En Don Bosco al 50 se encuentra la parroquia Santo Domingo Savio. Allí, en 1981 alguien observó que de los ojos de la Virgen Rosa Mística se desprendían lágrimas. La escena volvió a repetirse en distintas ocasiones casi siempre cerca del día de la madre y esta semana, ocurrió al menos dos veces.
Según explicó Marisa, una de las catequistas del lugar, el jueves estaban reunidas docentes con alumnos armando lo que será la misa de comuniones el próximo mes. Fue entonces cuando comenzaron a sentir un fuerte olor a rosas. Al ver que las flores del altar estaban secas, se acercaron a la imagen de la Virgen y encontraron lágrimas.
"María, que es nuestra mamá amorosa, piadosa y tierna se quiso manifestar especialmente frente a los niños", sostuvo la mujer y agregó que se trata de "la acción de Dios en pequeños signos".
De inmediato hicieron videos y los compartieron en los distintos grupos de WhatsApp "porque la fe es un misterio. Es muy difícil creer sin ver", contó la catequista que para ella "María nos pide que no perdamos nuestro corazón de niños”.
Al padre Marcelo, quien está al frente de la Santo Domingo Savio, le pareció interesante "que todas las manifestaciones de la Virgen tuvieron lugar con los niños". Y aseguró que la figura de la Rosa Mística pide el llamado a la conversión, a la oración y la penitencia.
"En una ciudad tan castigada por la violencia narco, en un país que se está cayendo a pedazos, en un mundo – como dice el papa Francisco – que tiene una tercera guerra mundial, esto es un llamado a la conversión sobre todo en aquellos que tienen responsabilidades y por otro lado, es una manera de decir «Acá estoy con ustedes, acompañándolos»", indicó el padre.
Y agregó que "para aquellos que somos fieles, devotos, es animarnos aún en medio de la desesperación. Ella nos está acompañando, nos está dando fuerzas para seguir". Además, Marcelo contó que cada vez que María se manifestó "fueron ocasiones muy especiales. Un regalo para la gente que estaba. Ayer sucedió, hoy otra vez. No hablamos de milagro, es un signo. Nos interesa leer ese signo".
Entre los niños que vieron las lágrimas en los ojos de la Rosa Mísitica, hubo muchas emociones distintas pero la princial fue sentir lástima por ese llanto. "No quiero que la virgen llore", dijo uno de ellos.
Finalmente, Elsa, otra de las catequistas de la parroquia indicó que "pasan tantas cosas en lo cotidiano que a veces uno duda de Dios y ver esto te hace sentir que él está".