No debe haber gesta más difícil de lograr en Rosario que hacer marchar unidos y en paz a los hinchas de Central y de Newell´s. Eso ocurrió este lunes en una movilización masiva (la más masiva de la historia de los 24 de marzo, repetían unos y otros) y con una diversidad muy marcada de actores. 

La anomalía sociofutbolera se dio primero, entre las 16 y las 17, en la concentración sobre calle Santa Fe de la plaza San Martín, y tres horas después en la llegada, casi en conjunto, al Monumento a la Bandera. Cada uno con sus colores y banderas, pero en colaboración para dar una respuesta contundente al mensaje del video oficial y a la suma de provocaciones del gobierno nacional.

Lo de leprosos y canallas marchando con apenas metros de distancia impactó por lo impensado para la historia reciente de esta ciudad. Pero toda la movilización fue un cuerpo heterogéneo que desfiló en armonía. 

Un gran río de gente que gritó "nunca más" al genocidio que instaló el golpe de Estado de 1976 y que lo actualizó con otras consignas que responden a la coyuntura: a las represiones contra los jubilados o a la toma de decisiones por decreto que lesionan los consensos democráticos necesarios. Se repitieron las críticas al gobierno nacional por "negacionista", "autoritario" y "represivo". 

¿De qué y de quiénes estuvo hecha una marcha histórica, por sus dimensiones y por la unidad hasta hace poco imposible (no solo de hinchas)?

El video como carta de invitación

 

Como suele ocurrir, las columnas de organizaciones de derechos humanos, políticas y sindicales se ordenan temprano en sus lugares por la plaza San Martín. Pero son las 16.30, a media hora del inicio pautado de la marcha, y ya se percibe la nutrida presencia de los "sueltos de a pie": amigos con mate, jóvenes, padres con cochecitos, familias.

José Perico Pérez, titular de Homo Sapiens, llega por Dorrego y San Lorenzo. Dice que acompaña las reivindicaciones de las Abuelas, de Madres y de Hijos pero, agrega, "este año luego de la represión a los jubilados y el autoritarismo del gobierno creo que es necesario poner un freno".

Piensa y suma algo que repetirán otros a lo largo de la jornada: "Es un Nunca Más también a la represión, un Nunca Más que se convierte en algo más, en seguir profundizando nuestra democracia".

Se saluda con Leonardo Caruana, exsecretario de Salud y concejal del FAS. De fondo, la esquina donde funcionó el Servicio de Informaciones, el Centro clandestino de detención (CCD) más importante de Rosario, en la vieja Jefatura policial. Clandestino en medio del centro de la ciudad. La ochava se llena de banderas. Ya se advierte una masividad sin precedentes: "Esto expresa la contundencia de una respuesta colectiva al recorte en fragmentos de la historia que quiere hacer este gobierno con ese video que publicó (por el relato de Agustín Laje) y esto es lo que impide que nos puedan robar los principios de Memoria, Verdad y Justicia".

Un poco más allá, sobre la plaza, Juan Pablo Casiello encabeza el grupo de Amsafé Rosario y advierte que Javier Milei es algo más que negacionista: "Ya son apologistas de la dictadura". A sus espaldas un pibe sostiene un cartel que responde al gobierno cual vocero Manuel Adorni: "Son 30.000. Fin". Así de atravesada, por los 49 años del golpe y por la coyuntura, se presenta la marcha.

El juez de la Corte Suprema de Santa Fe, Daniel Erbetta, camina solo hacia el corazón de la plaza donde está la estatua del libertador José de San Martín (rebautizado por Milei como Juan José). Le da sustento jurídico a su presencia. Dice que la marcha está en "el ADN" del pueblo argentino desde que se refundó la democracia: primero con los juicios a la Junta militar de Raúl Alfonsín y después con los procesos de lesa humanidad que habilitó Néstor Kirchner. "Eso es un mojón universal, algo por lo que Argentina es conocida en el mundo", agrega.

Como otros, observa también la necesidad de responder a un gobierno que "pretende criminalizar desde los jubilados hasta las infancias y también liberar a los genocidas". Puede que eso último sea parte de los intentos para generar debates cruzados y distraer, "en cualquier caso no se puede naturalizar y por eso este tipo de expresiones contundentes".

En la otra esquina, frente al Museo de la Memoria, los militantes de Ciudad Futura saltan con la batucada. Comparan con años anteriores: hay más personas y, sobre todo, llegaron antes. Como una ansiedad por manifestarse, de compartir con otros algo que urge decir. Juan Monteverde y Norma López, entre otros, coinciden en ese espacio de Rosario Sin Miedo.

“En 19 minutos de video no dicen la palabra «dictadura». La derecha habla siempre del «gobierno de los militares». Es más que negar, es una reivindicación lo que hicieron hoy”, suma Agustín Rossi junto al jefe de los diputados nacionales peronistas Germán Martínez en la columna de La Corriente.

