente, repercutir en un cambio real. Sí es cierto que, y lo conecto con lo que estudiamos en nuestro grupo, estamos viviendo en un momento de muchísima vorágine y tiempo destinado al trabajo remunerado pero principalmente asociado al pluriempleo.

Entonces, la cuestión de reducir la jornada laboral directamente repercutiría en una mejor calidad de vida porque, al fin y al cabo, lo que está escaseando muchísimo es el tiempo libre. Y al final eso es lo que nos permite tener una calidad de vida satisfactoria, alcanzar los niveles de descanso, ocio y tiempo libre que cualquier persona necesita para desarrollarse. Ni hablar si vemos el tema de las mujeres que, además de lo remunerado, tienen lo no remunerado. Una reducción de la jornada laboral obviamente impactaría beneficiosamente sobre la calidad de vida.

Sí es cierto que cada vez que abordamos una temática de empleo es muy difícil hacerlo cuando casi la mitad no se encuentra dentro del marco regulatorio. Tal vez, abordamos y reducimos la jornada laboral y se llega a un consenso al respecto. Pero la población a la que eso termina implicando es el 60 %. Además, sabemos que la informalidad golpea más en los sectores más jóvenes así como en los más vulnerables y populares. Todo eso quedaría por fuera. Justamente es lo complejo de hablar de lo laboral con tanto nivel de informalidad, porque básicamente te quedás sin política como para poder modificar esas condiciones.

Permanencia en un mismo trabajo

Creo que en las últimas décadas el trabajo dejó de ser una manera de ascender socialmente. El trabajo del siglo XX, con un único salario del jefe de familia, usualmente el varón, alcanzaba para mantener una familia entera y para, en el largo plazo, poder comprarse una casa o un departamento, poder irse de vacaciones. Las condiciones materiales que permitía tener un trabajo no son las mismas que vemos hoy en día. Incluso en los sectores que están mejor remunerados. Por lo cual creo que eso de alguna manera lleva a que las valoraciones estén más asociadas al bienestar subjetivo del trabajo así como al lugar y el contexto en el que trabajo, comparado con que necesariamente empiezo a trabajar y me quedo en esta empresa durante 20 años sabiendo que tengo estabilidad y mantengo a mi familia. Creo que las motivaciones cambiaron un poco hacia cuestiones más cualitativas y más profesionales que necesariamente lo salarial. Eso genera más rotación. También lo cierto es que el mercado de trabajo también cambió mucho. El sector de servicios es mucho más dinámico que lo que era en el siglo XX y todo el tiempo hay rotación. De hecho, uno de los problemas más grandes que tienen las empresas es poder retener a su gente, que no se vaya por un salario entre 10 y 20 % más alto por el costo que implica capacitar a sus empleados. Hay una serie de beneficios que las empresas dan para que después eso lo termine aprovechando otra compañía.

Entonces, hay dos cuestiones. Lo que permite y posibilita el trabajo ahora y también como se dinamizó y se globalizó el trabajo y, sobre todo, el sector de servicios. Se ve claramente con la industria del software, una de las que tienen más rotación porque la demanda es muy alta y está cambiando todo el tiempo.

Mercado laboral femenino

¿Cuáles son los temas que abordan en el grupo de Economía y Género? 

Nos enmarcamos en la economía feminista, ese es nuestro marco teórico. En alguna manera lo que visibiliza y lo que busca evidenciar es cómo, dentro de la economía, lo que conocemos como el mercado laboral y el mercado de bienes y servicios y toda la estructura económica en su conjunto, no es impermeable a la desigualdad de género sino todo lo contrario. Es un espacio donde se manifiestan, incluso se profundizan, algunas desigualdades de género entre varones y mujeres. Principalmente, lo que nosotros estudiamos es cómo se relaciona la distribución del trabajo no remunerado (como se denomina a las tareas domésticas y de cuidado de personas como la limpieza del hogar, la compra de los alimentos y el cuidado directo de personas) con el trabajo para el mercado. Cómo la organización del hogar y la distribución de esas tareas dentro del hogar terminan teniendo su correlato dentro del mercado laboral y, sobre todo, de varones y mujeres y cómo participan de ese mercado.

¿Qué es lo que vieron?

Lo que se ve es que ese trabajo doméstico lo realizan en su mayoría las mujeres. No solo participan más en esas tareas sino que le dedican más horas y lo que eso termina produciendo en el mercado laboral es que su participación sea menor, que tenga una menor dedicación al trabajo remunerado y por lo tanto menor autonomía económica y financiera. Un poco lo que cambió, en este último siglo respecto del pasado es que las mujeres trabajan más de manera remunerada por lo cual tienen una doble jornada. La paga fuera del hogar y la no paga dentro.

¿Cómo ha evolucionado la participación de las mujeres en la economía?

Pasan dos cosas con esta participación. Uno de los incrementos más fuertes fue entre los 90 y los 2000. Eso, principalmente, se explica por lo que hablamos antes. Como el salario del jefe de hogar empieza a ser escaso para sostener a una familia tipo (padre, madre y dos hijos), ante una situación de crisis y de caída del salario real, las mujeres empiezan a participar para obtener un ingreso extra para el hogar. Es más por necesidad que por deseo, si lo vemos en esos términos, que las mujeres se incorporan al mercado de trabajo.

El otro correlato es un poco más reciente y tiene que ver con cuestiones más de otro rol que empiezan a ocupar las mujeres en la sociedad y con un mayor empoderamiento. Tienen que ver con no quedar únicamente relegadas a las tareas y al claustro del hogar sino empezar a formarse académicamente, a tener títulos de grado y a participar del mercado laboral. Más relacionado justamente con querer salir de un rol meramente reproductivo. Esto tiene que ver con los movimientos feministas que han buscado que las mujeres puedan desarrollarse profesionalmente.