Por calle Moreno, están los movimientos sociales como el Polo Obrero y la Corriente, Clasista y Combativa (CCC). Madres con sus hijos en cochecitos y otras que amamantan mientras esperan el inicio de la marcha. Los pañuelos se mezclan con las wiphalas de los pueblos originarios. A la espera del movimiento, este sector tiene la dinámica de un acampe en la plaza. "Venimos por la memoria de los caídos", dice Mariela, de 27, mientras su hijo de un año no suelta el pecho. 

Otros chicos más grandes se pierden mirando el celular sentados en el cordón. Una mujer pega poesías de Paco Urondo en la parada de colectivos. Cristina, de 77 años, dice que no faltó a una sola marcha en la ciudad, que se acuerda de cuando eran un grupo menor que iba directo al Monumento y que la de este año es "la más importante y es por el gobierno que tenemos". De todo eso y más, está hecha la marcha inédita que está por empezar.

Otra vez las hinchadas presentes

 

Si bien grupos identificados con Newell’s o Central ya participaron de otras movilizaciones por el 24 de marzo, la puesta en escena de calle Santa Fe sorprende porque son más que años anteriores. Los leprosos están sobre la esquina de Dorrego y hacia Moreno aguardan los canallas. Ocupan juntos, apenas separados por otras instituciones, toda la cuadra. Así los dispuso el sorteo que se hace en la previa por los organizadores.

María Luciana Pollola, la Pola, del área de derechos humanos del club de Arroyito cree que la cantidad de personas que eligieron marchar con sus clubes de fútbol creció este año porque “influyó lo de la marcha de los jubilados”. Gesticula para contar la violencia que hace dos semanas sufrieron en Buenos Aires, de los gases en los ojos, del picor en la garganta. “Fuerza Pablo Grillo”, dice un cartel a sus espaldas.

“Siempre el fútbol fue parte de la expresión popular pero con este gobierno que impulsa las SAD (Sociedades anónimas deportivas), que es someter a muchos al poder económico de una persona, hubo una reacción. Porque los clubes no somos eso, somos parte del tejido social”, retruca.

Las dos hinchadas cruzarán la ciudad por calle San Lorenzo, doblarán por Laprida y bajarán por Córdoba al Monumento tres horas después. Llegarán a las 19.30 con luces de colores, alguna chicana al rival de siempre, y se ordenarán entre la multitud que colmará el bajo.

Por el ajuste, las SAD y los jubilados, o por el vacío de representación en otros espacios, lo impensado será posible en la noche rosarina.

Una unidad histórica

 

El colectivo avanza por San Lorenzo al 900. Las veredas destrozadas en obras recuerdan que la sede es Rosario. Un chico a upa de su padre cruza miradas con una pareja de jubilados. Otro nene arrastra con un hilo un camioncito naranja de plástico. Su padre custodia que nadie lo pise. Parece difícil que sobreviva hasta el Monumento. “Va a llegar sano, va a llegar", responde la madre con un optimismo envidiable.

Pancho Juárez y Liliana Martínez, dos militantes, sostienen carteles con los nombres y caras de desaparecidos: Ana María Martínez y Enzo Vicente Fiore. Piden justicia por ellos. A las 18.30 llegan los centros de estudiantes a la plaza 25 de Mayo. Su energía desborda todo. Los que esperan ahí los reciben con aplausos. Pancho y Liliana ahora descansan en un banco. Hay relevo en la lucha.

En el escenario montado sobre el Parque a la Bandera, de espaldas al río Paraná, ya empezó el acto. A Liliana Leyes, de los trabajadores estatales de ATE y una de las organizadoras en Espacio Juicio y Castigo, le preocupa que las columnas no abran paso a los que vienen detrás. “Hay más de 20 cuadras marchando. Más de 100 mil personas. Es la marcha más masiva y además en unidad, algo que logramos después de muchas reuniones en La Toma”, dice y remarca ese logro –por sobre cualquier interna– que ella no recuerda en muchos años. Quizá ocurrió un puñado de veces en este siglo, no más. 

“Es una reacción contra las políticas de crueldad, no solo por una defensa de la memoria y los derechos humanos”, resume.

A las 19.50 empieza la lectura del documento consensuado pero todavía sigue el arribo de personas. La foto es amplia y fuerte: el parque, la avenida Belgrano de izquierda a derecha, la proa del Monumento, calle Córdoba como una cascada; todo es gente. Una de las locutoras ya no habla de cantidades y define: “Acá está todo el pueblo de Rosario”.

Pasadas las 20 se suma el diputado nacional Eduardo Toniolli. No duda. “Es una unidad masiva para dar una respuesta contundente a las provocaciones de Milei”. Son tres horas de marcha cuando, a las 20.15, el “Movimiento de abajo” puede, por fin, ver el Monumento. “Los últimos somos los mejores”, celebran.

Algunos se van. La jornada se completa. Al mensaje del gobierno libertario, un video protagonizado por una sola persona en un despacho frío, en la solemnidad del palacio, le siguió una marcha plural, colorida, con el encuentro de amigos y familias. Una respuesta colectiva que defiende en la calle uno de los pocos consensos logrados hasta ahora: el Nunca Más a una dictadura criminal y la defensa de los valores democráticos.