Sí se ha visto en el último tiempo un incremento en la tasa de empleo y de actividades de mujeres, pero fundamentalmente en la formación. Se ve que las mujeres han alcanzado un nivel de formación más alto que el de los varones, lo cual es interesante porque sigue existiendo brecha salarial. Las mujeres se forman y tienen más tiempo de formación pero en el mercado laboral sigue existiendo una brecha que se explica por muchos factores más cualitativos pero que sigue existiendo. Creo que el último informe dio una brecha del 26 % aproximadamente.

Mujeres en ciencia y tecnología en Santa Fe

En el año 2019 hicimos la encuesta de uso del tiempo y brecha de género del sistema científico de Santa Fe. La idea era representar todo el sistema científico de la provincia incluyendo docentes e investigadores en las universidades (Nacional de Rosario, Tecnológica Nacional, del Litoral), CONICET, INTI e INTA. Lo interesante es que ambos sistemas, tanto el docente como el de Universidades e institutos del CONICET están feminizados. Hay más mujeres que varones. Pero qué pasa cuando uno empieza a analizar más en detalle que hay ahí adentro. Principalmente, las mujeres se concentran en áreas más ligadas a lo social y a los cuidados. Por ejemplo, salud, ciencias sociales, enseñanza, etc. Los varones se concentran en las ciencias duras, las ingenierías, todo lo que generalmente es estereotípicamente masculino y femenino.

También pasa lo mismo en lo jerárquico. Las mujeres se concentran en las categorías docentes de jefe de trabajos prácticos, auxiliar de primera hasta adjunto. De allí para arriba, los cargos de titulares son mayormente masculinos al igual que los cargos de investigación más altos. Ocurre lo inverso con las becas doctorales donde son muchas más mujeres que varones. Ahí se ve cómo cuesta llegar hasta ciertos lugares. Un poco lo que vimos con esa encuesta es que esa dificultad para llegar a esos espacios tiene su correlación en los trabajos domésticos y cuidado. Cómo el embarazo retrasa la trayectoria profesional de las mujeres, de qué manera el tiempo que destinan al trabajo no remunerado dentro del hogar impide que le puedan destinar tiempo al trabajo de investigación, al trabajo docente. Entonces ahí se ve muy claramente eso de cómo repercute lo que pasa dentro del hogar con lo que pasa afuera.

Dentro del sistema científico las mujeres destinan más o menos entre 7 horas y 10 minutos al trabajo remunerado y 3 horas y 22 minutos al trabajo doméstico. Los varones destinan 7 horas y media al trabajo remunerado y 2 horas y media al doméstico. Casi que se ve como lo que los varones trabajan más se compensa con lo que las mujeres trabajan más dentro del hogar. Estamos hablando de una población que le destina mucho tiempo al trabajo porque son jornadas laborales extensas. Es bien interesante lo que pasa ahí porque se supondría que es un sector donde se evalúa más el mérito y la trayectoria académica pero siguen permeando estas desigualdades que son muy estructurales de la manera en que nos organizamos.

¿Una reflexión final?

Lo que siempre me llamó la atención de esta perspectiva de la economía es que muchas veces se piensa que la economía es como algo etéreo, innerte, que uno no entiende, que está relacionado con los mercados financieros y está por encima de todo. En realidad, lo que me parece interesante enfatizar es que la economía es nuestro día a día. Es la manera en que nos organizamos para producir y también dentro de los hogares. Esta cuestión de lo personal, el fuero íntimo y el fuero productivo están mucho más relacionados de lo que muchas veces se presenta. La manera en que los roles de género y los estereotipos de género afectan nuestras vidas tiene su correlato en la manera en que producimos y nos organizamos a nivel macroeconómico. No son cosas inconexas sino que están íntimamente ligadas. Fundamentalmente, me parece importante que los trabajos domésticos, de cuidado no remunerado, estén en la agenda porque al fin y al cabo es una manera en que reproducimos y sostenemos la vida de las personas que queremos, de nuestros hijos, nuestros mayores. Es sumamente fundamental eso, porque justamente es lo que garantiza que podamos subsistir. No subsistimos solos, sino que siempre estamos en interdependencia con otros. Muchas veces el hecho de estar en edad productiva nos hace creer la ilusión de que somos independientes y en realidad sí o sí necesitamos de otros. Los necesitamos cuando somos vulnerables al nacer, cuando somos ancianos y cuando estamos enfermos. Me parece importante revalorizar eso y que no es algo inconexo sino estructural de nuestra sociedad y la manera en que nos organizamos.

 

Entrevista completa en YouTube

 

Otros temas que pueden verse en el video

Participación de mujeres en el mercado laboral argentino: 18:40

Políticas públicas para favorecer la inserción de la mujer en el mercado laboral: 26:40

Calidad de vida y pobreza de tiempo: 29:48

 

Trayectoria
Agustina Barman
Economista
Docente-investigadora de la Universidad Nacional de Rosario (UNR)
Miembro del Grupo de Estudios de Economía y Género - Facultad de Ciencias Económicas y Estadística de la UNR.

Grupo de Estudios de Economía y Género
Patricia Giustiniani
Miriam Geli
Lucía Andreozzi
Guillermo Peinado
Agustina Barman
Ivan Marquez
Agustina De Stefano Parma

 

Claudio Pairoba es bioquímico, farmacéutico y doctor por la Universidad Nacional de Rosario. Máster en Análisis de Medios de Comunicación y Especialista en Comunicación Ambiental. Miembro de la Escuela de Comunicación Estratégica de Rosario y la Red Argentina de Periodismo Científico. Acreditado con la American Association for the Advancement of Science (Science) y la revista Nature

 

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